La geopolítica. Una redefinición del nuevo orden económico mundial donde se enfrentan los países emergentes contra los poderes imperiales tradicionales.

26 de mayo de 2025.

Por: José A. Mateo Gil.

En el mundo globalizado en que vivimos, la geopolítica es fundamental para entender las relaciones internacionales entre los países y las políticas de estado a implementarse. Los conflictos que hoy se escenifican a escala global, se deben en gran medida a la posición geográfica donde se encuentran los recursos naturales, que son indispensables para el desarrollo de la industria, la inteligencia artificial y la robótica. El control de estas materias primas y recursos naturales, condicionan las acciones y políticas de estado de las grandes potencias.

La confrontación entre las autoridades de EEUU y China, no solo se debe a la imposición de altos aranceles a los productos importados de ambas naciones del primer mundo, que en definitiva luce ser el detonante de una crisis, sino que lo que está en juego es la disputa por el control de los recursos naturales ubicados en lugares estratégicos del planeta, indispensables para dominar el mundo tecnológico que impone la sociedad del siglo XXI.

La población mundial está atenta al rumbo que está tomado la política exterior de las grandes potencias. Sin embargo, en lo inmediato, no se están dando cuenta que, lo que subyace en las mentes calenturientas de los líderes mundiales es el temor de ver reducido su poder hegemónico imperial bipolar, donde en el pasado dos potencias lo controlaban todo, y hoy emerge como un gigante un mundo multipolar donde las economías emergentes son dueñas y controlan una parte del pastel.

En tal sentido, esa resistencia al cambio de paradigma, es lo que le da vigencia a la utilización de las estrategias que la geopolítica le proporciona. Esta herramienta constituye un arma letal para proteger la seguridad nacional, identificar las amenazas, y desarrollar la política de estado más conveniente para proteger sus intereses. El control del petróleo, minerales, tierras raras, y el recurso agua que escasea en algunos lugares del planeta, son los elementos que en la actualidad garantizan la sobrevivencia del poder económico, político y social de las grandes potencias.

La geopolítica es una formidable herramienta para controlar los intereses imperiales en territorios ajenos. No es producto de la casualidad que los chinos han mostrado un interés especial por incursionar en América Latina. La mayoría de los países sudamericanos, ante el abandono de Estados Unidos, que se preocupó más por el control del petróleo en Medio Oriente, que por la debilitada economía de sus vecinos latinoamericanos, han establecido relaciones comerciales y diplomáticas con china continental.

Estos empobrecidos países tercermundistas, concertaron una alianza estratégica con el gigante asiático. Xi Jinping, ni tonto ni perezoso, con una diplomacia que no duerme, ha logrado conquistar a estos pueblos sudamericanos, que para relanzar sus economías necesitaban recursos frescos. Del 2005 al 2021, los chinos han prestado US$137 mil millones de dólares a Sudamérica. Esta región de América Latina cuenta con 420 millones de habitantes, convirtiéndose en un mercado alternativo para la economía china, siendo esta una razón fundamental para que Xi Jinping, con una visión de futuro, resistiera los ataques arancelarios de Trump.

Las relaciones comerciales de China con esta región mueven aproximadamente US$307 mil millones de dólares, y se estima que para el 2035 se incremente a US$700 mil millones de dólares. Con esta estrategia geopolítica, los chinos persiguen:  Por un lado, tener control del litio, el agua, y otros minerales en esta región del mundo. El acuífero Guaraní se encuentra en Brasil, y tiene la reserva de agua más grande del planeta. Así como, el triángulo del litio ubicado entre Bolivia, Chile y Argentina, cuenta con una reserva de aproximada de un 70% del litio del planeta.

Y, como si todo fuera poco, desde Sudamérica, China pretende vigilar y controlar los pasos de EEUU dada su cercanía con la región. En la Patagonia de Argentina se encuentra una importante estación espacial, en Perú se está construyendo un puerto militar, cuya inversión anda por los US$450 millones de dólares, en Venezuela han invertido en la explotación intensiva de los pozos petroleros, entre otras inversiones en la región.

La política impositiva de Trump como estrategia proteccionista, está provocando distorsiones en la economía global, a tal punto que, China, que es el más afectado por esas órdenes ejecutivas, está respondiendo no con misiles ni armas de destrucción masiva, sino con medidas de políticas monetaria que están afectando de manera sensible al dólar norteamericano. Luego de las medidas implementadas por Trump, el líder del gigante asiático dio instrucciones a su Banco Central para que la compra de petróleo se realizara a través de la moneda china, el yuan. 

En la actualidad, US$725 mil millones de dólares que los chinos destinaban para importar petróleo, ahora estas transacciones se realizan utilizando como moneda el yuan. Han pasado de un 19% de las importaciones de combustible en China que se pagaban con yuan en el 2019, a un 41% en el año 2022. Lo que significa que gradualmente se está sustituyendo el uso del dólar por el yuan chino.  Tanto Rusia, como Irán, y el transporte marítimo de Egipto, están aceptando la moneda china como medio de pago.

Esta estrategia de Xi Jinping, de contra atacar con medidas de política monetaria, fortaleciendo su moneda, que, dicho sea de paso, está avalada por una reserva en oro como respaldo, y esto ha provocado que, en los últimos meses los grandes productores de petróleo y otras naciones importantes como la india, se están inclinando a realizar transacciones económicas utilizando como medio de pago la moneda oficial del gigante asiático.

Esta guerra comercial que se protagoniza entre los Estados Unidos y China, es solo la punta del iceberg, no se detiene solo en el tema impositivo, sino que ambas potencias están al acecho, moviendo las piezas del ajedrez político en función del movimiento estratégico del otro. Las variables de la geopolítica entran en acción, Estados Unidos tiene bases militares que bordean todo el mar del sur de China Meridional, por donde pasa el 30% del comercio mundial.

La presencia militar de Estados Unidos en la región garantiza mantener el equilibrio geopolítico de zona. Sus bases militares están enclavadas en cuatro países aliados, tales como: Japón, Taiwán, Filipinas, y Vietnam. Desde ahí pueden vigilar los movimientos de China en la región. Esta es una de las áreas más apetecibles en el orden de la geopolítica mundial de las grandes potencias, debido a que es un punto estratégico dada la magnitud del flujo comercial en los mares de oriente.

Ante la situación planteada cabe preguntarse. ¿Cuál será el desenlace de este conflicto? La respuesta a esta pregunta es: «No lo sabemos». Una nebulosa se cierne sobre el futuro inmediato de la humanidad. Lo que sí sabemos es que el mundo está atento a esta guerra comercial entre las potencias más poderosa del planeta. Todos los días surge una nueva estrategia que empeora o dificulta una solución satisfactoria para las partes. La ofensiva de uno, provoca la defensiva del otro, con políticas cada vez más letales que sacuden los cimientos de las pretensiones del contrario. Sin embargo, algo nuevo está surgiendo de estas confrontaciones, los bloques de países se están fortaleciendo. Lo que implica que, necesariamente, tiene que producirse una revisión de la política exterior norteamericana, so pena de una profundización de la crisis a escala global.

La comunidad europea se ha unificado, aunque tradicionalmente han sido aliados de EEUU, en esta ocasión están reaccionando, repudiando las cargas impositivas impuestas por Trump a las importaciones de esos países. Al igual que China, las empresas europeas están ralentizando la producción de los productos importados por EEUU, creando escases a lo interno de la economía norteamericana y por vía de consecuencia aumento de precios. Y por otro lado, la India, y el fortalecimiento del BRICS como bloque, con la incorporación de Irán, Egipto, los emiratos árabes unidos, Etiopía, indonesia, entre otros países, no pueden ser ignorados en este juego de ajedrez de la política internacional.

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