EN CONTRA DE NADIE Y EN FAVOR DE TODOS

Por: Carlos Manuel Diloné

El siguiente trabajo, es una publicación del periódico Listín Diario, correspondiente al año de 1935, donde Rafael Vidal Gautier,Diputado al Congreso Nacional, explica en una serie de trabajos, todo lo relacionado con el tan manoseado tema del despojo de tierras del que acusaban a las empresas azucareras. Él ofrece una visión que pocos historiadores han querido tratar. Mi único trabajo ha sido rescatar este artículo para ponerlo a disposición de todos, de modo que se puedan formar juicios más amplios del tema.

22 de noviembre de 1935

VIII.

Como las empresas azucareras  requieren atenciones incalculables, muchas veces han pasado por alto aseveraciones que han podido generalizar conceptos equivocados.

Muchas veces hemos oído calificar con epítetos retumbantes, de monstruos insaciables, de pulpos estranguladores, a las Compañías que han invertido su capital para establecer la industria azucarera en el país.

Otras veces se han llenado columnas enteras de periódicos para hablar del supuesto despojo de nuestras tierras, y se ha dicho, con expresiones conmovedoras, hasta que la Patria se nos va de las manos, etc., etc.

Todo esto se ha dicho frente a un pueblo que muy pocas veces sabe hacerse de la serenidad que es menester para llegar a una conclusión lógica, creando, en la mente de los insensatos, prejuicios que bien vale la pena poner en su lugar.

Hubo una época, nadie podrá olvidarlo, en que el engaño, la estafa, y otras muchas cosa más que no queremos enumerar, en complicidad con ciertas autoridades y al amparo de una total falta de garantía, resultaron reporte beneficioso.

Las tierras de la Barahona Company, por ejemplo, fueron objeto de toda clase de latrocinios por parte de los innumerables poseedores de títulos que negociaron con esta empresa. Entre títulos falsos y Abogados pagados para aclarar la situación de compradores y vendedores, la Compañía perdió no menos de seiscientos mil pesos.

Se obtuvieron al fin tierras malas que casi fue preciso remover en su mayor parte para ver de obtener algún resultado favorable. Los primeros cosechos dieron un rendimiento desastroso, y fue tal la consecuencia de todo esto, que poco faltó para que se abandonaran.

Ya hemos demostrado, con números, las pérdidas hasta ahora constatadas en el Central Barahona, y ya hemos dado a conocer cuán difícil ha sido poder sostener esta Compañía contra los escasos beneficios obtenidos.

Sin embargo: ¡las tierras! Exclaman. ¡Las Tierras del Sur! ¡Las del Este!

Pero nadie dice: Esas tierras, antes improductivas, fueron Compradas más de una vez y pagadas a precios nunca soñados por sus legítimos y sus dolosos poseedores.

¿Quién no sabe la labor de los Tribunales dominicanos para poner en posesión de las tierras a estas Compañías?

Aun cuando la impunidad cubrió en su mayor parte a aquellos que se dedicaron a las más turbias negociaciones, el país conoce muy bien la forma en que se ha llegado a la depuración de estas cuestiones.

¿Cuál fue el origen de la creación del Tribunal de Tierras?

¿Acaso fue el exceso de ganancias de las Compañías Azucareras?

Se necesita estar respaldado por una dosis de audacia muy refinada para treparse en una tribuna pública y atreverse a acusar a empresas que siendo los más eficaces factores del progreso de este país, han sido víctimas de los peores engaños.

Sin duda que nadie ha hablado nunca, de muchos que hemos llegado a un batey llevando como único capital una mula prestada, y hemos salido tres años más tarde de allí, con una libreta de banco demostradora de beneficios decisivos para su vida.

Nuestros críticos, nuestros poetas, nunca han sabido cantar este milagro del trabajo honrado….

Pero si las Compañías organizan una forma de adelantos en los pagos del trabajador, ofreciendo a éste medios y cosas que le ahorran trastornos en la regularización de sus labores, allí vienen los apóstoles de un comunismo disfrazado con su crítica, queriendo quitar al jornalero, lo que él reclama para sí como un medio práctico y cómodo al rendimiento de su esfuerzo.

Cuando un trabajador llega a la colonia y consigue trabajo, lo primero que indaga es el sitio y la existencia de la bodega, sin ella posiblemente no aceptaría trabajo por las inconveniencias de buscarse elementos de subsistencia. Sin embargo, la crítica ha hecho de las facilidades que ofrecen estas empresas al trabajador, campañas matizadas de rancio civilismo,  sin saber que el cierre de las bodegas en los campos, constituiría un paro general en el trabajo.

Naturalmente, quien nada de esto sabe: quien nada de esto le importa, abre un periódico, lee los infundios escritos por este o aquel camorrista del periodismo, y cree o no, lo que ha leído, y forma o no, un criterio exacto de las cosas.

Para evitar esto; para que no se siga creyendo en la falacia, en la mentira, es para lo que hemos escrito esta serie de artículos al margen del desenvolvimiento de la industria azucarera de la República Dominicana.

Rafael Vidal Gautier,

Diputado al Congreso Nacional.

22 de noviembre de 1935.

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