Por José A. Mateo Gil.
La República Dominicana, desde su fundación en el año 1844, ha sido testigo de grandes acuerdos políticos entre los principales actores que han aspirado alcanzar la primera magistratura del estado. Sin importar lo que tengan que hacer para lograr sus objetivos, algunas organizaciones políticas del sistema plantean alianzas carentes de estructuras programáticas en favor del pueblo dominicano, en tanto que, otros, que se han vendido como paladines de la decencia y el decoro, han claudicado, abrazándose a interés particulares, actuando como mercaderes que se venden al mejor postor. Estos negociantes de la política, solo salen a la palestra pública cundo se acercan las elecciones, cuyo único y firme propósito es llenar los bolsillos de la cúpula de las respectivas organizaciones a que pertenecen. Así como también, hacen constar como parte de dicho acuerdo, empleos para sus seguidores como compensación al apoyo brindado. Es una práctica que en los últimos años ha cobrado vigencia, con la particularidad de que la dirigencia del sistema de partidos no hace nada para erradicar esta conducta indecorosa que lesiona los mejores intereses de la sociedad democrática a que aspiramos.
En el siglo XIX, específicamente el 16 de julio de 1838, se funda la sociedad secreta la Trinitaria, presidida por Juan Pablo Duarte y nueve miembros más que mediante juramento acordaron independizar la parte oriental de la isla que había sido tomada por los haitianos en el año 1822. Esta iniciativa constituyó la primera manifestación de grupo organizado para lograr un propósito común «La Independencia Nacional». La Triniraria, cobró fuerza por la calidad de los hombres, que inspirados por las ideas de Duarte, ofrendaron sus personas, vidas y bienes para crear un estado libre e independiente, denominado con el nombre «República Dominicana». Ellos lograron articular un proyecto independentista claramente definido, que a diferencia de la Independencia Efímera de Núñez de Cáceres en el año 1821, quién no contaba con un plan perfectamente estructurado para lograr la independencia nacional, los siguidores de Duarte, como grupo organizado, obtuvieron el consenso de un segmento importante de la población de la época, para seis años después, consumar la creación de un estado libre y soberano. Desde entonces, la historia registra dos naciones en la isla. La República Dominicana al oriente y la República de Haití al occidente. Dos estados unidos por un mismo territorio, pero separados por cultura, hábitos, costumbres, y religión totalmente diferentes.
Desde la instauración del primer gobierno constitucional de la República Dominicana en el año 1844 presidido por Pedro Santana hasta nuestros días, el grupismo se ha apoderado de la actividad política. En la primera república, los seguidores de Santana, se repartieron el pastel con los seguidores de Buenaventura Báez, quienes tenían una excelente relación de amistad. La ambición desmedida de poder de ambos personajes provocó que cada uno tomara caminos distintos. Durante los 17 años de la primera república, Santana y Báez se alternaron en el poder. Solo interrumpidos por Manuel José Jimenes Gonzalez, quien había sido apoyado por Juan Pablo Duarte. Éste sólo gobernó de 1848-1849, siendo el segundo presidente constitucional de la naciente república. Con la anexión a españa, Pedro Santana sale del escenario político nacional, dejando la cancha libre a Buenaventura Báez. A raíz del triunfo de la gesta restauradora, encabezada por Gregorio Luperón, nace la segunda república, y con ella inicia un proceso de garatas con puños en la clase política, donde el grupismo y las alianzas para alcanzar el poder se convierte en el modus vivendi de la sociedad de la época. En el año 1876, Báez asúme por quinta vez la presidencia de la república, y fué destituido mediante golpe de estado en el año 1878, enviado a Puerto Rico donde fallece en calidad de exiliado.
Desaparecido Báez del escenario político nacional, el líder de la gesta restauradora, ocupó la presidencia de la república, gobernando desde Puerto Plata, y nombrando a Ulises Heureaux, su hombre de confianza y primera espada de la restauración, como Jefe del ejercito con asiento en Santo Domingo. Con esta designación, la figura de Ulises Heureaux se proyecta como hombre de armas a tomar y potencial aspirante a la presidencia la república, lo que él aprovecha para lanzarse al ruedo político de cara a conquistar el poder. En efecto, luego de restaurada la república, se inicia una ola de confrontación en el interior del Partido Azul fundado por Luperón, que desencadena en un período de inestabilidad política. En lo adelante, Pedro Antonio Pimentel, José María Cabral, Ulises Francisco Espaillat, Fernando Arturo de Meriño, Francisco Gregorio Billini, Gaspar Polanco, Cesáreo Guillermo, Benigno Filomeno Rojas, y Heureaux (Lilis), entre otros, se alternaron en el poder, agotando períodos presidenciales de corta duración. Lilis, cuya sagacidad, astucia y ambición de poder le permitieron superar a los líderes de su generación, gobernó durante el período 1882-1884, retornando al poder 1887 donde consolidó una férrea dictadura hasta su muerte en la ciudad moca el año 1899.
La llegada de un nuevo siglo, sorprende al país con una economía deteriorada y endeudada hasta los tuétanos, debido a los desatinos de los gobiernos de Ulises Heureaux. La inestabilidad política se adueña de nuevo en la patria de Duarte. Las figuras de Horacio Vasquez, Ramón Cáceres (ajusticiadores de Lilis), Carlos Morales Languasco, Juan Isidro Jiménez, Alejandro Woss y Gil, entre otros, emergen como dueños absolutos del control de los gobiernos que dieron al traste con la primera intervención militar norteamérica en suelo dominicano en el año 1916. Esta invasión se llevó a cabo por dos razones fundamentales. Primero por un tema eminentemente económico, donde los acreedores internacionales se adueñaron de las aduanas durante el gobierno de Morales Languasco para cobrar la deuda que el país heredó de los gobiernos de Lilis. Y por otro lado, el interés de EEUU, que por un asunto de geopolítica, no querían correr el riesgo de que en medio del fragor de la Primera Guerra Mundial, Alemania pudiera utilizar el territorio dominicano como plataforma para atacar al imperio del norte dada la cercanía con República Dominicana. Estas, entre otras razones, justificaron la primera intervención militar norteamericana de 1916.
Con la salida de las fuerzas interventoras de suelo dominicano, en el año 1924 se celebran elecciones, resultando ganador Horacio Vásquez, uno de los complotados para el ajusticiamimto de Lilis. Éste gobernó por seis años, debido a que en pleno ejercicio de su gestión extendió el período presidencial por 2 años más, hasta el año 1930. A partir de entonces, Rafael Leónidas Trujillo, el hombre confianza del presidente Vásquez, mediante artificios politicos y amparado en su poderío militar, logra conquistar la presidencia de la república, perpetuandose en el poder desde 1930 hasta 1961, año en que fue ajusticiado. Con la muerte del dictador, el país inaugura un período de apertura democrática que permitió la celebración de las elecciones de 1962, donde compitieron el Dr. Viriato Fiallo, representando a la Unión Civica nacional y el Prof. Juan Bosch, en representación de Partido Revolucionario Dominicano, resultando ganador este último. Siete meses después, el gobierno de Bosch fue interrumpido por golpe de estado del 25 de septiembre de 1963. Esté hecho cambió el rumbo de la vida democrática en República Dominicana. Los remanentes del trujillismo, en coordinación con la iglesia católica, una facción de la cúpula militar del ajusticiado dictador, y el apoyo del gobierno de Estados Unidos, ejecutaron el golpe de estado al gobierno del Presidente Bosch, que duró siete meses en el año 1963.
Este recorrido histórico que inicia con el trabucazo de Ramón Matías Mella la noche del 27 de febrero de 1844 en la puerta de la Misericordia, como primera manifestación sería y organizada para la separación de la parte oriental de la isla, más que un relato de los hechos acontecidos durante el período antes señalado, debe ser motivo reflexión para la clase política y los candidatos que participarán en la próxima contienda electoral a celebrarse en mayo del 2024. En lo adelante, la alta dirigencia de los principales partidos que terciarian en las proximas elecciones, tienen que enfocarse en fortalecer el trabajo de los líderes provinciales, elaborando estrategias claramente definidas de cara a ganar las elecciones congresuales y municipales en las diferentes demarcaciones de la geografía nacional. Las alianzas, amarres, y acuerdos políticos, constituyen el gran desafío de los dirigentes de las organizaciones que participarán en estos comicios. Y para ello, un año es un periodo de tiempo más que suficiente para lograr tales propósitos.
Históricamente, cada cuatro años, cuando se acerca el proceso electoral, los partidos políticos mayoritarios del sistema buscan acercamiento con las demás organizaciones que participarán, tanto en la elecciones congresuales y municipales, como en las presidenciales. A diferencia de cuando las ideologías jugaban un papel estelar para concertar alianzas programáticas tendentes a formular objetivos comunes en favor del pueblo, hoy la conveniencia política, la repartición de cargos, y el enriquecimiento ilicito, son factores que definen el espíritu de los acuerdos y alianzas en los procesos electorales de la sociedad «moderna» en que vivimos. En el año 1996, por poner un ejemplo, la conformación del frente patriótico tenía su razón de ser, tanto para el PLD, como para el PRSC. Ambos tenían motivos más que suficientes para impedir el triunfo del PRD.
Desde la óptica del PLD, la cúpula de ese partido sabía que la única forma de conquistar el poder era mediante una alianza con el reformismo y otras organizaciones minoritaria. En tanto que, para Balaguer, quien conocía la situación de salud del Dr. José Francisco Peña Gomez, era inaceptable el triunfo del PRD, por el hecho de que Fernando Álvarez Bogaert iría como candidato a la vice de Peña Gomez, y de producirse la muerte de éste, se convertiría en presidente de la república. El Dr. Balaguer, se fué un enemigo impenitente de Álvarez Bogaert, por lo que, previendo esa posibilidad decidió apoyar al candidato del PLD, Dr. Leonel Fernández, quien ganó las elecciones, gobernado durante el período 1996-2000, y luego retornando al poder 2004-2012. En esa ocasión la alianza PRSC-PLD funcionó de manera positiva en favor del Dr. Leonel Fernández. Otra alianza exitosa en el siglo XIX , fué la de Ulises Heureaux, quién dotado de una inteligencia política inusitada para la época, logró concitar el apoyo del Partido Rojo de Buenaventura Báez, del Partido Azul de Gregorio Luperón, y otras ideologías políticas para ganar las elecciones, agotar cuatro períodos presidenciales y perpetuarse en el poder hasta el año 1899. En ambos escenarios las alianzas, acuerdos, pactos o como se les quiera llamar, determinaron el triunfo de los candidatos de sus respectivos partidos.
El proceso electoral que se avecina, a diferencia de las anteriores contiendas electorales, será complejo y difícil para hacer pronósticos sobre quien será el ganador en primera vuelta. Desde el ajusticiamiento de Trujillo a la fecha, las elecciones se definían entre dos fuerzas políticas virtualmente polarizadas. En el 1962, el PRD contra Unión Cívica. En 1966, PRSC contra PRD. En 1970, PRSC contra PRD. En 1974, PRSC contra el Partido Demócrata Popular, porque el PRD se abstuvo de participar en las elecciones. En 1978, PRSC contra PRD. En 1982, PRSC contra PRD. En 1986 PRSC contra PRD. En 1990, PRSC contra PLD. En 1994, PRSC contra PRD. En 1996, PRSC contra PRD, y en la segunda vuelta PRD contra PLD. En 2000, PRD contra PLD. En 2004, PLD contra PRD. En 2008, PLD contra PRD. En 2012, PLD contra PRD. En 2016, PLD contra PRM. En 2020, PLD contra PRM. Como se puede observar, desde el inicio de nuestra vida democrática, los procesos electorales se ha desarrollado en el marco de la polarización entre dos partidos mayoritarios. En esta ocasiòn, la división del PLD, y el consecuente desprendomiento de un grupo importante de su militancia, refugiandose en la Fuerza del Pueblo con su antiguo lider a la cabeza Dr. Leonel Fernández, ha provocado la conformación de tres fuerzas mayoritarias que competirán para alcanzar el poder en mayo del 2024.
En la actual coyuntura electoral se vislumbran tres fuerzas políticas con posibilidades reales de competir para alcanzar la primera magistratura del Estado. El Partido Revolucionario Moderno (PRM), la Fuerza del Pueblo (FP), y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Por un lado, de acuerdo a los resultados de las encuestas, el Presidente Abinader conserva altos niveles de simpatía de un segmento importante de la población, pero esto no es suficiente, es una fotografía del momento, y aún falta un año para la celebración de los comicios, razón por la cual, cualquier cosa puede pasar, puesto que, el último año de gestión gubernamental, históricamente ha sido el más difícil de cara a una reelección presidencial. Y por otro lado, la Fuerza del Pueblo y el PLD se disputan el segundo y tercer lugar como fuerza de oposición, que de acuerdo a las encuestas, la Fuerza del Pueblo ha logrado crecer como resultado de la renuncia de la militancia del viejo partido para pasar a formar parte de la FP .
Desde el inicio de nuestra vida democratica, alrededor de un 10% de los votantes, decide a última hora a quién le daría su voto. Es precisamente ese segmento de la población que, en su momento se le denominó como la «MASA SILENTE», que a última hora inclina la balanza para dar el triunfo a uno u otro candidato en particular. En todo proceso de reelección de un presidente en ejercicio, el triunfalismo del oficialismo nubla los sentidos de sus funcionarios y dirigentes. Si los reeleccionistas no entienden las razones porque ganaron, mucho menos van a entender las razones por las cuales pudieran perder las elecciones del 2024. No tengo la menor duda de que, la división del PLD, la necesidad que tenía el pueblo de sacar a Danilo Medina y su camarilla del poder, y la estrategia que utilizó el Leonelismo, que al ver que no tenían posibilidad de ganar las elecciones del 2020, prefirieron dar el voto al PRM para sacar a Danilo del Palacio Nacional, fueron las tres factores fundamentales que determinaron el triunfo de Luis Abinader y el PRM. Esta decisión de los leonelistas explica la baja votación de la Fuerza del Pueblo en esas elecciones. Y el tiempo se ha encargado de poner en contexto la realidad de los votos con que cuenta la Fuerza del Pueblo, tal como está evidenciado en los resultados de las últimas encuestas.
Las elecciones del 2024 pondrán a prueba las pericias y experiencias políticas de la dirigencia de los tres partidos mayoritarios, en lo que respecta al tema de las alianzas. Los líderes de la oposición deben de hilar fijo para la conformación del pretendido bloque opositor con miras a las elecciones congresuales y municipales de febrero. La Fuerza del Pueblo como líder opositor, debe ponderar con cabeza fría la factibilidad o no de un acuerdo con los demás partidos del aspirado bloque. Por hecho de que, las dos fuerzas mayoritarias opositoras son alas del mismo pájaro y las virtudes y falencias de una de las alas, afectaria de manera indefectible a la otra .
El debilitamiento del PLD, y la falta de credibilidad de su cúpula dirigencial, presenta un nuevo escenario para las elecciones del próximo año. Un semento importante de la base de ese partido, ha pasado a formar parte de manera espontanea a la FP, lo que ha provocado conformación de tres fuerzas políticas que rompen la tradicional polarización en antiguas contiendas electorales. La inteligencia politica de la dirigencia de esas tres fuerzas, una vez mas se pondrá a prueba en las elecciones que se apróximan. El Presidente Abinader y el PRM, están compelidos a ganar en una primera vuelta. Por una razón muy sencilla, aunque el partido de la estrella amarilla se encuentra en una situación delicada por los actos de corrupción que se les imputa, en adición al transfuguismo de su militancia hacia la FP, no podemos perder de vista que este es el partido más grande de la República Dominicana, y que su fraccionamiento no aunenta el caudal de votos del oficialismo, sino que estos favorecerían al Dr. Leonel Fernánez. Subestimar al PLD y a FP, es un error político que pudiera generar consecuencias irreparables. En este momento el partido morado parecería estar como un león dormido y herido, que si despierta, puede dar tremendo susto al oficialismo, como competidor independiente, o como aliado a la Fuerza del Pueblo en una virtual segunda vuelta.
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