Por el Dr. Rafael Leonidas Pérez y Pérez.
En Duvergé, sudfronterizo municipio de la provincia Independencia, otrora se creía mucho en brujería.
Cierta vez en una casa donde vivía otra familia de un machote damero (o duvergense), fue maléficamente dejado un paquete consistente en: un panti negro, un par de medias y un pañuelo con 21 nudos (tenidos como la representación de similar cantidad de demonios).
Esto causó mucho temor en las personas que habitaban la casa.
El guaraguao progenitor, estaba en el otro nido.
Entró Ramón Herrera al escenario acompañado de su Miledys.
Tomó delante de todos el panti prieto y se lo puso, asimismo las medias y le dijo a Miledys: ¡Lávame el pañuelo que ya es mío!
Ramón Herrera, que ejercía de manera empírica la medicina en Duvergé y la comarca, no creía en brujería.
Ya Caquén (Zacarías Profeta Castillo), el mismo del cerro bautizado por el pueblo con su apodo, al ser solicitado en calidad de «curioso»; había «desbaratado trabajos de brujería» puestos antes a esa misma familia.
Se atribuía a «guerra de faldas por el machote de más de una camada».
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