QUIEN FUE JOSÉ ELEUTERIO HATTON (II-a de III)

Por: Ing. Carlos Manuel Diloné

JOSÉ ELEUTERIO HATTON: EN EL ASPECTO REVOLUCIONARIO

II-a

El fecundo genio político de José Martí pudo convencer al empresario José Eleuterio Hatton, para pertenecer al Partido Revolucionario Cubano, desde la primera visita del apóstol de la revolución cubana a Santo Domingo en 1892, siendo el primer subdelegado, en Santo Domingo, de la Delegación de Nueva York. Esto le permitió a Hatton involucrarse y participar de modo activo en todo el proceso de la independencia de Cuba.

Para lograr la independencia de una nación, hay que vencer infinidad de dificultades, es una de las mayores epopeyas  que hombre alguno pueda emprender, para Martí: “era necesario contener los exaltados ánimos de los patriotas para evitar imprevisiones y urgía remover los mil obstáculos que a diario se presentan en las grandes empresas”.

Hatton apoyó y se involucró en la guerra de independencia de Cuba, realizando aportes económicos y logísticos, recabó recursos financieros para la independencia de Cuba, arriesgó su vida, compró Goletas y alquiló embarcaciones para introducir armas a Cuba, descuidó sus empresas para dedicarse a las causas de la independencia, reclutó personal, consiguió y suministró armas y municiones para la guerra, anduvo vigilado por el gobierno español, realizó múltiples contactos y entrevistas con Ulises Heureaux (Lozano) para lograr su apoyo a la independencia de Cuba, se internó en las montañas, desde Mojarra, pasando por Bayaguana, Monte Plata y Cevicos hasta llegar a El Hatico[1], acompañado de un práctico (peón) llevando dinero consigo para entregarlo a Martí como aporte a la causa libertaria.

Participó activamente en la preparación y organización de la salida de José Martí y Máximo Gómez para Cuba, “Hay muchos documentos interesantes, surgidos desde el campo independentista y desde el campo enemigo. El informe del Vicecónsul de España en Puerto Plata, referente al primitivo plan de partida de los expedicionarios desde Santo Domingo, es un documento muy interesante en lo que atañe al dato histórico. Ya sabemos cómo y por qué se cambió la partida por Samaná, a través de la intervención de Don Eleuterio Hatton, pero este nuevo documento afirma, desde otro ángulo, el acierto en que estuvieron los expedicionarios al cambiar de ruta, puesto que, a través de las indagaciones del representante del Gobierno de España en Puerto Plata, ya estaba informada la Metrópoli del plan inicial[2].

En definitiva “la política, el pensamiento y la dirección de los asuntos de la guerra que por conducto del Delegado Plenipotenciario recibieron los representantes oficiales de Cuba…..aquellos denodados cubanos que desempeñaban la difícil tarea de representar a la República en armas, se encuentra en ella contenido. Arístides Agüero… Ulpiano Dellundé….. José Eleuterio Hatton, Femando Figueredo…

¡Cuántos nombres que traen a nuestro recuerdo el fulgor de aquella guerra de héroes y los trabajos indomables de aquella banda de cíclopes![3]

Cuando el Consejo de Gobierno Cubano escogió a los patriotas para representar a la República en armas en el extranjero, José Eleuterio Hatton fue nombrado Agente General del Partido Revolucionario Cubano en la República Dominicana, el siguiente es el Decreto de acreditación:

Tomás Estrada Palma, Delegado Plenipotenciario de la República de Cuba.

Hace saber: que en uso de las facultades que le ha conferido el Gobierno de su Nación por decreto de veinte y uno de Noviembre de mil ochocientos noventa y cinco, y en virtud de las aptitudes del ciudadano.

José Eleuterio Hatton

Le nombra Agente general del Partido Revolucionario en la República Dominicana.

Para los efectos del caso se extiende este nombramiento que firma y sella en la ciudad de New York, a los quince días del mes de Agosto de 1896.[4]

En tres ocasiones visitó José Martí a Santo Domingo, en su primera visita en 1892, Máximo Gómez aceptó el título de encargado supremo del ramo de la guerra en la organización de ese movimiento; en ese mismo viaje Martí había afiliado al Partido Revolucionario Cubano, al ingeniero José Eleuterio Hatton, propietario de ingenios azucareros y de grandes plantaciones de caña y de frutos menores, designándolo sub-delegado político del partido. Para José Martí, el apóstol de la revolución cubana, José Eleuterio Hatton, era un hombre fiable digno de su total confianza, llegando a manifestarle a Gonzalo de Quesada lo siguiente: “Pocos hombres hay de su generosidad y reserva[5].

La tercera visita de Martí, el 7 de febrero del 1895, culmina con el manifiesto de Montecristi, para ese tiempo el movimiento revolucionario había experimentado el fracaso de la Fernandina, un plan trazado por José Martí que “consistía en invadir a Cuba en tres barcos, el Amadís, el Lagonda y el Baracoa. Cada uno llevaría 1,000 fusiles, municiones y otros pertrechos, A fin de que las autoridades no sospechasen del destino de los tres navíos, los rebeldes simularían que eran trabajadores agrícolas contratados en Centroamérica. Zarparían de la isla Fernandina, la actual Longen, en las Bahamas. Uno de los barcos se dirigiría a un puerto de la Florida para recoger a Carlos Roloff, Serrafín Sánchez y 200 hombres. Otro iría a Costa Rica en busca de Maceo, Flor Crombet, Cebreco y 200 insurrectos más. El tercero emproaría hacia la República Dominicana, donde embarcarían Máximo Gómez, Borrero, Ángel Guerra, Mayía Rodríguez y los demás expedicionarios[6].

Todo se había acordado, de modo que cuando los buques se encontraran en alta mar, los supuestos trabajadores les informarían a los capitanes de los navíos su verdadero lugar de desembarco, a cambio de aumentar el costo contratado del viaje, en caso de que los capitanes se negaran a dirigirse a Cuba, entonces apresarían a la tripulación, debido a que entre los rebeldes había maquinistas y marinos.

Este plan fue develado y el gobierno norteamericano detuvo a las tres embarcaciones, “la noticia de ese revés angustió a Martí por creer que Gómez desistiría de participar en la invasión[7]. Es en medio de este “fracaso” que Martí, el 31 de enero de 1895, aborda el vapor Atlas, en compañía de Mayía Rodríguez, de Enrique Collazo y de Manuel Mantilla, “el 6 de febrero arriban a Cabo Haitiano. Al oscurecer del mismo día embarcan en un bote rumbo a Monte Cristi, llevando consigo a Ángel Guerra, quien se les había incorporado. Al amanecer, día 7, están en Monte Cristi, donde el general Gómez aguarda impaciente[8].

Luego de informar a Máximo Gómez, de lo ocurrido con los navíos de la Fernandina, “entraron a deliberar lo que deberían resolver en vista de lo difícil de la situación y la escasez de fondos. Como primera medida optaron por viajar a La Vega a entrevistarse con Eleuterio Hatton, siempre dispuesto a favorecerlos[9]. La situación era grave, las horas eran de angustia y desolación, dados los escasos recursos disponibles, el movimiento revolucionario pasaba por momentos de grandes necesidades financieras, donde Martí no contaba con recursos ni para para alquilar, por bajo precio, “una goleta, una embarcación cualquiera, un bote de vela siquiera[10], que lo llevara a Cuba, donde ya estaba encendida la tea revolucionaría, “ya la orden del levantamiento dentro de la Isla había sido dada para de febrero, y era forzoso partir, costara lo que costara[11].  

En su diario de campaña el Mayor General Máximo Gómez, señala lo siguiente: “Día 7. Llegan Martí, José María Rodríguez (Mayía) y Enrique Collazo. Después de informarme, con todos sus detalles, del fracaso que nos ha sucedido con nuestros vapores en Fernandina; entramos a deliberar lo que debemos resolver en situación tan difícil, dados los pocos recursos con que podemos contar.

Resolvimos pasar a la Vega y allí tener una conferencia con E. H., amigo nuestro dispuesto a favorecernos en nuestra empresa.

Día 12. Nos movimos todos por tierra hasta Santiago donde pasamos algunos días, después seguimos hasta Hatico, cercanías de la V., nos avistamos con H.

Todo quedó resuelto para partir desde allí (Samaná) lo más pronto posible que se pudiera y en una goleta.

Salir es el plan, — por Samaná o por donde se pueda.

Así nos separamos del Coronel Rodríguez y H[12].

Este salvador encuentro para la independencia de Cuba, fue celebrado en la casa de un gran amigo de Martí, que vivía en las cercanías de La Vega, en El Hatico, llamado Don Manuel Genao.[13] En esta histórica reunión celebrada entre José Eleuterio Hatton, José Martí y una especie de su Estado Mayor entre los que figuraban Máximo Gómez, Enrique Collazo, Francisco (Paquito) Borrero y Nicolás Ramírez y Peláez, se acordó que “el general Collazo regrese cuanto antes a Nueva York…… Hatton, que consiguió algún dinero, trató de dejar arreglada la salida de los expedicionarios, en un balandro, por la bahía de Samaná. Varias fueron las tentativas infructuosas en ese sentido, y en el curso de estas gestiones llegó el 24 de febrero y estalló el grito de guerra en distintos puntos de la Isla de Cuba[14]. “Se resuelve que Hatton parta hacia New York, y así le avisa Martí a Gonzalo de Quezada en la siguiente esquela[15]:

“A GONZALO DE QUESADA

[Santo Domingo] La Vega, 18 de febrero de 1895.

Sr. Gonzalo de Quesada

Secretario de la Delegación

349 W. 46th. St., New York.

Mi amigo muy querido:

Con comisión especial, y sólo fiable a hombres de su mérito, va a esa ciudad, a concertar detalles con Tesorería, nuestro noble amigo el Sr. Eleuterio Hatton. El merece nuestra mayor estimación, y yo ruego a Vd. que en todo se la muestre, en lo oficial y en lo privado. Pocos hombres hay de su generosidad y reserva.

Saluda a V. muy afectuosamente

El Delegado

JOSÉ MARTÍ”[16]

Esta misiva, posee la particularidad de ser la única donde aparece la dirección de Quesada bajo su nombre, quizás por el carácter oficial de la misma.

El 19 de febrero de 1895, un día después del encuentro con Hatton, José Martí le escribe desde Santiago a Gonzalo de Quesada y le dice, aludiendo al encuentro en las cercanías de La Vega, y respecto a la entrevista con Eleuterio Hatton: «Trabajamos bien, valió el viaje las 10 leguas de ida, y las de vuelta. Llegará allá el eco, con la visita -no muy inmediata- de un hombre bueno, de un eje[17]. Obviamente cuando Martí habla de las 10 leguas de ida y las de vuelta, se refiere al periplo Santiago de los Caballeros—Hatillo—Santiago de los Caballeros.

Enrique Loynaz, un actor de los hechos de “La Fernandina”, y quien acompañó a Martí en su desplazamiento desde New York hasta República Dominicana, para incorporarse al levantamiento del 24 de febrero, dejó una importantísima versión testimonial de lo acontecido, donde mostró el lado más humano y también periférico de lo que la historia, no en todas las ocasiones, cuenta. Así vivió Loynaz los Hechos:

“El general Maceo, ya restablecido de la alevosa herida recibida el 10 de noviembre en Costa Rica, apremiaba con la mayor impaciencia y había enviado al coronel Patricio Corona, hombre de edad, experiencia y patriotismo, pero conocido por su mala suerte, a que condujese el vapor destinado a los expedicionarios de Costa Rica a un puerto cercano a Limón, adonde ya los iba encaminando el general Crombet. Podían llegar a doscientos los expedicionarios de Maceo y Crombet. Para ellos estaba designado el vapor “Lagonda”, que ya había cargado el armamento y tenía a bordo a Corona y a Manuel Mantilla, joven hijo de doña Carmen Mantilla.

El mismo día que cargaba el “Lagonda” llegaron el “Amadis” y el “Baracoa”, al muelle de Borden a recibir los pertrechos. El Baracoa, llevando a Martí, y a los generales Mayía Rodríguez y Enrique Collazo, se dirigía a la costa sur de la bahía de Samaná, donde con ayuda de Eleuterio Hatton, patriota cubano, dueño de un ingenio en aquella comarca, el general Gómez reunía a su importante expedición, de dos a trescientos hombres escogidos”[18].

En esos momentos tan apremiantes, se hacía necesario el apoyo del General Ulises Heureaux, “la ansiedad consumía a Martí. Su estancia en Montecristi se prolongaba. La falta de un navío que lo llevase a él y a Gómez a Cuba les impedía la salida. El gobierno dominicano, obligado con el de España por el tratado internacional firmado entre los dos países, se mantenía al acecho de sus actividades, aunque sólo en apariencia[19]. Mayía Rodríguez, Jaime Vidal y Federico Henríquez y Carvajal, arreglaron secretamente una cita con el Presidente Heureaux, “a media noche entrábamos, a obscuras, hasta el dormitorio en donde el general nos aguardaba[20], después de ser informado del caso y de hablarle con fervor de la causa de Cuba, se le habló de Céspedes, de Martí, de Maceo, de Agramonte y Máximo Gómez, por quienes manifestó gran admiración y simpatía. Lilís consentiría hacer sin alardes la labor revolucionaria. “Doiles gracias por haberme ofrecido la ocasión de unir mi óbolo al óbolo dominico-cubano. Mañana pondré en manos de ustedes un giro pagadero en Montecristi. Saludo en ustedes a los patriotas expedicionarios. Que Dios le ayude..[21].

Al momento de la despedida y estando los visitantes al pie de la escalera, Lilís advirtió: “Nadie sabe, i (sic) el Presidente Heureaux menos que nadie, ni de esta entrevista ni del resultado de nuestra conferencia”, a lo que Federico Henríquez y Carvajal concluyó: “Del General Ulises Heureaux depende que nada sepa de esto el Presidente de la República[22].

Eleuterio Hatton estaba ligado de manera directa al proceso político de la independencia de Cuba, era un “hombre decidido y siempre activo en toda ayuda a la causa[23], se encontraba en la dirección de los asuntos de guerra, por conducto de la Representación Oficial del Partido Revolucionario Cubano en la República Dominicana, era “el activo auxiliar de Martí[24]. “Vidal, Hatton y otros dominicanos organizaban una expedición a la isla pese a la supuesta vigilancia de Heureaux, cuya picardía, astucia y mentiras concurrían para no estorbar a los revolucionarios y a quienes colaboraban con ellos[25].

Cuando se fue a la manigua el mayor de los hijos de Máximo Gómez, Francisco Gómez Toro (Panchito, CMD) en la escolta de Antonio Maceo, Bernarda Toro (Manana, CMD), esposa del General Gómez, se vio obligada a aceptar la ayuda que le había ofrecido el Delegado Tomás Estrada Palma. “Así se lo avisa el activo Eleuterio Hatton en esta carta, por demás interesante, en que alude a Martí:

Puerto Plata, septiembre 10 de 1896

Sr. Tomás Estrada Palma

New York.

Mi anterior fue escrita a bordo del Saginaw de viaje para Monte Cristi, allí permanecí con la comisión una semana. Se recogieron mil pesos plata.

Tuve el gusto de pasar buenos ratos con la familia del General Gómez, tan sencilla como interesante siempre. Pude persuadir a doña Bernarda que acepte los cien pesos plata por mes, que usted le asigna y le dejé la primera mesada, mucha falta creo que les hacía. Con los primeros $500 oro que usted ordenó, creo que cubrieron la casa, sólo dependían ahora de $60 plata que gana Maxito, que como comprenderá dista mucho de sostener las más perentorias necesidades de una familia. Hemos acudido muy a tiempo con la mesada. He arreglado para que vaya de aquí un fotógrafo a Montecristi (sic), para que tome fotografías en grupo de la familia, también de la casa, del aposento donde conferenciaban Martí, el General, y demás hermanos de la causa. Se tomará también una de la bandera de Palo Seco y las Guásimas, y otras cosas que para nosotros son de interés y para nuestro General, de muy gratos recuerdos. De todo esto mandaré a usted varios ejemplares y también al General.

J. E. Hatton[26]


[1] AGN. El peón que llegó a Libertador, Diario Libertad. Edición No. 7.  Diciembre de 1956. Calle O´Reilly 521, 2º piso. La Habana Cuba. Página 3.

[2] Revista de la Biblioteca Nacional. Tomo IV. No.4. La Habana- Octubre-Diciembre 1953. Página 162.

[3] Correspondencia Diplomática de la delegación Cubana en Nueva York durante la guerra de Independencia de 1895 a 1898, Tomo Primero, Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, La Habana 1943, palabras liminares II, página VI.

[4] Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva York durante la guerra de Independencia 1895 a 1898. Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba. Tomo Primero. La Habana 1943. Página 71.

[5] Emilio Rodríguez Demorizi. Martí en Santo Domingo. Fundación Rodríguez Demorizi. Vol VII. Gráficas M. Pareja. Barcelona. España 1978. Página 105.

[6] Carlos Estaban Deive, Honor y gloria, LOS DOMINICANOS EN LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA DE CUBA, Fundación García Arévalo. 2011. Página 251.

[7] Ibídem. Página 252.

[8] Emilio Rodríguez Demorizi. Martí en Santo Domingo. Fundación Rodríguez Demorizi. Vol VII. Gráficas M. Pareja. Barcelona. España 1978. Página 103.

[9] Carlos Estaban Deive, Honor y gloria, LOS DOMINICANOS EN LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA DE CUBA, Fundación García Arévalo. 2011. Página 252.

[10] Max Henriquez Ureña. Martí en Santo Domingo. CLIO. Año XXI. Ciudad Trujillo, República Dominicana, Enero-Abril 1953. Núm. 95, página 34.

[11] Ibíd.

[12] Diario de Campaña del Mayor General Máximo Gómez. Comisión del Archivo de Máximo Gómez. Página 281, E. H. Se refiere a Eleuterio Hatton. V. Se refiere a La Vega.

[13] Según el testimonio oral de San Julian, Genao era uno de los principales agricultores de esa región. Ver página 499. Martí en Santo Domingo.

[14] Max Henríquez Ureña. Martí en Santo Domingo. CLIO. Año XXI. Ciudad Trujillo, República Dominicana, Enero-Abril 1953. Núm. 95. Página 34.

[15] Emilio Rodríguez Demorizi. Martí en Santo Domingo. Fundación Rodríguez Demorizi. Vol VII. Gráficas M. Pareja. Barcelona. España 1978. Página 105.

[16] Martí, José. Obras completas. Tomo 4. La Habana, Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, 1975. Página 62.

[17] Ibíd.

[18] Enrique Loynaz Del Castillo. MEMORIAS DE LA GUERRA. HISTORIA DE CUBA. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1989. Página 105. Carmen Mantilla, fue la última compañera de Martí.

[19] Carlos Estaban Deive, Honor y gloria, LOS DOMINICANOS EN LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA DE CUBA, Fundación García Arévalo. Página 254.

[20] Emilio Rodríguez Demorizi. Martí en Santo Domingo. Fundación Rodríguez Demorizi. Vol VII. Gráficas M. Pareja. Barcelona. España 1978. Página 122.

[21] Ibídem.

[22] Ibídem. Página 123.

[23] Ibídem. Página 103.

[24] Ibídem. Página 533.

[25] Carlos Estaban Deive, Honor y gloria, LOS DOMINICANOS EN LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA DE CUBA, Fundación García Arévalo. Páginas 330 y 331. Vidal se refiere a Jaime Vidal, y Hatton a Eleuterio Hatton.

[26] Emilio Rodríguez Demorizi. Martí en Santo Domingo. Fundación Rodríguez Demorizi. Vol VII. Gráficas M. Pareja. Barcelona. España 1978. Página 475.

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