01 de agosto de 2024.
Por: José A. Mateo Gil
La política, como cualquier disciplina de la ciencia social, se nutre de los hechos históricos que acontecen en los pueblos, no importa en el lugar del planeta donde se encuentren. En todo conglomerado humano, se establecen relaciones de poder entre los individuos, donde el que tiene más capacidad de persuasión, firmeza de carácter, don de mando, y que ejerza influencia sobre la conducta y comportamiento de la gente, es el que adquiere la categoría de líder. En la actividad partidaria, el liderazgo que se le imputa a una persona tiene que ver con su capacidad creativa para convencer al electorado de que él es el dueño de la verdad y que no va a defraudar a sus seguidores a la hora de conquistar la primera magistratura del Estado.
Cuando los líderes de los partidos políticos llegan al poder, los presidentes en ejercicio, luego de uno o varios períodos de gobierno, pierden la perspectiva cuando se aproxima el fin del período presidencial por el cual fue elegido. Algunos, avalados por lo que establece la constitución en sus respectivos países, deciden continuar en el gobierno buscando una re- postulación. En tanto que otros, cuya constitución le prohíbe re-postularse, tienen la osadía de modificarla, introduciendo cambios para poder habilitarse y participar de nuevo como candidato a la presidencia. Esta es una práctica común que se repite en la mayoría de los países de la región.
A pesar de que, si esta práctica es censurada por un segmento importante de la población, mucho más repudiada es la iniciativa de un gobernante, que pierde unas elecciones y utiliza artificios jurídicos para continuar en el poder, a sabiendas de que no recibió el favor del pueblo en las urnas. Es precisamente lo que acaba de ocurrir en la hermana República Bolivariana de Venezuela. El oficialismo tenía plena conciencia de su derrota. Razón por la cual, elaboró una estrategia para desconocer el triunfo de la oposición, y la puso en práctica 4 horas después de cerrado los colegios electorales.
El proceso de la votación venezolano se desarrolló en el marco de una asistencia masiva del pueblo a las urnas para ejercer el sufragio. Así como también, el escrutinio y transmisión de los votos se realizó de manera normal y sin mayores contratiempos. El oficialismo se cuidó de no perpetuar el fraude alterando los resultados en esta fase del proceso de elección. En atención a lo acontecido en Venezuela, todo parece indicar que el presidente Maduro, al percatarse de que no contaba con el favor del pueblo expresado en la urnas, procedió de inmediato a darse un «AUTOGOLPE DE ESTADO», que equivale a decir «PERDI PERO ME QUEDO”, como cortina de humo para encubrir sus propósitos para continuar de manera ilegal en el poder.
La proclamación de Nicolás Maduro, como ganador de las elecciones de Venezuela, por parte del presidente del Consejo Nacional Electoral de la patria de Bolivar, argumentando que contaba con un supuesto 70% de lo escrutado, equivalente a un 51% en favor del oficialismo, sin tener documentos oficiales que lo avalen, fue parte de la trama del madurísmo para desconocer el triunfo de la oposición. A la fecha, cinco días después del sufragio no han podido presentar las actas originales, debidamente firmadas por los representantes de los colegios electorales.
El plan elaborado para desconocer el triunfo opositor, no se detiene con la proclamación del presidente del CNE en favor de Nicolás Maduro, sino que ante la presión internacional para que presenten las actas, que a decir de Maduro tiene el 100% de la misma, éste prometió presentarla. Si así ocurriera, estas actas serían falsificadas, con el único y firme propósito ganar tiempo, y calmar la tensión y efervescencia del pueblo. Y peor aún, el oficialismo ha desatado una ola de apresamientos y muertes a líderes de la oposición, con el objetivo de debilitar las protestas del pueblo opositor, que en definitiva parece haber ganado las elecciones.
El despropósito de las pretensiones de Maduro, de violentar los resultados de las elecciones de Venezuela recién pasadas, mediante la ejecución de un «AUTOGOLPE DE ESTADO» ha colocado a su gobierno en una encerrona, cuyo desenlace presagia su salida del poder más temprano que tarde. Ante la posición adoptada por los E.E.U.U. sobre lo acontecido en las elecciones de Venezuela, reconociendo como ganador a Edmundo González Urrutia, sumado a la respuesta de la comunidad internacional ante la posición antidemocrática asumida por el madurísmo. Es oportuno señalar que, tanto la proclamación de Maduro como ganador, así como la de Edmundo González Urrutia por los E.E.U.U. no son válidas, hasta tanto se presenten las actas originales. En consecuencia, el líder chavista está obligado a buscar una salida rápida al conflicto que él mismo generó. De no hacerlo, negros nubarrones cubrirán el firmamento venezolano.
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