Por: José A. Mateo Gil
31 de agosto del 2022.
La próxima contienda electoral a celebrarse el 16 de mayo de año 2024, para elegir el nuevo presidente de la república, de acuerdo a lo que se observa en la correlación de fuerzas de los tres partidos mayoritarios, serán las más complejas e impredecibles en la vida democrática de la República Dominicana, luego del ajusticiamiento de Trujillo. Desaparecido los tres líderes tradicionales que dominaron el escenario político nacional: Dr. Joaquín Balaguer, Prof. Juan Bosch y Dr. José Francisco Peña Gomez, emergió un nuevo liderazgo que fue capitalizado por el Partido de la liberación dominicana (PLD), que para entonces, era el más pequeño de los tres partidos políticos que se disputaban conquistar la presidencia de la república.
Los alumnos más aventajados del Profesor Bosch: Leonel Fernandez y Danilo Medina, se adueñaron del liderazgo político de ese partido. En tanto que, Hipólito Mejía y Luis Abinader hicieron lo propio en el PRD, hoy convertido en PRM. En ese contexto, Miguel Vargas Maldonado, quien fungía como presidente del PRD, se quedó con los símbolos de esa organización política, acompañado de una facción minoritaria de su militancia. El Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), que con la desaparición física de su líder indiscutible, el Dr. Balaguer, se convirtió en un partido bisagra, que desde entonces, ha decidido la suerte de los triunfos electorales en la República Dominicana.
Aunque es muy temprano todavía para hacer pronósticos, cuando apenas han transcurrido dos años de gestión de la presente administración, la correlación de fuerzas entre los partidos políticos con posibilidades reales de competir con el partido de gobierno, están divididas. No obstante a eso, los dos grupos antagónicos de los discípulos de Juan Bosch tendrían necesariamente que buscar una fórmula para que, en el hipotético caso de que la Fuerza del Pueblo aparezca en segundo lugar en las encuestas para el torneo electoral del 2024, los peledeistas necesariamente tendrían que dar el voto a su antiguo líder Leonel Fernandez. Esta idea no es descabellada, por el hecho que la militancia del PLD es bastante grande, y al percibir que su partido, en esta coyuntura no tiene posibilidades de ganar unas elecciones, lo más lógico y natural es que le den el voto a su antiguo líder para enfrentar la re postulación de la actual gestión gubernamental, que dicho sea de paso, ha sometido a la justicia a funcionarios y allegados del partido morado.
La complejidad a que hacemos referencia en las próximas elecciones presidenciales, congresuales y municipales, viene dada por las características de los militantes de los dos partidos de oposición con posibilidades de conquistar el poder. Por un lado, tenemos un PLD disminuido, debido al desprendimiento de la Fuerza del Pueblo, liderado por el Dr. Leonel Fernandez, quien gobernó al país durante tres períodos de gobierno, y que ha colocado al nuevo partido en una posición privilegiada para crecer con los miembros y simpatizantes del PLD de donde él mantiene elevados niveles de simpatía. Con el agravante de que el líder del peledeismo está impedido constitucionalmente para participar como candidato a la presidencia. Pero ademàs, ante la ola de descredito de los gobiernos danilistas, la situación del partido morado no es cómoda en la actual coyuntura electoral, porque no tiene un candidato definido a la fecha, colocandolo en desventaja ante el fortalecido candidato reeleccionista del PRM, y la vigencia del Dr. Leonel Fernández de la Fuerza del Pueblo, quien se ha convertido en el receptor indiscutible de la militancia disgustada del PLD.
En reiteradas ocasiones hemos planteado que el PRM ganó las elecciones del 2020 debido a tres razones fundamentales: Primero, a la división del PLD, que tenía todas las posibilidades de continuar en el poder si se hubiesen mantenido unidos. Segundo, el hartazgo del pueblo dominicano ante el despilfarro de los recursos del estado de los funcionarios peledeistas; y tercero, que un porcentaje importante de los miembros y simpatizantes de la Fuerza del Pueblo, votaron por Luis Abinader para sacar del poder al danilismo gobernante. Sin estos tres hechos históricos, el PRM no tenía la más mínima posibilidad de ganarle, al entonces poderoso Partido de la Liberación Dominicana. El crecimiento de la Fuerza del Pueblo, a expensas del debilitado partido del expresidente Medina, presenta un escenario distinto al de la última contienda electoral 2020. En esta ocasión, los leonelistas no apoyarían al Presidente Abinader como lo hicieron en el pasado, debido a que, por un lado, en la actualidad cuentan con una fuerza del pueblo fortalecida, con altas posibilidades para competir en las próximas elecciones. Y por otro lado, que ya el expresidente Medina no representa un peligro para perpetuarse en el poder de manera indefinida, como fueron sus pretensiones, y que el leonelismo combatió.
Lo antes expuesto, nos da argumentos más que suficientes para sustentar el calificativo de «complejo e impredecible» del torneo electoral que se avecina. No tenemos una bola de cristal para saber lo que ocurrirá en el 2024, tampoco tenemos pretensiones proféticas para predecir el futuro. Lo que si tenemos es, el derecho y deber ciudadano de exponer nuestro punto de vista a la luz de lo que está aconteciendo en el ambiente electoral a lo interno de la sociedad dominicana. A nuestro modo de ver, los acontecimientos políticos del momento no están tan claros. Si bien es cierto que a dos años de gobierno, el Presidente Abinader, de acuerdo a las encuetas, goza de una apreciable popularidad, colocándose por encima de los posibles candidatos de la oposición, no es menos cierto, que históricamente, la mayoría de los presidentes desde la fundación de la república, han tenido similares porcentajes de simpatías en los dos primeros años de gobierno.
Afortunadamente para el oficialismo, Luis Abinader ha conectado con el pueblo, logrando obtener el respeto y la admiración de un segmento importante de la población. Sin embargo, al día de hoy, no cuenta con un partido fuerte y compacto que le garantice ganar unas elecciones en la primera vuelta. Penosamente, dos aspirantes a la nominación presidencial de su propio partido, les están torpedeando y minando las bases de esa organización política, creando confusión en su militancia. Es evidente que situaciones como estas, no ayudan en lo más mínimo a que un presidente en ejercicio pueda ganar unas elecciones. Con el agravante de que el país está inmersos en una crisis económica que está tocando fondo, con aumento sostenido de los precios a todos los niveles, una delincuencia que no se detiene y que crece sin solución a la vista, y una situación internacional convulsa, que afecta de manera directa la economía nacional. Este panorama no asegura una victoria electoral en primera vuelta del partido de gobierno.
Ahora bien, si las elecciones fueran hoy, el Presidente Abinader está corriendo en el carril de adentro, y tendría todas las posibilidades de continuar gobernado por cuatro años más. Todo dependerá de cómo evolucione su gobierno en los dos años que faltan para concluir el presente período gubernamental. Recordemos, que los dos últimos años de una gestión de gobierno, son los más difíciles de manejar, debido a que el pueblo es sabio, evalúa a los gobernantes no en base a como comienzan una gestión de gobierno, sino a como terminan. Es por esta, entre otras razones, que aventurarse a proyectar un posible ganador en el 2024, es correr un riesgo innecesario de perder credibilidad y olfato político, justo a la mitad de un período de gobierno.
La pregunta obligada de la gente en este momento es: ¿Quién ganará las próximas elecciones? Eso no lo sabemos. Dudo mucho que el PLD, un partido debilitado y en cierto modo desacreditado, en dos años pueda recomponerse y construir una candidatura fuerte capaz de vencer a sus contrincantes, el presidente Luis Abinader y un Leonel Fernandez fortalecido.
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