12 de diciembre de 2021.
Por Jose A. Mateo Gil
La región del caribe está conformada por un gran archipiélago, compuesto por 700 islas, de las que solo el 2% está habitada por el hombre. Y de ellas, 13 han logrado construir estados soberanos. Desde el punto de vista de su estructura física, poseen caracteristicas geológicas similares, pero con idiomas, costumbres, y sistemas de gobiernos totalmente distintos. El socialismo cubano, el estado libre y asociado de Puerto Rico, la democracia dominicana, y el intento fallido de un gobierno democrático de Haití, son una muestra representativa de los disimiles estilos de gobernar de los países caribeños.
Las grandes potencias europeas como, España, Francia e Inglaterra, luego del descubrimiento de américa, se adueñaron de esta parte del mundo, repartiéndose como si fuera un botín las fértiles y productivas tierras de las islas del caribe. Es por esta, entre otras razones, que el idioma de los conquistadores llegó para quedarse en la región. El dominio imperial de España, Francia e Inglaterra, impusieron, no solo la forma de comunicarse de estos pueblos del nuevo mundo, sino que impregnaron en casa uno de ellos, rasgos culturales y religiosos que definen su identidad como nación.
El idiomas Ingles, se habla en la mayoría de las islas del caribe por influencias de la conquista del Imperio Británico en la región: Antigua y Barbuda, Bahamas, Jamaica, Saint Kitts y Nieves, San Vicente y Granadina, y Trinidad y Tobago, forman parte de las islas del caribe que hablan el idioma inglés. El Francés solo se habla en Haití, Guadalupe, Martinica, San Bartolomé, y San Martin. En tanto que, el idioma español es hablado en las islas más grandes del área del caribe : Cuba, República Dominicana, y Puerto Rico.
La República Dominicana, por poner un ejemplo, tiene la particularidad de ser el único país del caribe que comparte la isla con otra nación o conglomerado humano como lo es Haití. Estos dos pueblos son totalmente diferentes en idioma, religión, hábitos y costumbres. Es precisamente esta marcada diferencia entre estas dos sociedades que conviven en 76 mil kms cuadrados, que convierten a República Dominicana en un referente en el área del caribe. Puestos que, posee una infraestructura robusta que imprime dinamismo a las actividades económicas, con capacidad de producir el 80% de lo que consume su población de11 millones habitantes. Satisfaciendo por demás, la demanda de productos de consumo masivo de su vecino Haití, que en la actualidad, es el segundo socio comercial de la república dominicana, cuyas exportaciones ascienden a la suma de 1000 millones de dolares.
En el ámbito económico, los gobiernos dominicanos han logrado un crecimiento sostenido del Producto Bruto Interno en las últimas tres décadas. Con capacidad para producir bienes y servicios de calidad para competir en el mercado internacional. En aspecto político, luego del ajusticiamiento de Trujillo, el golpe de estado a Juan Bosch en el año 1963, y la revolución de abril de 1965, la patria de Duarte, se ha caracterizado por conservar una apreciable estabilidad política y social, que la hace diferente a las demás naciones del área. Estos, entre otros atributos que adornan a la sociedad dominicana, han convertido al país en la principal potencia económica del caribe.
El espíritu emprendedor del pueblo dominicano, acompañado del potencial agropecuario de nuestros campos, colocan al productor nacional en una posición privilegiada para desarrollar el sector exportador. La implementación de una política dirigida al comercio exterior, pudiera suplir sin mayores dificultades, la demanda de bienes y servicios de la región del caribe. Esta iniciativa solo se logra con la voluntad política de las autoridades gubernamentales. En opinión de varios analistas de temas de actualidad, la República Dominicana se encamina a ser la nueva Singapur del caribe.
En el año 1973 se fundó la comunidad del caribe CARICOM, que es una organización internacional que agrupa a todos los pueblos de la región, cuyo objetivo fundamental es elevar el nivel de vida de los pobladores del área del caribe. Así como, disminuir el desempleo y coordinar las estrategias a seguir para impulsar el desarrollo económico de los países que lo integran. Aunque la idea de formar un grupo regional con objetivos comunes es buena, los resultados de la misma no han sido satisfactorios. Ha faltado un liderazgo regional que le de calor a esta importantísima iniciativa. La República Dominicana, que tiene la economía más pujante de la región, debe tomar el control de una integración efectiva del de forma tal que, amplíe las posibilidades de negocios con los más de 40 millones de habitantes de las islas del caribe. Nuestro país firmó el acuerdo del libre comercio regional en el año 1998, pero no fue hasta el año 2002, cuando se integra a dicho tratado. En la actualidad, los dominicanos tienen una magnífica oportunidad para dar un salto significativo hacia el desarrollo a través del CARICOM.
No es una idea descabellada pretender comparar el desempeño de la economía dominicana en el área del caribe con la de Singapur. Con el sólo hecho de que el país aproveche las ventajas competitivas que le brinda el CARICOM a los productos dominicanos, coloca a nuestro sector empresarial en el carril de adentro para catapultar nuestras exportaciones como motor de desarrollo de nuestra economía. La clave está en ratificar una verdadera voluntad política del gobierno, acompañada de un programa de asistencia técnica y económica a nuestros productores.
En la cumbre celebrada recientemente en Puerto Planta, con los Presidentes de Costa Rica y Panamá, el mandatario dominicano dio señales positivas respecto a su capacidad de convocatoria para tratar asuntos de interés regional. Por consiguiente, entendemos que tiene el perfil ideal para coordinar con los 13 estados soberanos de las islas del caribe, una cumbre para fortalecer y diversificar un tratado de libre comercio, no solo para colocar los bienes y servicios de cada una de nuestras islas, sino para estrechar los lazos integracionistas de la región. Aprovechemos pues, nuestro potencial para lograr tales propósitos.
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