DOÑA SOLEDAD REYES DE LEÓN VDA. VÁSQUEZ NOS DICE ADIÓS

Por: Ing. Carlos Manuel Diloné

Escribir con el alma destrozada, con los fulgores de tristeza cubriendo el corazón de luto y los ojos de lágrimas es muy difícil. Pero rendirle un tributo al ser amado, a la madre amorosa, a ese ser que nos llenó de infinitas alegrías, en estos momentos en que sabemos que su morada eterna es hoy el cielo; es permitir que las lágrimas drenen el sufrimiento que se anida en nuestro dolor, ante la pérdida de nuestra MADRE.

SOLEDAD madre mía, de mi alma y de mi existir, fuiste mi confidente durante toda la vida, sólo tú y yo sabemos de nuestros secretos, los que algún partirán conmigo a la tumba, fueron muchísimos nuestros diálogos, amplísimas las muestras de cariño y amor; contigo un pedazo de mi existencia también se marcha.

Sabemos que al único puerto seguro que nos conduce la vida es a la muerte. Sin embargo,  sea por un egoísmo injustificable nacido de la falta que tu separación nos causa, sea por un exceso de amor, siempre quisiéramos prolongar un día más el momento de tu partida, siempre lloraremos amargamente tu muerte querida madre.

De aquí nace el fúnebre aparato que nos circunda, la tristeza que anubla nuestro rostro. ¡Triste y fatal herencia! Nacemos, y apenas atravesamos el umbral de la vida, cuando somos arrebatados por el elemento destructor que nos persigue y que aniquila con su soplo helado nuestra efímera existencia.

El primer biberón con el que tomé leche al momento de nacer, provino de tus santas manos, en la cuna me acostabas junto a Mirian, mi dilecta hermana, con apenas tres meses de nacido, mi primer matrimonio, siendo un joven recién graduado, lo preparaste tú, nunca, nunca dejamos de comunicarnos, de reírnos, de buscarnos, de necesitarnos…..

Fuiste una guerrera de mil batallas, supiste dejarle a la sociedad una familia unida monolíticamente por el sagrado vínculo del amor y la formación humana al más alto nivel. Serás siempre una referencia para mí y mis hijos, por tu arrojo, por tu determinación para salir adelante, por tu reciedumbre para continuar a pesar de las adversidades, en el peor de los sufrimientos, supiste mantener la coraza y enseñarnos a superar las desdichas.

Ahora que caminas al encuentro con el creador, querida madre de mi alma, pido a Dios tenga tu lámpara siempre llena de aceite para el viaje a la eternidad y que el encuentro con el creador se produzca sin mayor demora. Reconozco que en la tumba concluyen todas las esperanzas, se desvanecen todos los deseos, se hielan todos los amores, se pierden todas las ilusiones. ¡Dichoso aquel que con ánimo sereno se acerca lentamente hacia ella y bendice la mano que le precipita hacia el abismo!

! Divina Religión ! Manantial de purísimos consuelos! tú has sido dada al hombre desde la cuna para servirle de guía durante la vida y hacerle menos intransitable el sendero de la muerte! Por ti abandonamos casi resignados esta tierra que es nuestro elemento, para ir a visitar los mundos desconocidos e incomprensibles de la inmortalidad! Por ti nuestra desesperación al despedirnos de los que amamos se alivia y debilita, porque en la impotencia en que quedamos ese triste recurso es un tesoro bendito para los que lloran!

¡TE AMO MADRE MÍA, TE EXTRAÑARÉ HASTA EL FINAL DE MIS DÍAS!

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