El DR-CAFTA. Un tratado que pone en peligro el sector arrocero dominicano.

Por José A. Mateo Gil

Los tratados internacionales, son el resultado de acuerdos entre los paises firmantes que, de acuerdo al ordenamiento juridico mundial, adquieren una categoría superior a las leyes de cada país participante. En el año 2004, la república dominicana, a través del Tratado de Libre Comercio de Centro America y el Caribe, firmó con los Estados Unidos el acuerdo que, en lo adelante, se denominaría con las siglas DR- CAFTA. Para la ocasión, el país fue el último en presentar los tèrminos de referencia de dicho Tratado, razón por la cual, fruto del corto tiempo de que disponía para afinar la propuesta del gobierno de turno presidido por el expresidente Hipolito Mejía, algunos renglones de la producción nacional quedaron a merced de la buena voluntad los negociadores de la contraparte. Desafortunadamente, muy a pesar de la calidad profesional de los tecnicos dominicanos que integraron la comisión negociadora, el renglon de producción nacinal de arroz quedó prácticamente desprotejido.

El hecho de que el gobierno dominicano de entonces decidiera a última hora negociar conjuntamente con un bloque de paises de la región, hoy, nos guste o no, el país se encuentra atadó de pies y manos para tratar de buscar una salida negociada con las autoridades norteamericanas, en lo que respecta a la aplicacion de tasa cero a la importación de arroz prevista y establecida en el DR-CAFTA a partir de enero del año 2025. En los términos en que se firmó esta negociación, es inminente las consecuencias futuras en detrimento de la producción nacional del cereal. Por una razón muy sencilla, la producción de arroz en Estados Unidos con vocación exportadora, está subsidiado, lo que implica una evidente competencia desigual con los productores nacionales de los demás paises comprometidos con el tratado de libre comercio.

En situaciones como estas, cualquier iniciativa tendente a solicitar la revisión de algunos rubros que afecten a la producción nacional, debe tramitarse a través del bloque conformado por las demás naciones signatarias del acuerdo. Tales como: El salvador, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominica y Estados Unidos. La república dominicana fue el último país en incorporarse de manera formal al DR-CAFTA. Sin embargo, es el primero en intentar buscar una solución negociada al tema de la importación de arroz. El arancel tasa cero de uno de sus principales productos de la canasta básica del pueblo dominicano y demás paises de área, sepultaría de una vez y para siempre a los productores de este importate cereal de la dieta diaria. Es un gran desafio para la presente gestión de gobierno, conciliar el respeto a un acuerdo de trascendencia internacional, cuya violación pudiera generar al país sanciones por parte de la organización mundial del comercio (OMC), y preservar la protección de uno de los renglones más importantes de la economía dominicana como lo ha sido el sector arrocero.

De acuerdo a estadísticas del ministerio de agricultura, la república dominicana produce 14 millones 500 mil quintales de arroz al año, en una extensión territorial de 2.9 millones de tareas de tierra dedicada a este cultivo. Donde intervienen unos 30 mil productores del cereal en todo el territorio nacional, de los que, el 45% de estos productores corresponden a la reforma agraria con parcelas de entre 20 y 75 tareas por familia. El restante 55% de los parceleros corresponden al sector privado. En lo que respecta a la demanda, el pueblo dominicano consume alrededor de 1 millón de quintales por mes, equivalente 33.333 quintales de arroz por día. En tanto que, el consumo percapita en el país ronda las 127 libras de arroz al año, siendo este uno de los promedios de consumo más altos en america latina.

La producción de arroz en la república dominicana, satisface mas del 90% de la demanda nacional. Aunque la productividad es excesivamente baja debido a que el proceso de siembra, preparación de terreno, labores de corte y recolección se realiza de manera parcialmente artesanal, el país ha logrado satisfacer, casí en su totalidad, el consumo interno de la población . Por consiguiente, con la introducción de tecnologias de punta al sector, se pudieran lograr mejores resulrados en beneficio de los parceleros y del pais. La mecanización del sector arrocero elevaría de manera significativa la productividad, no solo para garantizar la seguridad alimentaria del país, sino para competir en el mercado regional del cereal. En la última decada, desde el 2011 a la fecha, solo se ha logrado un ligero incremento en la producción de arroz, pasando de 4.23 quintales promedio por tarea a 4.56.

En este contexcto se desenvuelve la produccíon nacional de arroz. Por lo que, para impedir la catastrofe en el sector a partir de enero del 2025, se deben intoducir cambios significativos en el proceso de producción que permita un incremento en la productividad. Las exenciones impositivas a maquinarias y equipos que se utilizan en la producción, los fertilizantes con arancel tasa cero, así como también, facilitar financiamientos con un interés preferencial para los productores, entre otras medidas, pudieran atenuar el impacto de la importación tasa cero del cereal. Le corresponde a los tecnicos del gobierno elaborar una propuesta donde se evalúen la factibilidad de si con estas medidas, algunas de las cuales son caracter administrativo, el país pudiera lograr compensar el monto equivalente al impuesto que se le aplicaría al arroz importado, en el caso de que se respeten los terminos del tratado. El resultado de esta evaluación pudiera arrojar luz al presidente para salvar la situación interna establecida por el DR-CAFTA para el año 2025.

Las recientes declaraciones del presidente de la república, donde asumió el compromiso de no abandonar al sector arrocero, más que una promesa fueron declaciones cargadas de deseos y buenas intensiones. El refranero popular no se equivoca cuando dice » Del dicho al hecho hay mucho trecho «. Aunque el presidente Abinader no fué el responsable de los términos en que se firmo el DR-CAFTA en año 2004, los efectos devastadores sobre los productores de arroz que se vislumbran a apartir de enero del 2025, si no se le busca una salida favorable a los productores dominicanos, estos se irían a la quiebra, y se afectaría la imagen de la presente gestión de gobierno, debido al incumplimiento de la palabra empeñada. No tenemos razones para dudar de las buenas intensiones del presidente, pero lo cierto es, que con sus declaraciones está compelido a buscar una solución satifactoría que impida, por un lado, el colapso de la producción arrocera a nivel nacional, y por otro, que el país respete el acuerdo firmado con estados unidos y centro america para evitar sanciones de parte de la organización mundial del comercio (OMC).

En esta ocasion, el actual mandatario se encuentra en una encrucijada que él no provocó, pero tendrá que enfrentar y salir airoso. Su palabra empeñada le obliga a buscar un bajadero para que enero de 2025, no se convierta en un funeral el sector arrocero nacional. A nuestro modo de ver, las autoridades dominicanas tienen tiempo suficiente para formar una comisión que le presente una propuesta que no perjudique al productor nacional de arroz, que no afecte al consumidor, pero que posibilite honrar el compromiso contraido en el DR-CAFTA. Es una formula complicada que requiere de mentes creativas que ayuden al presidente a salir bien de esta encerrona en que se encuentra su gobierno, precisamente en un período pre-electoral.

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