El exilio de Edmundo González Urrutia. Un despropósito de la lucha opositora venezolana.

09 de septiembre de 2024.

Por: José A. Mateo Gil.

El ejercicio de la política, debe de estar reservado para los políticos. No a líderes improvisados, que a la hora de defender una causa en favor de los mejores intereses del pueblo que lo legitima, eligen el camino más corto para preservar su integridad física y familiar, echando por la borda el ideal y el compromiso que había contraído con su pueblo. Un líder comprometido con sus seguidores, tiene necesariamente que combatir a capa y espada los embates de un gobierno, que, con ribetes de dictadura, no escatima esfuerzos para perpetuarse en el poder, más allá de lo que la constitución y las leyes le permiten.

La decisión de Edmundo González Urrutia, presunto ganador de las elecciones de Venezuela, de buscar asilo político en la embajada de España, por temor a ser apresado debido las acusaciones del madurísmo de haber violado la ley electoral, deja como un barco a la deriva, a la causa de la insigne combatiente y valiente María Corina Machado, quién se ha convertido en la líder auténtica del pueblo venezolano. La lucha por la transparencia de los resultados de las elecciones de venezuela, con el exilio de su candidato presidencial, coloca en un estado de indefensión al proyecto opositor de la patria de Bolivar. Es oportuno destacar, que con estas reflexiones no pretendemos juzgar la decisión González Urrutia de ir al exilio. Sin embargo, haremos algunas puntualizaciones sobre los efectos de tal decisión sobre la causa del movimiento opositor.

La estrategia de las autoridades de justicia de Venezuela, bajo el control absoluto de Nicolás Maduro, fue certera y oportuna para los propósitos del oficialismo. Soló bastó, que, mediante artificios jurídicos, a través la evacuación de una sentencia contra el candidato opositor y presunto ganador de las elecciones, fué suficiente para que éste abandonara la lucha que venía librando para defender su virtual triundo. Esta jugada maestra del oficialismo, logró intimidar a González Urrutia, de 75 años de edad. Quizás, su condición conciliadora por haber agotado largas jornadas de trabajo en el cuerpo diplomático, sumado a su interés de proteger el entorno familiar, fueron las razones que aceleraron el proceso de asilarse en la embajada de España.

El líder chavista, se salió con la suya, dando en la diana para debilitar a la oposición. La respuesta a la solicitud de la comunidad internacional para que se presenten las actas de la votación en la pasada contienda electoral, el madurísmo se destapó con acusaciones temerarias, enfatizando su posición de apresar a la cabeza visible de la oposición. En efecto, esta estrategia le dió resultado. El temor y la incertidumbre se apoderó del candidato opositor. Es entendible, que los años se encargan de dotar al ser humano de una actitud conservadora frente a las diferentes situaciones que la vida pone en su camino. Es posible, que dada su avanzada edad, entendió que la familia se antepone a cualquier situación que tenga que enfrentar. Probablemente, de ahí, la idea de irse al exilio para evitar el estrés que le genera la confrontación con el hostil gobierno madurista.

Aunque la líder indiscutible del pueblo venezolano es, María Corina Machado, que, dicho sea de paso, el oficialismo se encargó de inhabilitarla políticamente para que no pudiera participar en las elecciones, debido a la popularidad y aceptación por parte del pueblo de Venezuela. Es oportuno recordar, que el candidato que constitucionalmente se enfrentó a Maduro, fué el mismo que decidió manejar la crisis desde el éxilio. Los políticos, en momentos de dificultades, sobre todo cuando está en juego la vida democrática de su país, claudicar no debe ser el norte, no importa la dureza de las amenazas y presiones del régimen que lo adversa. El exilio está reservado para otras circunstancias, no para dejar enganchado a un grupo de seguidores que le favorecieron con el voto en las urnas. La valentía del hombre dedicado a la actividad política, por lo regular, no se predica, sino que se ejerce.

En América Latina encontramos una cantera de hombres y mujeres valientes, que han defendido sus ideales, ofrendando la vida si fuera necesario, en favor de los intereses de la colectividad. Salvador Allende, por poner un ejemplo, en momentos en que se puso en marcha el golpe de estado que puso fin a su gobierno en Chile, mostró una valentía que lo inmortalizo. Enfrentó a los golpistas hasta su último aliento. Otro ejemplo, digno de recordar, es el caso de Francisco Alberto Caamaño. Quién, con coraje y arrojo, enfrentó a los invasores del imperio del norte en la guerra de abril de 1965. Caamaño, y los constitucionalistas, doblegaron al ejercito golpistas y a los 42 mil marines que desembarcarón para eliminar a los defensores del pueblo dominicano. Ese hecho, elevó al coronel de abril a una categoría superior, sólo comparable con hombres de la talla de Gregorio Luperón y los restauradores de la República Dominicana.

El pueblo venezolano, ha recibido un duro golpe con el exilio del candidato opositor que presuntamente ganó las elecciones de ese país. La carta de González Urrutia, publicada en todos los medios de comunicación, justificando las razones que dieron origen a asilarse en la embajada de España, y su posterior salida del país, más que argumentos lógicos para ayudar a la causa de su triunfo, puede ser interpretada como una despedida que pone en apuros a la líder del movimiento María Corina Machado, quien ha tenido que salir a la palestra pública, elaborando un discurso, que a todas luces, tiene como único propósito suavizar el impacto negativo de la salida de Urrutia del escenario político de Venezuela.

En consecuencia, este hecho, histórico por demás, debilita la causa de la oposición, cuyo objetivo fundamental es mantener una campaña agresiva para presionar, tanto a nivel nacional, como internacional, para que las autoridades electorales presenten las actas originales, que avalen el triunfo de uno de los dos candidatos. El madurísmo, dio un golpe de efecto con la amenaza de apresamiento a González Urrutia. A tal punto, que éste, por miedo a la cárcel o instinto de conservación, eligió irse al exilio con la excusa de que con esa iniciativa allanaba el camino para buscar una salida negociada con el oficialismo. Nada más descabellado y carente de lógica política frente a una dictadura. Ante el nuevo escenario que plantea el exilio de Urrutia, todo parece indicar que la oposición política venezolana está perdiendo la batalla.

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