De maquinillas de escribir se trata…

Por el Dr. Rafael Leonidas Pérez y Pérez.

Nos dice el Dr. J. Marino Incháustegui en su «Historia Dominicana 1844-1930», que «en las postrimerías del siglo XIX un grupo de revolucionarios dio muerte al presidente Lilís (esto fue en Moca a las tres de la tarde del miércoles 26 de julio de 1899, Día de Santa Ana, rlpp). Los inventos y la ciencia iban a acelerar entonces el progreso del país.

En esa época llegó a nuestra República, probablemente primero a Montecristi, la máquina de escribir, la cual revolucionó completamente el funcionamiento de las oficinas.

Como antes era necesario escribir todo a mano, las personas que tenían bella letra obtenían fácilmente cargos de secretario, aun cuando fueran escasas de inteligencia.

Cuando llegó la máquina de escribir los de buena letra fueron sustituídos por los mecanografistas, quienes debían tener conocimientos de gramática y redacción de correspondencia. El trabajo comenzó a realizarse más rápidamente y con más eficiencia hasta el grado de perfección obtenido en la actualidad.»

En nuestro Duvergé, todavía hasta principios de la década de 1950, en la casa de madera que fue de Pablo H. Medrano (padre de Popín, esposo de la profesora Chea Pastor, etc.), que estaba entre la de Mané Matos y la de Babay en la calle La Altagracia, hoy casa demolida y que dio lugar a una de bloques, etc., de Cieguito el prestamista; funcionaba el trujillista «hasta la cepa» Partido Dominicano (antes de que se terminara de construir en el 1952 el edificio -«Palacio»- que lo alojó y donde hoy está el Destacamento de la Policía Nacional).

Para 1949 o 1950, el tío Fermín Gambao, estudiante en la Escuela Normal Semioficial «Enriquillo», hoy Liceo Secundario «Enriquillo» (nombre dado en honor al cacique del Bahoruco, sierra que en parte pertenece al municipio de Duvergé), oficializado el 2 de noviembre de 1962 y que iba a ser nombrado Cristóbal de LLerena en recordación de ese religioso, catedrático y dramaturgo dominicano que marcó el nacimiento del teatro en el Nuevo Mundo; firmó junto a mi padre y los hijos de Abraham Pérez: Cosita y Jorgilio, una carta que envió a la capital a Trujillo, el «Benefactor de la Patria», solicitándole una máquina de escribir para ellos aprender mecanografía en su comunidad.

Como a los quince días, llegó la máquina de escribir solicitada, a Duvergé.

La fue a buscar al local del Partido Dominicano mencionado, donde la habían remitido para su entrega como obsequio personal de Trujillo.

Dice mi padre que aunque fue un obsequio personal, valió para que con esa máquina Underwood de rolo largo, se hicieran en una especie de escuela comercial pública con un «método» (que el tío Fermín Gambao había adquirido), mecanógrafos mi propio padre (a la sazón con el octavo curso recientemente aprobado), el tío citado, y muchos otros compueblanos como Confesor el exfiscal, etc., Críspulo Pérez y Pérez (Neris), hijo de Elio A. Pérez y Pérez; Rafael Fino, etc.

Este aprendizaje valió para que ocuparan posiciones públicas como el tío Fermín Gambao que llegó a ser Escribiente del Juzgado de Paz de Duvergé, mi padre que fue Escribiente del Juzgado de Paz de Jimaní, Cosita y Jorgilio que se «engancharon» a la guardia con esa base, etc.

Rufino Pérez Mella en Duvergé llegó a tener mucho antes, su maquinilla de escribir también Underwood pero de rolo más corto.

El 5 de diciembre de 1959, se funda en nuestro pueblo, el Instituto Comecial «Duarte».

Allí, más tarde, bajo las directrices de mi profesor y pariente, Dominiche Leonidas Pérez y Pérez, egresé como mecanógrafo.

Supervigilado por la Cámara de Comercio de Jimaní, a la vez subvencionada por el Estado, en el 1960 se crea en Duvergé el Instituto Comercial «María Trinidad Sánchez».

Allí se hizo mecanógrafo mi amigo-hermano Barey.

Ya ven ustedes como estamos ahora bregando con PC, internet, etc.

(El Raso Escribiente Rafael Leonidas Pérez Peña, P. N., en 1963, fajado en su maquinilla de escribir).

 

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