Para demostrar que los hechos puestos a circular por Ardouin son inciertos, los confrontaremos con las narraciones de Fray Cipriano de Utrera y Ramiro Matos González, además de Mapas cartográficos de la época, anteriores a su infausta afirmación.
Fray Cipriano de Utrera, en el Tomo III, de su libro Historia Militar de Santo Domingo, (Documentos y Noticias), cuya primera edición data del 1947. En lo referente al maestre de campo Juan Tejada, nos narra lo siguiente:
“Entre las cartas de Juan de Tejeda, exponiendo la penuria que experimentaba de dinero para poder cumplir sus encargos en la fortificación de la Habana, hay una encaminada a Juan de Ibarra, Secretario del Rey en su Consejo de Indias, de 18 de junio de 1591, en que estampó con ruda expresión la recia condición de su temperamento tan lastimado todavía por la penuria real de otrora en Flandes. Al principio escribió: «Por la carta de S.M. verá vuestra merced la razón que tengo para quejarme de que ninguna cosa que envió a pedir, se me envía; y así digo a vuestra merced que habré de venir a parar a que haga un desconcierto, de tomar el primer dinero que por aquí pasare y acudir a lo que me manda, pues sin dinero yo no lo puedo hacer…» Y en el discurso de ella: «Para estas dos fragatas que tengo acabadas, me dejó Juan de Orive diez mil ducados y han costado diez y seis mil, y no sé de donde halle dineros, porque la caja de aquí no tiene caudal para pagar aun los sueldos de los oficiales y míos, y así no puedo creer sino que el diablo remedia porque Dios no hace ya milagros y más en hombres como yo; y por amor de Dios o por amor de que yo no me pierda, vuestra merced trate con S.M. que me provea de dineros, si no quieren que yo lo tome por fuerza a los que por aquí pasaren, o me envíen licencia porque ¡por vida del Rey! no sufriera otro año este trabajo de espíritu, si supiera que me había de costar la vida; sino que me tengo de ir tras la flota que me llevare el dinero, si no me deja lo que tengo menester”. Ver página 207, Historia Militar de Santo Domingo, (Documentos y Noticias).
Además le informa que: “Por don del cielo se recibió la noticia de haberse perdido en Barahona un navío extranjero, cuya artillería, rescatada del mar, suplió la necesidad sobre la medida del deseo. La documentación recogida de sus diligencias sobre instrucción del pueblo en el manejo de las armas, dotación de pólvora y munición para la Fortaleza, caminos, fuertes y barcos, artillería y artilleros y hasta de un cuartel con soldados listo para defender la ciudad en cualquier emergencia, etc., nos presenta a Lope de Vega en un nivel medio entre dos negaciones igualmente cegatas: de los vecinos, abajo; del Rey, arriba”. Ver página 209, Historia Militar de Santo Domingo, (Documentos y Noticias).
A decir de Fray Cipriano de Utrera, para el año de 1594, el Puerto de Barahona reportaba una dinámica actividad comercial, en la página 257 del referido libro, señala textualmente lo siguiente:
“Año de 1594. En el filibote “Ntra. Sra. del Rosario” llegaron de Sevilla 46 mosquetes, 39 barriles quintaleños de pólvora, 50 frascos, 50 frasquillos, 100 quintales y 29 libras de plomo y 50 torales. —El 13 de octubre se dieron 300 ducados (112.000 mrs) al factor de S.M. Juan de Castañeda, «para que haga aderezar un aposento en la Fortaleza de puertas, ventanas y suelo y lo demás necesario» para guardar la pólvora, mosquetes y arcabuces enviados por S.M. De 25 de noviembre es otra partida por 100 ducados al mismo factor para dichos fines. —El 12 de diciembre se pagó también al maestre del filibote “La Fortuna” por la traída de 50 arcabuces con sus aderezos, 4 mosquetes con sus frascos y frasquillos, y 150 moldes de mosquetes y arcabuces; 38 barriles quintaleños y 774 balas rasas. —A González Alfonso Mayo se le hicieron dos pagas: una por el precio de 207 libras de pólv. y 7 libras de cuerda; otra por el de 80 libras de pólv. –Al sargento mayor Tuñón se le libraron 51.000 mrs. por 30 qq. de salitre para entregarlos a Baltasar de Sepúlveda « para labrar pólvora en esta ciudad». —Asimismo se sacaron de la Caja Real 87.000 mrs. «para beneficiar la pólvora que en esta ciudad se va haziendo y para el avio de la gente que a de yr a sacar la demás artillería al dicho puerto de Barahona». —El 23 de diciembre se dieron al mentado Sepúlveda 34.782 mrs. para los gastos de la fabricación de pólvora. –AGI, Contaduría 1053. 1055.
Refiriéndose a la carta que Don Diego Osorio, desde Caracas, le enviara al Rey, Para el año de 1597, señala Utrera lo siguiente:
“Sin que por documentos se haya podido establecer relación entre el pirata Antolino y otro congénere de su nación, por los mismos días o tal vez poco antes, de la madriguera de la isla Mona se apartó cierto navío inglés con solamente cinco hombres a bordo, por ventura a causa de algún accidente en el timón y las áncoras; navegando a la deriva o arrastrado el navío por los vientos, al cabo zozobró en las aguas de Barahona, cuarenta leguas a sotavento de Santo Domingo. Entregáronse aquellos ingleses a algún capitán miliciano de la villa de Azua y conducidos que fueron a la Fortaleza de Santo Domingo, como los informes que dieron arrojaron luz acerca de la buena cantidad de artillería y municiones de que estaba provisto, se organizó de presto una expedición rescatadora de la carga que había en el anegado bajel”. Ver página 302, Historia Militar de Santo Domingo, (Documentos y Noticias).
En el medio tiempo de las operaciones de recuperación de la artillería de la nao inglesa perdida en aguas de Barahona, llegó a Santo Domingo, en fines de marzo de 1593, el oidor de Nueva España Francisco Antonio Villagra, a quien se mandó terminar la visita de la Audiencia, interrumpida por defunción del arzobispo López de Avila, quien no llegó ni a iniciar pesquisa alguna contra el Presidente Vega Portocarrero, y es deducción del hecho de que en sus postrimerías le instituyó su albacea testamentario. Ver página 303, Historia Militar de Santo Domingo, (Documentos y Noticias).
«Santo Domingo 6 de junio de 1595. —El alcalde Tuñón, al Rey: La artilleria que se cobró en Barahona de un navio inglés perdido, el Presidente «la va repartiendo en diferentes suertes: seis piezas en el fuerte del Matadero a la Puerta Grande que llaman, que es por donde entró el enemigo la vez pasada; y las demás se van repartiendo en la Fortaleza de esta ciudad y los demas fuertes mas convenientes para la defensa de ella; y también ha hecho trincheras en el camino que llaman de Ayna, por donde el enemigo vino la otra vez; y otra en la playa de un puerto que llaman Güibia, que es a media legua de esta ciudad, en cada una de las cuales estan dos piezas, y promete muy buen fin en caso de guerra el ánimo que muestra la gente (Tuñón escribió como instructor de las milicias), así por el gusto que todos han tenido por la vuelta del Presidente a su oficio (véase el párrafo 65, al fin), como por recuperar [la ciudad] algo de lo mucho que perdió de honor en el caso pasado». —AGI, Santo Domingo 81. Ver página 311, Historia Militar de Santo Domingo, (Documentos y Noticias).
De los muchos gastos ocasionados para la recuperación de la artillería inglesa anegada en Barahona, espigueo por selección en ramo de cuentas atrasadas: El 17 de febrero de 1598 se pagaron 57081/2 reales al capitán Pedro de Medina, que los había prestado al Rey cuando en junio de 1594 Bernardino de Salerno y la gente que se le dió, fueron a Barahona para salvar aquella artillería, y 18 de marzo de 1599, como resto también de acreencia, se dieron 6424 reales «a Bernardino de Salerno, vecino de Santo Domingo, a quien se le debían por su salario de veynte y tres días que se ocupó en ir en una caravela a traer las veinte y tantas pieças de artillería de hierro colado que se sacaron de la nao ynglesa que se perdió en el puerto de Barahona y estavan en Puerto Viejo y en Azua, y traerlas a esta ciudad». Se menciona la parte de dicho dinero perteneciente «a los veinte marineros y soldados que con Salerno fueron este viaje a traer la dicha artillería». — AGI, Contaduría 1055. Ver página 314, Historia Militar de Santo Domingo, (Documentos y Noticias).
El historiador y militar, Ramiro Matos González, en el primer volumen de su libro “azua en la Historia”, cuya primera edición corresponde a marzo del año 2006, cuando se refiere a Actividades Navales en el Sur, señala lo siguiente:
“En los últimos días del año 1593 una nave, con 31 cañones, que hacía sus correrías por las islas de las Antillas, mientras su capitán y algunos marineros se dedicaban a pillar en la Isla Mona, se desprendió de sus amarras y anclaje y se fue al garete, con problemas en el timón, siendo arrastrada por la corriente y llevada hasta la costa de Barahona donde encalló; los pocos marineros que aún quedaban en ella fueron rescatados por moradores del lugar y llevados hasta la villa de Azua”.
Asimismo, continua diciendo: “En el mes de junio del mismo año, se le paga a Bemardino de Salemo por sus servicios, cuando fue con una carabela en rescate de la nave inglesa, donde duró ventitres días laborando: “… se ocupó en ir en una caravela a traer las veinte y tantas piezas de artilleria… que se sacaron de la nao ynglesa que se perdió en el puerto de Barahona y estavan en Puerto VIejo y en Azua, y traerlas a esta ciudad. Se menciona la parte de dicho dinero perteneciente «a los veinte marineros y soldados que con Salemo fueron este viaje a traer la dicha artillería». AGI”. Ver páginas 283 y 284, Azua en la Historia, Ramiro Matos
De lo precedentemente leído, se desprende el hecho de que para el año de 1591, existía claramente un asentamiento humano en Barahona.
Como hemos podido leer, DOSCIENTOS CUARENTA Y UN AÑO (241) antes de la publicación de Ardouin, ya se tenían noticias precisas de Barahona, y se reportaban episodios económicos, en esta zona que era utilizada hasta para la reparación de barcos ingleses, que se dedicaban a las labores de piratería, una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, la cual, según el historiador ateniense Tucídides podría ser tan arcaica como la propia navegación. Recordemos que la Isla de la Tortuga fue el primer asentamiento pirata en la colonia francesa de Saint-Domingue.
Para evitar los razonamientos aviesos, que trataran de cuestionar, antes que razonar, estamos anexando el Mapa grabado en placa de cobre, realizada por el conocido cartógrafo francés Anville (1697-1782), en el año de 1731.
Se trata de una cartografía de la isla titulada ” L’Isle espagnole ou de Saint-Domingue Representée suivant les anciens etablissements des Espagnols”, con Haití (lado izquierdo) y Santo Domingo o República Dominicana (lado derecho), conocida en época colonial como “La Española”, así como las islas vecinas (Cuba, Jamaica,..), en la que podemos apreciar numerosos detalles topográficos como sus principales poblaciones y accidentes geográficos.
Para nosotros es de suma importancia, el hecho de que en este Mapa de 1731, se nos muestra una comunidad con el nombre de BONOA, en la ubicación geográfica correspondiente a Barahona. ¿A lo mejor es la abreviatura de Barahona? no lo sé. Lo que sí puedo afirmar, es que históricamente a lo único que se puede asociar este término es a nuestra ciudad de Barahona, pues no existe otra localidad en este espacio geográfico. Este Mapa fue realizado CIENTO Y UN AÑO (101) antes de la publicación de Ardouin.
¿Que llevó al político, autodidacta e historiador haitiano Ardouin Beabrum a inventar la fábula de la fundación de Barahona, por parte de Toussaint louverture? Eso lo trataremos en un próximo artículo.
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