Las Reformas del Gobierno del Cambio. Una iniciativa necesaria pero carente de creatividad.

17 de octubre de 2024.

Por: José A. Mateo Gil.

Los pueblos, en cualquier lugar del planeta donde se encuentren, reaccionan cuando sus gobernantes intentan introducir cambios que afectan los intereses de la gente y los agentes económicos a que pertenecen. La palabra cambio, desde el punto de vista etimológico, toma en cuenta la significación y la forma de lo que se quiere expresar. La presente gestión de gobierno tomó como tema de campaña la palabra «CAMBIO». Una estrategia elaborada para crear confianza en la población votante. La utilización de este término ha dado resultados extraordinarios al posicionamiento del oficialismo para facilitar la gobernanza en su segundo período de gobierno.

Sin embargo, el tan publicitado cambio, puede ser interpretado de acuerdo al cristal con que se mire. Para los defensores del oficialismo, el cambio es hacer algo diferente a las ejecutorias de sus antecesores, para garantizar impulsar avances significativos en favor del pueblo. Para la oposición política, lo que el oficialismo está haciendo es ejecutar iniciativas diferentes, para obtener como resultado lo mismo que intentaron cambiar. En tanto que, para la mayoría del pueblo dominicano, que no está afiliado a ninguna organización partidaria, con la política económica introducida por el gobierno, en vez de lograr avanzar para consolidar el citado cambio, el país está retrocediendo a paso agigantado.

De acuerdo a lo expresado por líderes de la oposición, y un segmento importante de la población, en los gobiernos del PRM, el país ha retrocedido. Por un lado, en el sector eléctrico, donde se han intensificado los apagones y aumentado de manera desproporcionada el subsidio del gobierno a dicho sector , como resultado de un incremento en las pérdidas de las empresas distribuidoras. Por otro lado, el desorden y deterioro del sistema educativo, donde los indicadores de gestión arrojan precarios y preocupantes resultados, entre otros servicios públicos que en gobiernos anteriores funcionaban de manera satisfactoria. Esta situación que está a la vista de todos, proyecta altos niveles de ineficiencia en la gestión de las presentes autoridades en los últimos 4 años.

En medio de estas dificultades, el Presidente Abinader inicia su segundo período de gobierno, con la presentación de 13 reformas, que nadie le pidió, pero que forma parte de su agenda gubernamental. La Constitución de la República lo faculta para hacer lo que él considere que es saludable para garantizar los mejores intereses del pueblo. No obstante, a esa prerrogativa, el refranero popular dice «Que de buenas intenciones están hechos los caminos del infierno». Los buenos deseos y las buenas intenciones del Presidente de la República no están en discusión. Lo que, si preocupa al pueblo, es el hecho de que el primer mandatario tome decisiones a la carrera, poco procesadas y carentes de creatividad. Motivadas talvez, por un equipo de asesores desconocedores de la realidad que vive el pueblo dominicano, ignorando las posibles consecuencias que pudiera desencadenar la puesta en marcha de estas reformas, tal como el ejecutivo la envió al congreso nacional.

La reforma constitucional fue aprobada por la asamblea revisora sin mayores contratiempos, aunque al margen de ser consensuada, debido a la imposición de la mayoría de senadores y diputados con que cuenta el oficialismo. En cambio, al introducir la reforma de modernización fiscal, el pueblo ha reaccionado de manera decida, forzando a la asamblea revisora a realizar vistas públicas que garantice el consenso para hacer los ajustes necesarios a esa pieza legislativa. De forma tal, que la carga impositiva sea progresiva, para que paguen los sectores de poder, liberando así a la clase media y baja del colapso total de su capacidad de compra.

Las vistas públicas que aperturo la asamblea revisora, han generado acaloradas intervenciones que han sacudido la conciencia nacional. A tal punto, que el Presidente Abinader ha tenido que admitir, que se buscará un punto de consenso para revisar lo que sea necesario. Todos los sectores de la vida nacional coinciden en que la reforma fiscal es necesaria para atenuar los compromisos de la deuda, y solventar los planes del gobierno. Lo que está en cuestionamiento es la forma en que se ha planteado la reforma. Afectando de manera despiadada a la clase media y baja del pueblo dominicano. Aplicar el ITBIS a los productos de consumo diario, así como también, cobrar el IPI disminuyendo el parametro del valor de las viviendas, pasando de RD$9 a RD$5 millones, es una muestra incontrovertible de que los tecnicos del Presidente buscaron el camino más corto y fácil para conseguir los 122,000 millones que el gobierno necesita.

Estos colaboradores en materia impositiva tienen que ser más proactivos y creativos para buscar en otros renglones de la economía los recursos que necesita el estado para resolver sus necesidades más urgentes. Concuerdo con la propuesta de algunos economistas y comunicadores que plantean, que la disminución escalonada de las exenciones fiscales, y la reducción la evasión fiscal en un 50%, de los RD$480,000 millones de evasión que hay en la actualidad, acompada de la aplicación de sanciones estrictas y ejemplificadoras a los evasores, pudieran conseguir un monto superior a lo propuesto por el gobierno, sin afectar la base de sustentación que dio origen al triunfo del PRM en las elecciones recién pasadas.

Escuchar la reacción de la gente, respecto a la reforma fiscal, debe ser la decisión más inteligente del gobierno de Luis Abinader. Los reclamos de la sociedad que se expresaron en el Congreso Nacional, en momentos en que aperturo la vista pública, en un ejercicio democrático y de evidente empoderamiento de los expositores, evidencia la falta de creatividad de los proponentes de la reforma. Si bien es cierto que el gobierno necesita recursos para cubrir sus necesidades, y que esto debe lograrse a través del sistema impositivo. No es menos cierto, que existen otros renglones de la economía que pudieran aportar lo requerido, sin la necesidad de afectar la parte más sensible del presupuesto familiar, como lo es la ampliación de la base del ITBIS, disminución del valor de la vivienda para el cobro IPI, y el aumento del impuesto al ahorro a los sectores de la clase media y baja. Que en definitiva, estos son los que siempre llevan la carga más pesada de la política fiscal del gobierno. Para el pueblo, la propuesta fiscal que aún permanece en el congreso para fines de aprobación, es difícil de digerir, por el hecho de que, castiga al que cumple con sus compromisos fiscales, dejando intacto a los evasores, cuyo monto asciende a RD$480,000 millones. El pueblo llano, no debe pagar por la ineficiencia del gobierno en el cobro de los impuestos a los grandes contribuyentes.

Es por esta, entre otras razones, que es mandatorio la puesta en marcha de un estudio minucioso de estas dos variables (exención y evasión fiscal) para buscar alternativas que permitan resolver el impase que ha generado la propuesta de reforma fiscal que el ejecutivo envió al Congreso Nacional para fines de aprobación. En reiteradas ocasiones el Presidente Abinader ha dado muestras de ser un hombre sensato, que rectifica cuando se ha equivocado. Por lo que, no veo razones para pensar que actuaría diferente en los actuales momentos. Es evidente, que la reforma, tal como ha sido planteada, pone en riesgo la estabilidad política y social que disfruta el pueblo dominicano. En consecuencia, apelamos a la ecuanimidad que ha exhibido el Presidente de la República, para que, en esta ocasión, de un paso al frente, introduciendo los cambios que el pueblo, que es el soberano, exige que se haga a la propuesta de reforma fiscal, y el primer mandatario puede reivindicar los 4 años perdidos de su primera gestión de gobierno en materia impositiva. De no hacerlo, a Dios que nos agarre confesados.

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