CUANDO EL SISTEMA JUDICIAL NO FUNCIONA, LA SOCIEDAD SE VUELVE UN CAOS

Por: Ing. Carlos Manuel Diloné

En la edad primitiva, existió la Ley del Talión, los orígenes de esta institución son antiquísimos. La expresión viene del latín lex talionis (de lex, que es “ley”, y talio, “igual”). Casi todos los pueblos antiguos la pusieron en vigencia. En el código babilónico de Hammurabi, compuesto 17 siglos antes de la era cristiana, que es la más remota compilación de leyes conocida, se encuentra ya la ley del Talión.

De la única manera que se puede vivir en sociedad, es respetando el ordenamiento Jurídico, pero éste no se respeta por que sí, sino por las penas y sanciones que se aplican, cuando las normas y las leyes se violan.

En nuestro país, los encargados de aplicar justicia, tienen un mercado, que venden y negocian sentencias a sus clientes; pero resulta que los mejores clientes, son los que con frecuencia delinquen, de ahí que ese Joint Venture que se da entre jueces y delincuentes, es una especie de mancuerna, que muy bien podríamos decir “contigo porque me matas, sin ti porque me muero”, en otras palabras los jueces necesitan delincuentes, para aumentar su mal habida fortuna y los delincuentes a los jueces, para continuar en las calles delinquiendo.

Al profanar el Sistema de Justicia, ya se puede delinquir, sólo hay que conseguir dos o tres pesos y negociar, incluso no hay que preocuparse por buscar a los negociadores, pues éstos, prestos llegan sin llamarlo.

En las sociedades primitivas los hombres se hacían Justicia por sí mismos, en un viaje que realicé a Camerún, situado en África, en el Golfo de Guinea, específicamente en la provincia de Douala, el conductor del autobús chocó con el espejo retrovisor a un transeúnte, en un mercado, la respuesta natural de todos fue la aplicación de los que ellos llaman “Justicia Popular”, una multitud se juntó alrededor del conductor, acusándolo de chocar al transeúnte, el trató de justificarse pidiendo excusas, alguien del grupo estaba calmando a los demás, finalmente al conductor le dieron un par de bofetadas y continuamos nuestro viaje.

En Santo Domingo no estamos lejos de aplicar la justicia popular, pues de antemano se sabe que el aparato judicial dominicano no funciona, la mejor manera de lograr el desarrollo de nuestra nación, es fortaleciendo el estado de derecho. Ningún sistema puede ser exportado al país, todo sistema debe ser fruto de los análisis nuestros, de lo contrario pasaría igual a lo que sucede en Camerún, que quisieron organizar una justicia moderna que por sus estructuras y sus reglas, se apoya en técnicas y métodos importados del Occidente, resultando incomprendida por los justiciables, quienes están insuficientemente preparados para enfrentar un sistema de regulación de litigios previsto por una sociedad que no es la suya.

Nunca como ahora, en la Justicia Dominicana cobra tanta relevancia el tango Cambalache, compuesto en 1934 por Enrique Santos Discépolo, sobre todo la estrofa que dice:

Es lo mismo el que trabaja

 noche y día como un buey

 que el que vive de los otros

 que el que mata que el que cura

 o esta fuera de la ley.

Todavía estamos a tiempo, mientras más tardemos en reformar todo el andamiaje judicial, peor será, OJALA SE APLIQUEN LAS MEDIDAS CORREPTIVAS DE LUGAR.

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