Por José A. Mateo Gil.
Luego de terminada la segunda guerra mundial, se inicia un proceso de reconstrucción de la infraestructura física de los países participantes, así como también, un reordenamiento del poderío económico y militar de las grandes potencias. Tanto Estados Unidos, como la Unión Soviética salieron fortalecidos con el triunfo de los países aliados contra el poderío militar de la Alemania nacis de Adolfo Hitler. Estados Unidos se consolida como el imperio más poderoso de la tierra, y la Unión Soviética hace lo propio. Las grandes potencias se ponen de acuerdo para repartirse el botín dejado por la guerra. Para tales fines, se crea la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que viene a garantizar, en territorio europeo, los intereses politico y militares de los Estados Unidos y los países aliados.
En el período de la post guerra, se recrudecen las diferencias ideológicas entre los dos imperios más poderosos de la tierra (EEUU y la URSS). Aunque a mediados de la década de los años 40 se dio por terminada la segunda guerra mundial, a principios de la década de los años 50, se inicia la sangrienta guerra entre Corea del Norte, con el apoyo de la Unión Soviética y Corea del Sur apoyada por los EEUU. Los chinos y los soviéticos se aliaron para combatir a EEUU que se había apoderado de la parte sur de Corea. Esta guerra se prolongó por un período de casi dos décadas, dando paso a lo que hoy es Corea del Norte, bajo la sombrilla del imperio Ruso y Corea del Sur apadrinada por los EEUU.
Es precisamente luego de terminada la segunda guerra mundial, cuando los imperios enfrentados comienzan a dirimir sus conflictos a través de la denominada «Guerra fría», que consistía en abandonar el uso de las armas, para darle paso a un enfrentamiento político, económico, social, militar y científico, entre los bloques de oriente y occidente. El espionaje cobró fuerzas, como arma para un imperio atacar el otro. Esta particular modalidad de combate, duró desde principio de los años 50 hasta la caída del muro del Berlín en el año 1989. En lo adelante, asistimos al nacimiento de una nueva era de la historia contemporánea. Sin perder de vista que las mismas razones que en el pasado dieron origen a la guerra, en la actualidad permanecen latentes en los líderes mundiales, particularmente en momentos en que vean afectados sus intereses económicos y políticos.
Lo que hoy está sucediendo en Europa, con la invasión de Rusia a Ucrania, no es producto de la casualidad. Es un problema complejo de geopolítica, que requiere de un seguimiento continuo de lo que representó y aún sigue representando Ucrania para la Unión Soviética. Vladimir Putin, esta haciendo gala de su poderío militar para recuperar a Ucrania, un territorio que en su momento pertenecía a la Unión de República Socialista, y que hoy es independiente. En tanto que el presidente de Ucrania está defendiendo con gallardía su territorio y soberanía. Aunque existe un enfrentamiento desigual, por el poderío militar del imperio rojo, la población ucraniana está dispuesta a resistir, como de hecho lo está haciendo, inspida por un nacionalismo inusual en la región, y con la esperanza de que la comunidad internacional busque una salida salomónica a la crisis.
En la lógica de las autoridades rusa, es entendible pretender reconquistar ese territorio por tener éste, no sólo un valor estratégico de geopolítica por compartir la misma frontera, sino que Ucrania posee plantas nucleares, es un país rico, productor de granos, gas, metales, entre otros rubros generadores de riquezas. Es oportuno destacar que, la incursión soviética en Ucrania, tiene como objetivo fundamental impedir que ese país forme parte de la OTAN, porque si eso ocurriera, le estarían abriendo las puertas a los EEUU para que instalen bases militares con armas nucleares en el patio trasero de Rusia. De acuerdo al punto de vista de las autoridades rusa, recuperar parte del territorio ucraniano, es un tema de seguridad nacional.
El mundo está atento y consternado con la incursión rusa en un país soberano como lo es Ucrania. Muchos analistas, conocedores de política internacional, plantan que este conflicto está creando las condiciones para el estallido de la tercera guerra mundial, cuyos efectos serían devastadores para la humanidad. Las amenazas de los dos líderes mundiales enfrentados, de utilizar armas nucleares que ponen en riesgo la continuidad de la especie humana sobre la tierra, constituye uno de los actos más abominables del presente siglo. No cabe dudas que el temor se ha apoderado de la población mundial. Sin embargo, pienso que tanto Putin, como Biden son conocedores, más que nadie, de las implicaciones de una aventura de esa naturaleza.
Apostamos al cese al fuego en Ucrania, que la cordura y la racionalidad se apodere de los líderes imperiales. En este conflicto, la trayectoria política de Putin, que en su momento despertaba admiración y respeto a escala mundial, en esta ocasión, sus acciones de irrespeto a la vida, solo son comparable con los actos cometidos por Adolfo Hitler y Benito Mussolini. Hoy en la postrimería de su existencia, ha tirado por la borda todo el terreno ganado en la comunidad internacional. Su tozudez y espíritu de guerrero, ha desatado un sangriento holocausto, despertado sentimientos de odio y repudio por las ejecutorias exhibidas en un pueblo relativamente indefenso, como la República de Ucrania.
La relativa paz reinante en el mundo ha sido interrumpida. Ante esta preocupante situación cabe preguntarse ¿Que pasará en los próximos días con la invasión rusa en Ucrania?. No tenemos una bola de cristal para predecir el futuro, mucho menos tenemos pretensiones proféticas, pero lo cierto es, que el Caballo de Troya ruso que hoy pisa suelo ucraniano, a la luz de cómo ha evolucionado el avance soviético desde el 24 de febrero del presente año, fecha en que inició la invasión, Putin no dará un paso atrás hasta lograr su objetivo de someter a ese país bajo el dominio imperial que el representa. En consecuencia, no creemos que esta confrontación tenga el desenlace fatal de la tercera guerra mundial. En Ucrania pasará, en el peor de los casos, lo mismo que pasó en Iraq con Saddam Hussein. El mundo seguirá su agitado curso, se reactivará la «GUERRA FRIA», y el IMPERIO CHINO, que se ha mantenido distante, saldrá fortalecido.
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