0 6 de diciembre de 2022.
Por José A. Mateo Gil
La navidad, es una fiesta religiosa que los cristianos cada 25 de diciembre celebran el nacimiento del Niño Jesus. Es una de las festividades más importantes del cristianismo, junto con la Pascua de Resurrección y Pentecostés. El 24 de diciembre de 2019, publicamos algunas reflexiones sobre el espíritu de navidad y su impacto sobre el estado de ánimo de las personas. En esta ocasión quiero compartir con ustedes algunos fragmentos del contenido de ese documento para poner en contexto las costumbres de nuestros pueblos, no sólo para los seguidores del cristianismo en estos litorales del planeta, sino a la juventud del siglo XXI, que dicho sea de paso, desconoce los hábitos y costumbres en las fiestas navideñas de sus antecesores.
La comunidad cristiana, y otros credos religiosos, planifican las actividades que van a realizar en la última semana de cada año, aprovechando la celebración de las pascuas navideña. En los últimos años, conmemorar el nacimiento del hijo de Dios en la tierra, se ha convertido en motivo de fiestas, encuentros familiares, y derroche de dinero, más allá de lo que tradicionalmente significaba esta época del año para los feligreses. La solemnidad que la religión le impregnaba a las fiestas religiosas ha cambiado. ¡Y de qué manera!. El comercio y los centros de diversión son los más beneficiados en esta época del año. La gente, y más específicamente la juventud del presente siglo, desconocen el origen de estas fiestas, fijando su atención única y exclusivamente a los «teteos» en los sectores populares, y a las veladas suntuosas en los sectores de la clase media y alta. En ambos casos, no está en su agenda participar en las celebraciones que dieron origen a esta época del año.
En un pasado no muy lejano, asistir a la iglesia con propósitos evangelizadores, sacar un tiempo de calidad para reflexionar sobre nuestra vida espiritual, pedir a Dios bienaventuranzas para el nuevo año, entre otras costumbres propias de las pascuas, fue un tema obligatorio para los feligreses y personas creyentes de la venida, vida y obra de nuestro Señor Jesucristo. En cambio, para la presente generación, la navidad se ha convertido en una magnífica oportunidad de negocios para el comercio a escala mundial. El hombre de hoy, planifica durante once meses lo que haría en la última semana de diciembre para celebrar la noche buena, navidad, año nuevo, y día de los Santos Reyes.
En los últimos años, la celebración de los Santos Reyes ha perdido vigencia. Ha sufrido una metamorfósis, que no se compara con la celebración de la niñez de los siglos anteriores. En el pasado la llegada del 5 de enero en la noche, era todo un acontecimiento. Los niños se acostaban temprano y le dejan hiervas a los camellos que transportaban a los reyes magos «Melchor, Gaspar, y Baltazar». Esa inocencia del niño de la época ha sido sustituida por las herramientas que la inteligencia artificial ha puesto en manos de los niños hijos de los Millennials de la presente generación. Las tables y los celulares ocupan la atención y el tiempo de ellos. El niño de hoy, desconoce, no sólo los habitos y costumbres de la celebración de las fiestas de la navidad, sino que no muestra el más mínimo interés sobre el tema en cuestión.
La navidad trae consigo, alegría, momentos de felicidad, acercamiento familiar, entusiasmo, solidaridad, pero sobre todo, el espíritu de la navidad permite que la esperanza se adueñe de todos y cada uno de nosotros, porque pone fin al año que se va, dejando atrás el cansancio y los objetivos no logrados. En cambio, con la llegada del nuevo año, se abren las puertas de manera mágica, a un mundo cargado de expectativas positivas en todos aquellos que elaboran planes futuros. La suave brisa invernal, los encuentros familiares, la cena de noche buena, la instalación de los arbolitos, los aguinaldos callejeros, los villancicos, entre otras actividades, generan un cambio en el estado de ánimo y en el comportamiento de la población en su conjunto.
En la República Dominicana, por poner un ejemplo representativo de los países latinoamericanos y del Caribe, se celebran las fiestas navideñas, independientemente del matiz político que las autoridades gubernamentales quieran dar. Es costumbre de la clase política, la entrega de canastas y cajas navideñas a los sectores populares, como forma de comprometerlos para los venideros procesos electorales. Esa es una práctica recurrente en todos los países de la región. Sin embargo, el pueblo, no importa la clase social a que pertenezca, celebra las festividades navideñas cada uno de acuerdo a sus posibilidades. En el pasado, estas fiestas fueron de carácter eminentemente religiosas. Hoy, son disfrutadas a plenitud por todos y cada uno de nuestros hombres y mujeres, no importa en el lugar del planeta donde se encuentre. En nuestro país, a partir de la segunda mitad del mes de octubre, » CIMA SABOR NAVIDEÑO» activa la adrenalina del dominicano al escuchar un merengue alusivo a las navidades. A partir de entonces, todos los planes se encaminan a la llegada de la primera semana de diciembre, donde los empleados públicos y privados esperan el doble sueldo para solventar los gastos de los encuentros navideños.
Las fiestas navideñas en República Dominicana, tiene la especial particularidad de que cuenta con una cantera de artistas que cantan canciones alusivas a esta época del año. Todo inicia a ritmo de merengue: Félix del Rosario, Johnny Ventura, Milly Quezada, el Conjunto Quisqueya entre otros tantos artistas nuestros, ocupan el escenario musical de fin de año. A LAS ARANDELAS, EL VECINO ESTA BORRACHO, VOLVIÓ JUANITA, BEBO HOY BEBO MAÑANA, y un rítmico «PERICO RIPIAO» con güira, tambora y acordeón, ponen a bailar al más tímido de nuestros ciudadanos. De igual manera, el lechón asado, las luces intermitentes en los balcones de las casas, ir de compras a las tiendas, las peripecias de Santa Claus frente a los niños, las conversaciones en la mesa sobre lo ocurrido el año anterior, el borracho que deambula de casa en casa en busca de un trago de ron, el joven enamorado que lleva flores a su amada. Entre otras tantas ocurrencias navideñas, son motivos más que suficientes para que el pueblo disfrute de un ambiente festivo, característico del dominicano en esta época del año.
La navidad, que ayer era motivo de recogimiento y de reflexión, hoy es el mejor escenario para compartir en familia, para perdonar a quienes nos han ofendido, para visitar a los amigos, para regalar a nuestros seres queridos, para ir al aeropuerto a buscar a nuestros familiares que llegan del exterior. En fin, para liberarnos de la tensión y el cansancio acumulado durante todo el año. La navidad nos reconforta, nos da fuerzas para enfrentar los obstáculos que se puedan presentar en el nuevo año. Estos y muchos motivos más, son suficientes para desearles que tengan una » FELIZ NAVIDAD Y UN PROSPERO Y VENTUROSO AÑO 2023 PARA TODOS».
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