BREVE HISTORIA DE LA IGLESIA VIEJA DE BARAHONA

Por: Virgilio Gautreaux P.

Introducción

La historia del viejo templo católico es larga y pormenorizada. Nuestros esforzados antepasados, a pesar de la miseria reinante y las penurias ocasionadas por la guerra de independencia y la inestabilidad político-militar que prevaleció en toda la segunda mitad del siglo XIX, trabajaban incansablemente para dotar a Barahona de la institucionalidad y organización social que sus pobladores demandaban. En este contexto, además de la parte que le correspondía a las autoridades, la gente de la localidad procuraba formalizar un lugar donde fortalecer su espiritualidad.

En una visita que realizó a Barahona el Presidente Pedro Santana en 1853, destacaba los esfuerzos que estaban haciendo sus residentes para la construcción de su templo católico.

Foto en la revista BLANCO y NEGRO No 268-21 de Marzo de 1925

Durante el período 1860-1900 nuestros antepasados realizaron grandes esfuerzos para dotar a Barahona de un templo, así como la asignación de un cura párroco permanente. En medio de grandes dificultades y realizando aportes, la comunidad-junto con las autoridades-lograron levantar un local, el cual fue arrasado por un ciclón en 1883. Con más ahínco y presiones de la colectividad, se logró reconstruirlo.

Con la expansión de las actividades económicas y una vigorosa dinámica social, Barahona se embarcó a principios del siglo XX en la construcción de un magno edificio, compatible con las fuerzas del progreso que impulsaban el desarrollo de la provincia.

Calle Concordia-Hoy María Trinidad Sánchez

Levantar el edificio tomó varios años. Muchas veces estuvieron detenidas las labores. Los aportes eran a cuentagotas centavo a centavo, gracias a la activa labor de la Junta Pro-Fábrica del Templo Católico. A modo de ejemplo, mediante una comunicación de fecha 18 de Julio del año 1925 el Señor Julio  Coiscou Matos-Presidente del Ayuntamiento, informa a la Señora Presidenta de dicha Junta que la Sala Capitular decidió donarle los materiales de un kiosco que le había comprado al Sr Juan Bujosa, para que los vendiera y destinara dichos recursos  la construcción de la edificación.

Concluidas las labores de construcción, el majestuoso local sirvió de estímulo para la masa católica de Barahona, la cual acudía maravillada a las nuevas instalaciones. En una ocasión-en 1926- en ocasión de la llegada de un párroco, los feligreses le dieron una cordial y masiva bienvenida, seleccionado la jovencita María Africa Gracia Vidal (María Montéz), para que expresara las palabras de agradecimiento.

Más adelante, todas las festividades religiosas tuvieron mayor esplendor y contaron siempre con el favor de las autoridades y de la población en general. Te-Deums, bautizos, procesiones y bodas, se realizaban de manera más formal.

Años más tarde-el 2 de Mayo de 1948-se inaugura un nuevo templo católico en la calle Enriquillo (hoy Nuestra Señora del Rosario) entre las calles María Montéz y Duvergé. El local de la vieja iglesia es cerrado y permanece abandonado por varios años. Majestuoso y solitario, murciélagos, ratones, cucarachas y otras alimañas, se apoderan del edificio, mientras los vistosos cristales se desprendían de sus marcos. Por el techo se filtraba agua cuando llovía. Yo residía frente a dicho lugar y a veces era insoportable el hedor de la materia fecal de los murciélagos. Sus áreas exteriores de noche servían  para que vagabundos hicieran sus necesidades fisiológicas.

El viejo edificio católico disponía de grandes espacios, ocupando una cuadra completa. Esos solares fueron utilizados por años por la muchachada para jugar pelota, Volley-Ball y otras disciplinas. Los niños nos subíamos en dos frondosas matas de pino a “bracear” de rama en rama  y ver los juegos. El templo cerrado, con su fúnebre color gris-cemento, atemorizaba de noche  los transeúntes, especialmente los menores, quienes decían “escuchar ruidos” de los fieles difuntos. El temor tenía su base en que en un área contigua a la iglesia, debajo de unos escalones existía un Osario (lugar donde se depositan las osamentas de personas fallecidas hace tiempo), el cual tenía un agujero por el cual se podían ver huesos y cráneos humanos.

Conforme a una información del periódico La Nación de fecha 12 de enero del 1948 en Barahona sería construido un moderno colegio católico y con tal propósito Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón visitaron la ciudad y constituyeron un Comité de Apoyo, integrado por autoridades y personas representantes de la sociedad civil barahonera. La nota añadía que el proyectado colegio sería levantado en la antigua iglesia parroquial, puesto que los oficios religiosos ya se realizaban en la nueva iglesia. Finalmente el colegio Divina Pastora se construyó en la calle Colón.

En el local de la Banda de Música-ubicada frente al templo viejo-funcionaba en horas de la mañana una “Escuela de Hogar”, dirigida por mi madre Nieves Piñeyro de Gautreaux. En horas tempranas de la tarde estaba la Academia de Música Santa Cecilia que dirigía mi padre Julio Gautreaux y en el atardecer, el mismo salón se convertía en un Instituto Comercial que patrocinaba el Ayuntamiento de Barahona, también dirigido por mi padre, quien se había graduado de contabilidad por correspondencia en una entidad norteamericana.

A mediados de los años cincuenta, el viejo templo católico fue rescatado para instalar un colegio católico mixto. Se hizo necesario varios días de limpieza y más tiempo para reconstruir internamente la edificación. A pesar de estas labores, el olor de los nidos de murciélagos en el techo de madera, siempre estaba presente.

La ACADEMIA FRANCISCANA  inició sus labores con numerosos estudiantes en todos los niveles. Varios de los alumnos de la “Escuela de Hogar” que dirigía mi madre, al pasar a tercer curso, nos inscribíamos en el nuevo colegio, administrado por monjas franciscanas. A su vez, los niños del colegio DIVINA PASTORA luego de llegar a cierto nivel de primaria, eran transferidos a la Academia. De manera que este centro se inició con muchos estudiantes de diferentes clases sociales y de diversos lugares de la ciudad. Se cobraba una suma relativamente modesta y algunos estudiantes pobres del barrio La Playa,  recibían becas.

La ACADEMIA FRANCISCANA  era dirigida por SOR ÁNGELA, una monja  férrea, de nacionalidad española,  con cara de pocos amigos y era extremadamente intransigente en materia de disciplina y silencio en la fila, el aula, los pasillos y durante el recreo. Por el contario-a modo de compensación-estaba SOR LEONARDA de nacionalidad dominicana, que era una verdadera santa. Era el equilibrio y su sola presencia aquietaba al más díscolo, pues su dulce mirada era suficiente. Los estudiantes de escasos recursos recibían a menudo libros que ella les obsequiaba. Al momento de las campañas de vacunación,  muchos aguantaban el pinchazo siempre y cuando SOR LEONARDA les cobijara.

Las aulas del colegio de la iglesia vieja estaban ubicadas en el salón principal del templo, separadas por grandes paneles de cartón piedra. Las pizarras eran sostenidas por cuadros de madera con sus patas. Como no había techo, era necesario que hubieran niveles adecuados de silencio para que las clases de un aula, no interrumpieran las de otro curso. Para los bullosos incorregibles y quienes no supieran contar del uno al cien o la tabla de multiplicar, estaban los  “caramelitos santos”, que eran reglazos en las manos. Había un niño incorregible-creo que su papá trabajaba en la Curacao Trading Company, el cual algunas veces le daban duros castigos.

La ACADEMIA FRANCISCANA  tenía un horario similar al del colegio DIVINA PASTORA, el cual disponía de un furgoneta Volkswagen de tamaño mediano, el cual al final de las clases, recogía en su trayecto algunos alumnos del viejo local.

Son muchos los muchachos y muchachas que recordamos de esa época. También nos recordamos de algunos profesores y maestras. De los alumnos fundadores de mayor nivel de La ACADEMIA FRANCISCANA  recordamos a Luis Eduardo Díaz Franjul, Jacobito Lama, Manuel Miguel Castillo, Jesusito Moreta, Lorenzo Veloz, Enriquillo Moreta, Carlos Rafael González y su hermano Cayuyito, Felín Pérez Féliz, Felé Pérez, Manolo Mena, Orbito Soto, Jorgín Herrera, Carlos Julio Michel, Antonio Lama, Carlitos Castillo y José Lorenzo Suero, entre otros. Estos jóvenes eran el ESTADO MAYOR del colegio. Daba gusto escucharlos conversar entre ellos y explicando clases. Muchos aspirábamos a ser como ellos.

Otro grupo de menor edad que el anterior estaba integrado por Frank Vásquez Jiménez, Víctor Reyes Santana-Yuyú,  Kimo Rancier, Piky Vargas y Lulún Acosta Féliz, entre otros.

De mi grupo del barrio alrededor de la iglesia y de la Escuela de Hogar de mi mamá, recuerdo muchas caras y pocos nombres: Iván Rodríguez Saldaña y su prima Victorita Franco, Aisha Moreta, Leonardo Moscoso Lembert, Cristian, Chuché y Suco Batlle Peguero, Carlos Julián Vidal. También estaba Sócrates Lagares III (sopitín) y muchachos de otras barriadas. Luego llegaron desde el DIVINA PASTORA Antonio Galán Santana (toñitín), Secundino Ramírez (ito), Rafael Eliseo Castro Santana, Carlos José Gros y sus hermanas, Alfonsito
Ayala  y sus hermanas, Fátima Pons y sus hermanas, Gil Tomás Fortuna (Cuqui), las hermanas de Guarionex Pimentel, Dionisio Sepúlveda y sus hermanas, Isidro Diloné, Alberto (cuñado del Dr Nélsido Michel), Héctor y Pedro Batista, los hermanos Victoriá Peguero, Abraham Pichardo (Cuqui Peloro),  Guaroa Vásquez (Chicho), Rodolfo Méndez y muchos más cuyos nombres no me vienen a la memoria.

Entre los profesores y profesoras, teníamos a Nidia Peláez, Virtudes, Ana María Vásquez, Fellito Pérez Féliz, Flavia Lassis, Sor Luna, Sor Jesús, Sor Leonarda, Sor Ángela. Un poco más tarde, esa pléyade educadores fue reforzada por nuevas generaciones de docentes entre los cuales se destaca Yorik Piña.

Exhorto a los que ingresaron en años posteriores a la ACADEMIA FRANCISCANA,  a que se manifiesten y narren sus experiencias.

La hermosa historia de ese magnífico templo-escuela, contiene miles de historias. Ésta-la mía que les presento-es sólo una de ellas.

Fuente: La Nación-12 de Enero de 1948

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