Por: Iván De La Cruz
Llueve acá en la Capital, cae agua del cielo, se mojan las calles… Se irá el sofocante calor… Llueve y se mojan las plantas que mueren de sequía… Llueve qué bueno!!!
Llueve, y mi mente se va al Batey romántico de aquellos tiempos en que ver caer agua del cielo era algo mágico, y motivo para disfrutar con los amigos dando ´Canilla´ bajo la lluvia…
Llueve, y el reloj del tiempo dando marcha atrás me lleva a esos tiempos allá en el Batey, cuando al tronar el cielo, y caer la lluvia salíamos despavoridos a revisar los rincones en busca de Cangrejos…
Llueve, y mis pensamientos me hacen recordar los días que al llover nos íbamos en pandillas descalzos corriendo por esas calles de polvo y piedra a buscar los ´Caños´ de agua de “Casa” en “Casa” para bañarnos bajo sus chorros…
Llueve, y rememoro cuando emprendíamos la búsqueda del ´Final del Arcoíris´ que salía al finalizar la lluvia, y al llegar hasta los límites del Batey sin lograr ese objetivo, remontábamos caminos hasta nuestras casas empapados, pero felices…
Llueve, y mis recuerdos me trasportan a lo cálido de ´El Cayo´ al contacto con la lluvia al caer sobre sus aguas, y como nos introducíamos en sus olas para disfrutar del momento…
Llueve, y esa lluvia que cae me hace recordar a mis amigos dando carreras por todo el Batey, y luego regresar a nuestras casas cuando la última gota de agua dejaba de caer…
Llueve aquí, y mentalmente me voy allá: “Al Batey”… Porque aunque salí físicamente hace más de treinta (30) años del Batey, mis sentimientos por nuestro Terruño se han quedado sembrados eternamente allá…
Llueve, y el recorrido del agua lluvia, igual como corre el indetenible tiempo, no logran borrar los recuerdos de aquel Batey de antaño, sino todo lo contrario: “Los revive, y regresan con cada Lluvia que cae”…
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