Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
Despedir a un amigo, a un ser querido, a un padre, a una madre, es una tarea sumamente difícil, sobre todo cuando ese ser amado es nuestro guía, nuestro ejemplo y nuestra razón de ser.
Así he podido apreciar entre líneas, los destellos de tristezas que por cada párrafo destilan los escritos de mi hermano Iván de La Cruz, ante la irreparable pérdida de su amado padre Don José de La Cruz. Un hombre que ha sido un marco referencial en nuestro Batey Central y en toda la sociedad dominicana en sentido general.
Toda una generación de grandes hombres y mujeres que nos forjaron la vida al calor del trabajo, la honradez y la honestidad, comienzan a marcharse, dando continuidad a la dialéctica de la vida, a nosotros nos corresponde mantener en alto sus memorias, imitando sus buenas acciones y sirviendo de ejemplo a esa generación que viene subiendo, para contribuir con una sociedad más justa, inclusiva y participativa.
Don José fue querido por todos los que le conocimos, fue un verdadero padre de toda una generación de Bateyeros, de él recibimos sus sabios consejos, su ejemplo de buen ciudadano, amigo, esposo, padre, un hombre bueno en todo el sentido de la palabra.
Hoy se nos va, pero nos deja su legado, nos deja además, una maravillosa familia unida monolíticamente por el sagrado vinculo del amor. Familia Bateyera se une al dolor que embarga a la familia de La Cruz, al tiempo que desea que Dios todopoderoso lo tenga en su gloria, llevando paz y consuelo a sus seres queridos.
PAZ PARA SU ALMA.
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