Por: Iván de La Cruz
Se cumplieron ya Cincuenta y tres (53) años de aquel día 26 de Marzo, del año 1969, cuando el Doctor Michel, junto a sus asistentes ayudaron a mi madre Doña Alba a completar labor de parto natural, y de su vientre me trajeron al mundo de los vivos allá en ese Sur abandonado a su suerte, y Olvidado por el tiempo. Y así fue como Dios me bendijo con la dicha de ver la luz del universo en esa tierra inolvidable, ubicada entre las montañas del Barohuco, y la Sierra de Martin García, la cual está bañada por las aguas azules de la Bahía de Neiba… Cincuenta y tres (53) años años se han cumplido ya de ese día en que el Altísimo con su providencia divina me hizo abrir los ojos a la vida en la Perla del Sur: “B A R A H O N A”…
Mis primeros Dieciséis (16) Años vividos allí en ese Batey Central, en el más sano ambiente pueblerino, donde la hermandad entre familias era 100% predominante. Nos criamos como una única “Gran Familia” que vivía en casas diferentes, pero donde todos podían acudir sin importar horarios, y si alguno necesitaba ayuda, siempre había manos dispuestas a brindarla, sin importar el día, ni la hora. La necesidad de uno, era la de todos, y todos estaban vigilantes en lo que pudieran ayudar al otro. Buenos tiempos, en un entorno único, e irrepetible. Definitivamente esos fueron los mejores tiempos vividos.
Como hermanos crecimos todos, bajo la supervisión de nuestros padres, quienes nos trazaron la raya de una formación humilde, pero en valores integrales. Donde la vida pueblerina era vivir en plena libertad de peligro alguno, caminar descalzo era un acto maravilloso, irse al “Fullín” (Fin) de la comarca era una aventura cotidiana, lo mismo que desafiar las Locomotoras (Máquinas) jalando Cañas de Azúcar, cruzar las Vías Ferreras, burlar a los Celadores (Vigías), y meternos al Ingenio (Central Azucarero) a comer cañas en los Vagones, beber Melao, Sirope (Siró), y Guarapo, escaparse a la Playa “El Cayo” a dar un chapuzón, y a buscar “Cangrejitos”, meterse a “Montear” por los Potreros de Chito, buscar Nidos de Pájaros en los “Montes” de Ventura, y Diloné, hacer diabluras en las Hortalizas de Junquillo, y Amador, escabullirse en el “Alambique” del Viejo Dotol Medina (Mi Tío) a darse un sorbo del “Agua Ardiente” bautizado como “Clerén”, o del demandado “Triculí”, camellar por “La Sabana”, el Viejo Play (nunca terminado), buscar Cangrejos por detrás del Hospital, o Las Salinas, irse con un “Tirapiedras” a matar pajaritos por los montes aledaños, poner Jaulas (Canastas) para atrapar Tórtolas, Rolas, y Rolones, perderse maroteando en búsqueda de los sabrosos “Mamones”, o los deliciosos “Memisos” por los montes de Atila, o rumbo a “Jarro Sucio”, jugar a la “Plaquita”, hacer nuestras propias “Bolas” para jugar a la pelota, brincar de patio en patio detrás de los Mangos, guayabas, Ciruelas, Jobos, Uvas de Playa, y Cerezas, encaramarnos en los “Cojoyitos” de las matas de Gina de la Calle Uno (1), dejar el pellejo montando Patinetas en la “Bajada” de Pedro Castillo, jugar al “Topao”, al “Agachao”, la “Patá del Jarro”, el “Escondio” integrando las “Muchachitas” (con los Cartones de Cajas estratégicamente Ubicados), “Brillar” los pisos de las pocas casas donde tenían Televisores, jugar pelota en el Play del Dr. Macho Kelly, o practicar Basquetbol en la Chanca con piso de asfalto bajo las enseñanzas del Maestro Darío Aybar, asistir religiosamente a las Escuelas (los de escasos recursos), y a los Colegios (los más pudientes)… Entre una que otra sana entretención, eran las vivencias en las que transcurrieron aquellos primeros años entre la muchachada, sin malicia alguna, y en franca camaradería pueblerina de ese Batey Central, del Ingenio Barahona… De Aquellos tiempos… Que sin lugar a dudas fueron los Tiempos Mejores!!!…
Cincuenta y tres (53) años, de los cuales vivimos los primeros Dieciséis (16) caminando en esos caminos de tierra de ese Batey que nos marcó, y nos etiquetó como sus hijos: «Por, y para siempre». Caminos que caminamos para desplazarnos por los rincones de ese pueblito polvoriento (con escasas calles asfaltadas), los cuales recorríamos descalzos, y no valían los reclamos, ni las llamadas de atención, ni las Pelas, ni las cortadas, ni las espinas clavadas, ni mucho menos los tropezones, ni las uñas rotas, ni los “Dedos (Deo) Llevaos” en los pies… Con mucho más gusto, y con mucha más fe nos tirábamos a “Par Patas”, caminando con los pies al aire por aquellas callejuelas para ir de un punto al otro de aquel Batey Mágico.
Treinta y seis (36) años después de haber salido de los linderos del Batey Central, del Ingenio Barahona, nuestra Alma, Vida, y Corazón aun se mantienen clavados, y enterrados firmes, con raíces solidas, y fuertemente aferrados a esa “Tierra Mágica” que nos vio crecer correteando entre sus calles de polvos y piedras. Todo se quedó allá en esa comarca pueblerina que fue testigo silente del pasar de nuestros mejores años, los cuales transcurrieron alegres, felices, y contentos, a la cálida brisa salobre de ese “Cayo” encantador, brujo y hechicero.
Podrán pasar todos los tiempos, el calendario avanzar su recorrido imparable, los años seguir contándose, los días continuar pasando, la distancia nos seguirá separando, y la memoria nos fallará por ratos, pero: «Nada, ni nadie, ni lo vivido, ni lo que nos resta por vivir»… Absolutamente “NADA” podrá hacer “Ni cosquillas” a esos recuerdos permanentes, de aquellas vivencias imborrables vividas en ese BATEY de siempre. Ese “Pedacito de Tierra”, que fue testigo de los mejores tiempos vividos, y transcurridos entre sus gentes buenas, sus costumbres, y sus tradiciones.
Si en mis manos tuviera el poder de retroceder a lo antes vivido, sin pensarlo tomaría la máquina del tiempo, daría marcha atrás para retornar a nuestras raíces imborrables, regresando a vivir nuevamente aquellos primeros Diez y Seis (16) años, en aquellos tiempos en los cuales fuimos más que felices caminando, y recorriendo las polvorientas calles de nuestra entrañable, e inolvidable Comarca Bateyera…
“Batey, y Ya!!!” No existe forma, ni manera de olvidar las vivencias Bateyeras…
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