Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
Sócrates Andújar Carbonell, un amigo ejemplar, de trato exquisito, de una alta formación profesional, un entusiasta, trabajador incansable, emprendedor y decidido, acaba de decirnos adiós, dejando en el vaivén del recuerdo, los susurros de sus sabios consejos y atinadas orientaciones.
Padre, hijo y esposo amoroso, con frecuencia platicábamos sobre el amor que le profesaba a su adorada madre, todavía le decía mami a doña Clara. Amaba a Fany, su esposa de toda la vida, con vehemencia, pureza y mucho respeto; recuerdo que estando juntos en Vicente Noble, el tema de la noche era el amor a su esposa e hijos.
Sócrates tuvo ideas de avanzada, siempre anduvo dos pasos delante de sus coetáneos, se involucraba en proyectos de inversión y desarrollaba toda una plataforma innovadora, que repercutía en las células de la sociedad, se mantenía en constante estudio y enriquecimiento intelectual.
Fue reformista de toda la vida y a carta cabal, en la actualidad era el presidente del Frente de Profesionales y Técnicos del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC). Publicó los libros “Derecho agrario moderno en la República Dominicana”, “Joaquín Balaguer, el gobernante, un hombre para estas horas”, entre otros.
Este noble hermano, este gran amigo, ha muerto de forma repentina, en la paz de su hogar, sin dolor ni agonías; pero su partida nos lacera el alma, su despedida se empotra en un presente sempiterno, y un dolor se poza de manera constante en nuestra memoria.
Imagen de la naturaleza es la vida del hombre: sus funciones se identifican en cada uno de sus detalles y en una síntesis fatal se reasume todo el objeto de la creación: nacer y perecer.
En la tumba concluyen todas las esperanzas, se desvanecen todos los deseos, se hielan todos los amores, se pierden todas las ilusiones.
Ahora, que caminas al encuentro con el creador, pido a Dios mantenga iluminada tu senda y que tu ausencia física no sea el término, sino un principio de otra vida mejor y más duradera, que Dios lleve consuelo a tus deudos. Oh ¡santas creencias! Preciosa fe que guías a los mortales. Tú a los afligidos, consuelas con la esperanza de volver a habitar el mundo de los espíritus y de los ángeles. Tú haces al alma inmortal para que todo no perezca, para que alentados con tan halagüeña idea suframos resignados las miserias que nos rodean, a fin de hacernos dignos más tarde, de gozar todos reunidos en el banquete celestial, la vida de la inmortalidad.
Hoy inclino mi frente, y en el silencio de mi conciencia te digo: DIOS TE ACOMPAÑE QUERIDO HERMANO MÍO.
También te podría interesar
-
La sociedad del siglo XXI. Una mirada sobre las profundas transformaciones en el ámbito político, económico, social y tecnológico.
-
FAMILIABATEYERA.COM
-
Los desaciertos del gobierno del cambio. Un monumento a la improvisación que preocupa al pueblo dominicano.
-
Vieja costumbre al tomar café que aún pervive en Duvergé
-
En memoria de Gustavo Terrero