Por José A. Mateo Gil.
11 de noviembre del 2021
El socialismo, que conquistó el poder a partir de la revolución bolchevique de 1917 en Rusia, logró ganarse la simpatía de un segmento importante de la juventud de la época. En todos los países del planeta, se formaban células revolucionarias que veían en ésta ideología, una forma distinta de administrar el estado. El sistema socialista centraliza la producción de bienes y servicios, para repartir el fruto del trabajo a los miembros de la colectividad. Fue precisamente esta idea innovadora y revolucionaria que motivó al pueblo Ruso para combatir y vencer a los Zares, que eran dueño, no solo de todas las riquezas, sino del fruto del trabajo de la clase trabajadora que laboraban en las actividades productivas de esa nación.
El proceso de maduración de la experiencia Rusa, inició con la puesta en marcha de un sistema de distribución de la riqueza de manera igualitaria. Este modelo de equidad implementado por los Rusos, influyó de alguna manera en los grupos revolucionarios de la época, que también fueron víctima de la opresión y la desigualdad social. Es por esta, entre otras razones, que a finales de segunda década del siglo XX, de 1927 a 1933, que surge un líder en Nicaragua, probablemente influenciado por la revolución rusa, que dirigió la resistencia contra la intervención militar norteamericana de 1912. Este joven de origen humilde, pero con inquietudes revolucionarias y sensibilidad social, que puso en alto la soberanía nacional, fue nada más y nada menos que Augusto Cesar Sandino.
Es en este contexto, que se consolida el liderazgo de Sandino. Aglutinó en torno a él un grupo de hombres y mujeres nacionalistas, con ideas progresistas para enfrentar con determinación y valentía al imperio invasor que había mancillado la soberanía de Nicaragua. Sandino, se identificó y luchó en defensa de la clase más desposeída del pueblo nicaragüense. A su muerte en el año 1934, traicionado por los esbirros de Anastasio Somoza, quien, según él había recibido órdenes del embajador americano para matarlo. Dos años después, con la ayuda de los Estados Unidos, con que tenia excelentes relaciones, Somoza ocupa la presidencia de Nicaragua. El desempeño de Sandino en las luchas revolucionarias, dieron origen a una ideología que aún vive en el pueblo nicaragüense y demás países de la región. «El Sandinismo».
Desde entonces, esta ideología política se convierte en la línea de pensamiento de los grupos revolucionarios de américa latina. Lo que hoy conocemos como ‘Frente Sandinista de Liberación Nacional», fue inspirado por la ideología que dejó como legado este insigne defensor de la soberanía de su pueblo. El movimiento del FSLN adoptó el sandinismo como filosofía de lucha. Edén Pastora, el » Comandante Cero», dirigió el asalto al palacio nacional, adquiriendo un dimensión internacional. Luego, Pastora abandona la lucha revolucionaria y se va al exilio, primero a panamá y luego se fué a Costa Rica. El comandante Daniel ortega, toma la rienda del movimiento y continúa librando batallas épicas, derrocando finalmente al dictador Anastasio Somoza.
El sandinismo, con Daniel Ortega a la cabeza, gobernó a Nicaragua desde 1979 hasta 1990. En los primeros 6 años, Ortega dirigió la junta de gobierno 1979-1985. Pero es durante el período de 1985 a 1990, cuando asume su primer mandato presidencial. Luego, regresa al poder en enero del 2007 hasta la fecha. Los gobiernos sandinistas introdujeron grandes reformas en la sociedad nicaragüense. Iniciaron de inmediato un programa masivo de alfabetización, y mejoraron el sistema de sanitario. Pusieron especial atención a la reforma agraria. El reparto de tierra se convirtió en el buque insignia de las políticas sociales del gobierno. Esta reforma fue una promesa de campaña del FSLN, cuyo objetivo inicial era acabar con el latifundio, pero finalmente todo quedó reducido a repartir las tierras y los bienes de la familia Somoza, como compensación a los campesinos por haberse integrado a la lucha para derrocar al dictador.
Las hazañas logradas en Nicaragua durante los 41 años de vigencia del Frente Sandinista de Liberación Nacional, tanto en la revolución que dio al traste con el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza, como en las ejecutorias de sus respectivos gobiernos, llamó la atención, y en cierto modo despertó la admiración por Daniel Ortega de los seguidores izquierdistas a nivel internacional. Sin embargo, los recientes hechos acontecidos en Nicaragua, donde el Presidente Daniel Ortega, líder indiscutible de FSLN y del gobierno, al participar en unas elecciones sin contrincantes con quien competir de manera democrática, y haber apresado a los candidatos opositores para sacarlo del ruedo electoral, deja un sabor amargo en la comunidad internacional.
Sin lugar a dudas, esas acciones nos indican que el sistema de partido político de Nicaragua ha colapsado. Y lo más grave de todo es que esa práctica ha engendrado una distorsión anti histórica. Fue precisamente el Presidente Daniel Ortega, quien combatió y derrocó a Anastasio Somoza, para acabar de vez y para siempre con la dictadura en su país. Por lo que, a Daniel Ortega no le luce realizar maniobras truculentas para perpetuarse en el poder.
La comunidad internacional está alucinada ante las despreciables medidas tomadas por el líder del Sandinismo. El pueblo nicaragüense, después de haber derramado tanta sangre derrocando a la dictadura de Somoza, no merece la instauración de una nueva dictadura. Que a todas luces, inicia con el cuestionado triunfo del Presidente Ortega, en las elecciones recién pasadas.
Nicaragua, hoy está en el ojo del huracán. Daniel Ortega, considerado como una leyenda, echó por la borda toda su trayectoria política al amañar las elecciones para perputuarse en el poder mediante artificios antidemocraticos. Y Augusto Cesar Sandino se retuerce en su morada ante tan bochornoso desproposito.
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