Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
En la noche del día de ayer, la brújula que dirige nuestras orientaciones marcaba el Este Franco, del firmamento caía una ligera llovizna, que peinaba lentamente la cabellera de la capa asfáltica.
La cita era en la Galería de Altos de Chavón, el símbolo más icónico de los artistas dominicanos, y ahí expondría sus más recientes y mágicas producciones el hermano Fernando Tamburini. La concurrencia fue exitosa, la sala se llenó de la magia de su arte, producciones sublimes, con unos colores de matices que atrapan y embrujan a la imaginación.
Todo se conjugó para crear un ambiente perfecto, la música selecta, el público entusiasta y compenetrado, las opiniones sobre cada trabajo, donde el autor dejaba volar el pincel para regalarnos verdaderas joyas de arte, para dejarnos su esencia en cada grabado.
Si grande es la obra de este digno representante de nuestra comunidad, más grande es su magnetismo, cuando llegó a la galería todo cobró vida, su trabajo parecía hablar con sus gestos, los lienzos y la imaginación salían de su mirada, por los poros brotaba la alegría de un corazón que se complacía de ver a tantos amigos en su compañía.
He visto muchas exhibiciones de arte, pero como ésta es imposible volver a mirar, sencillamente Fer es sublime, es universal, ha marcado su propio sello y labrado su propio éxito.
Felicidades para mi hermano FERNANDO TAMBURINI.
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