Buenas noches señor Ministro: Perdone la manera informal que me dirijo a usted, pero la confianza que me inspiró en su visita me anima a hacerlo.
Sé que tal vez esto no cambie el curso de las decisiones ya tomadas por las autoridades superiores, pero en consciencia entiendo que debo expresarle nuevamente nuestro sentir como comunidad de Barahona y, sobre todo, cómo Iglesia.
El pueblo de Barahona ha vivido esta semana momentos de mucha impotencia ante el embarque del carbonato de calcio por el puerto. Es muy doloroso que el único lugar de desahogo del pueblo sea intervenido en esa forma.
El sol no se puede tapar con un dedo. Ante los hechos no hay argumento. Somos afectados de varias maneras por esta explotación minera. Debe haber y, sabemos qué hay, otras formas de desarrollar a Barahona que no sea maltratando la naturaleza y la salud de las personas.
El pueblo de Barahona no puede pagar con su salud el precio de su desarrollo. A la larga esto se va a lamentar. Lo que se pone en riesgo a futuro es irreparable. Como Iglesia no podemos guardar silencio ante esto. Lo que le pedimos a las autoridades en el mensaje del día de la tierra lo seguiremos pidiendo. Es parte de nuestra misión.
Con el mayor respeto seguiremos expresando nuestro NO, a la explotación de esta mina y al traslado del material por el puerto. Nos están privando de disfrutar de lo más hermoso que tiene Barahona.
Se debe poner en la balanza que es lo mejor a largo plazo. No todas las rutas de desarrollo garantizan un buen fin. Perdone una vez más por la confianza, pero capté en usted cuando vino a mi casa actitud de escucha.
Dios le bendiga mucho.
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