Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
Ciudadano Ministro,
Le informé por uno de mis últimos despachos, del indulto que estaba dispuesto a conceder al General Toussaint. Este ambicioso hombre no ha cesado de conspirar en secreto desde el momento en que le indulté. Sólo se rindió porque los generales Christophe y Dessalines vieron que les había engañado, y se negaron a continuar la guerra por más tiempo; pero viéndose abandonado por ellos, se esforzó en organizar una insurrección entre los cultivadores, y hacer que se sublevaran en masa. La información que recibí de todos los generales, incluso del general Dessalines, sobre su conducta desde su rendición, no me dejó ninguna duda al respecto. Intercepté las cartas que había escrito a un hombre llamado Fontaine, que era su agente en el Cabo. Estas cartas prueban sin lugar a dudas que estaba conspirando para recuperar su antigua influencia en la colonia. Confiaba mucho en la enfermedad que reinaba en el ejército. En estas circunstancias, no me pareció correcto darle tiempo para llevar a cabo sus criminales propósitos. Ordené que se le detuviera, lo que no fue fácil de conseguir, pero se logró gracias a las hábiles medidas del general Brunet y del ciudadano Ferrari, mi ayudante de campo, a quien había confiado este asunto.
He enviado a Francia, con toda su familia, a este hombre tan profundamente pérfido, y que con tanta hipocresía nos ha hecho tanto mal. El gobierno verá lo que conviene hacer con él.
El arresto del general Toussaint ha dado lugar a nuevas asambleas de los rebeldes: ya han sido arrestados dos jefes de los insurgentes, a los que he ordenado fusilar; y también han sido arrestados cien de sus principales partidarios, una parte de los cuales he puesto a bordo de la fragata La Muiron, que he ordenado zarpar hacia el Mediterráneo. El resto ha sido dispuesto en los diferentes barcos de la escuadra.
Estoy continuamente ocupado en la reorganización de la colonia, con la menor fuerza posible; pero el calor excesivo, y las enfermedades que nos afligen, hacen el trabajo extremadamente difícil, espero con impaciencia el mes de septiembre, cuando la estación restaurará nuestra actividad.
La partida de Toussaint ha causado una alegría general en el Cabo.
El Comisario de Justicia, Montperon, ha muerto. El Prefecto Colonial, Benezech, esta peligrosamente enfermo. El Comandante Adjunto, Dampierre, que era un joven oficial de gran promesa, también ha muerto.
Tengo el honor de saludarlo,
Leclerc.
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