20 de mayo de 2024.
Por: José A. Mateo Gil.
Los pueblos, como la actividad política que en ellos se anida, con el paso de los años adquieren un alto grado madurez que le facilita evolucionar para la conformación de sociedades más modernas, inclusivas y acorde con las exigencias de los nuevos tiempos. La República Dominicana, que logra su independencia el 27 de febrero de 1844, ha tenido que librar incontables batallas para conquistar lo que hoy exhibe como nación. La patria de Duarte, desde su fundación, entró en un proceso de fortalecimiento de su aparato productivo y el orden institucional, convirtiéndose en lo que es hoy «La Capital del Caribe». Para lograr tales propósitos, las dificultades han estado a la orden del día, pero la capacidad creativa y decidida del dominicano se ha impuesto para vencer todos los obstáculos que se han presentado, colocarse en el camino del desarrollo económico, político y social.
La clase política que ha gobernado la República Dominicana, formó parte importante del liderazgo tradicional que durante años ejerció el poder, retardando el desarrollo económico a que el pueblo había aspirado como resultado del clientelismo y la sed de poder. Algunos de ellos, en su momento, se creían indispensables para conducir y dirigir los destinos de la nación. En tanto que otros, justificaban su permanencia en el poder amparados en la creencia de que lo hacían por mandato divino. Sin embargo, todo en la vida tiene un principio y un final, con los resultados de las elecciones recién pasadas, se cierra un ciclo histórico donde los políticos tradicionales que nos gobernaron pasan a formar parte de la reserva de expresidentes que orientarán al relevo generacional de sus respectivos partidos.
El conservadurismo de los gobernantes del pasado, con el triunfo de Luis Abinader debe quedar sepultado de una vez y para siempre. La nueva generación de jóvenes, preparados por demás, tienen la sagrada misión de transformar la sociedad dominicana. Quedó demostrado, que Luis Abinader y el equipo que lo acompaña, constituyen la transición entre lo viejo y lo nuevo, donde tiene una magnifica oportunidad de utilizar su segundo período de gobierno para impulsar el verdadero cambio que tanto anhela el pueblo dominicano. A partir del 2028, Luis Abinader, Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía, formarán parte de una generación que gobernó el país, con aciertos y desaciertos, pero con el pleno convencimiento de que su vida política llegó a su fin. Los dominicanos no merecen detenerse en el camino de la modernidad que los nuevos tiempos imponen.
Una legión de jóvenes, con ideas nuevas y vocación de servicio se han preparado para tomar las riendas de la conducción del estado. Estos lideres emergentes serán los protagonista de la sociedad del siglo XXI. En lo adelante, el nuevo congreso está compelido a crear las condiciones para un estado moderno. Así como también, tienen la responsabilidad de legislar, mediante la modificación constitucional que se avecina, para que los antiguos gobernantes se conviertan en legisladores permanentes al servicio de la mejores causas del país. Con esta iniciativa, mejoraría la estructura institucional del congreso nacional. El cambio no es un concepto, ni palabras que se las lleva el viento. El cambio es hacer algo diferente para logar resultados distintos. Es convertir una idea en hecho tangibles en favor de una colectividad.
No es casual, que precisamente en este momento histórico que estamos viviendo, los hijos de los políticos tradicionales se hayan interesado de manera ferviente a la actividad política. Este interés de la generación que nos precede cuenta con las herramientas necesarias para la creación de un estado moderno. Sus mentes creativas, con una visión distinta a la de los políticos que les antecedieron, colocarían a la República Dominicana a la vanguardia con respecto a los demás países de la región.
El triunfo del PRM, a decir del presidente electo, debe enfocar su gestión de gobierno en crear las condiciones para que se produzca el cambio real que había prometido en época de campaña. Ya no valen las excusas de no haberlo logrado debido a la pandemia del covid-19 y la guerrera de Ucrania. A partir del 20 de mayo del año que transcurre, las aspiraciones del pueblo deben quedar satisfecha, tal como lo expreso el presidente en su discurso de celebración del triunfo. El cambio generacional de la actividad política, está a la vuelta de la esquina, sin traumas, ni mentes calenturientas que susurren al oído del presidente para una modificación constitucional que lo habilite para una tercera repostulación.
De acuerdo a lo expresado por el presidente Abinader, todo parece indicar, que a partir del 2028 la competencia para conquistar el poder sería entre: Por el oficialismo, David Collado, Carolina Mejía, Faride Raful, Yayo Sanz Lovaton, Wellington Arnaud. Por el Partido de la Liberación Dominicana Juan Ariel Jiménez, y Omar Fernández por la Fuerza del Pueblo. Estos jóvenes, hijos de connotados dirigentes políticos de los principales partidos del sistema, aún están a tiempo para consolidar su formación política que les permita articular un discurso que les garantice tener un buen desempeño en las elecciones a celebrarse en el año 2028. Lo que no me queda claro en este virtual escenario que tendremos en un futuro no muy lejano, es la posición ideológica que adoptaría cada uno de estos aspirantes a la hora de ejecutar una obra de gobierno.
Aunque el tema ideológico perdió vigencia luego de la caída del muro de Berlín en el año 1989, los proyectos políticos del futuro requieren de un referente que les permita avalar sus ejecutorias gobierno. En una sociedad que evoluciona de manera acelerada hacia la era digital, sumado al fenómeno de la inteligencia artificial que se vislumbra como el eje fundamental de la modernidad, las autoridades vigentes están obligadas a introducir las reformas necesarias para dejarle un legado a las futuras generaciones. El triunfo de Luis Abinader no es sorpresa para nadie, porque las encuestas así lo indicaban. Lo que si puede considerarse como un fenómeno político es el triunfo de Omar Fernández, porque no solo le ganó a Guillermo Moreno, sino que le ganó al estado en su conjunto.
Esta victoria del nuevo senador del Distrito Nacional, nos indica que no todo está perdido. El pueblo dominicano ha logrado una madurez política inusitada. En esta ocasión, un segmento importante de la población votante fraccionó el voto. Por un lado, dieron el voto a Luis Abinader a la presidencia de la república. Y por otro, votaron por Omar Fernández a la senaduría del Distrito Nacional por la Fuerza del Pueblo. Todo parece indicar, que la imposición de Guillermo Moreno como candidato a la senaduría del distrito por el PRM, y el consecuente maltrato a la actual senadora del Faride Rafúl, fue una mala decisión del oficialismo.
Los resultados de la elecciones recién pasadas nos dejan enseñanzas que deben servir de marco de referencia para las futuras generaciones. Por un lado, la imposición de Guillermo Moreno como candidato a senador del Distrito Nacional por el oficialismo, catapultó la figura de Omar Fernández como posible contendor de los aspirantes a la presidencia del PRM para el año 2028. En términos del pueblo llano crearon » UN MOSTRUO» que dará mucha agua de beber para el futuro inmediato en términos electorales.
El gran ganador en estas elecciones, a parte del presidente Abinader y su equipo, lo es Omar Fernández y la Fuerza del Pueblo. En tanto que, el gran perdedor del proceso lo fue Danilo medina, presidente del partido de la liberación dominicana. Por consiguiente, este lider político debe ser el primero en dar un paso al frente para su salida del escenario político que se avecina. Su desempeño en esta campaña fue muy pobre, que enrareció el objetivo de «RESCATE RD», con declaraciones desafortunadas que debilitaron la unificación de la oposición. El presidente del partido morado llegó a la fase final de su carrera política. En consecuencia, le haría un gran favor a esa organización partidaria guardandose como asesor de los lideres emergentes del partido de Juan Bosch.
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