Por: Henry Tezanos
Cuando se escriba la historia de la maltrecha y desvencijada Institución Municipal, su nombre será como un rayo, de esos que asustan a los niños, cual trueno maldito, que estremece al más valiente de los hombres.
Su legado será pasto para ovejas, quimeras de soñadores, un amante de una mujer que nunca amó. Un legado superfluo que pudo ser y no fue; que se perdió en las bajezas humanas, en la ambición desmedida de enriquecerse, y al mismo tiempo, de empobrecer a la comunidad. Un legado de leyendas, de un mundo de oz.
Si la justicia de los hombres existe y la dignidad prevalece, su nombre llenará de vergüenza a quienes, en contubernio, le consintieran e igualmente, a quienes con su silencio, lo permitieran. A quienes, tal vez siendo buenos, pactaron con lo malo.
Recordemos sus nombres, estos hombres de paja son los que dan esperanza a los tiranos. Es menester recordarles, llegado el momento, que fueron ellos quienes propiciaron este desastre.
Que siga, pues. Que esos 20 años se conviertan en 24. Que de toda esa paja seca, el fuego purificador halle cobijo, y que de sus cenizas libres de malezas, broten hermosos pinos, pues afortunadamente, los tiranos son mortales y el pueblo infinito.
Ya lo dijo Rousseau: nacemos libres pero, estamos atados por todas partes. (el hombre inventó las cadenas: inventó al hombre pobre).
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