Por el Dr. RAFAEL LEONIDAS PÉREZ Y PÉREZ.
Ñango o ñanga según el diccionario Larousse, es un americanismo que quiere decir desgarbado, débil, anémico.
En el municipio sudfronterizo de Duvergé, su lar de origen, Ñango es uno de sus personajes pintorescos.
Pasamos juntos de niños a adultos regalándonos alegría.
Todavía es una cantera de chistes hilarantes.
Es un cómico innato como el también compueblano Boquilla. Este último, en cierta ocasión en el “Teatro Pueblo” de la ciudad de Duvergé, logró su objetivo de escuchar una carcajada colectiva salida del público que abarrotó la mediana sala (esta tenía bancos de madera, piso de tierra, “techo al aire libre” –sin techo como el desaparecido «Iris», autocinema capitalino de «La Feria», pero no sin causar “estrés de lluvia”–) al “querer quemar” a todos los presentes con una palma seca que “intentó prender” con las llamas de una escena de la película que se proyectaba, broma de Boquilla que quitó al público su concentración en la pantalla, en el preciso momento en que se tenía que seguir la trama.
Ñango se ufana de su fealdad.
Caminaba toda la ciudad cuando niño, con sus grandes pies planos descalzos, moviendo su cabeza como una hicotea.
Cierta vez siendo adolescente, decidió participar en un concurso de feos en un programa de televisión en Santo Domingo.
Todo Duvergé esperaba llevarse el primer lugar a través de su hijo Ñango.
Pero… ¡oh desilusión!, otro feo nativo de otra comunidad, derrotó a Ñango que quedó en segunda posición.
-¡No, no, no, no es justo! –protestó el concursante.
-¡Yo gané el primer premio! –reclamó.
-¡Yo soy el más feo! –insistió.
Aun hoy, Ñango en Duvergé sigue reclamando lo que él entiende su primer lugar ganado en buena lid.
Seguiremos escribiendo sobre el famoso “grifo” duvergense, inagotable fuente de anécdotas jocosas.
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