14 de diciembre de 2022.
Por José A. Mateo Gil.
La política, es una ciencia social que estudia todo lo relacionado con el gobierno y su interacción con la organización del estado. El éxito o fracaso de los gobernantes, no importa la ideología a que pertenecen o el modelo que elijan para dirigir los destinos de un país, debe de estar en función de las aspiraciones del pueblo que los eligió. En la actualidad, alejarse de las expectativas de la colectividad es como nadar contra la corriente. Lo sucedido recientemente en Perú, es el ejemplo más palpable de que en política no se puede improvisar, y mucho menos, los electores deben dar su voto por candidatos presidenciales que no cuenten con las condiciones mínimas necesarias para ejercer el poder.
En la sociedad del siglo XXl, donde las redes sociales ejercen un papel determinante para mantener informada a la gente, tratar de usar los métodos del pasado para perpetuarse en el poder por tiempo indefinido mediante artificios jurídicos, es casi imposible que pueda prosperar. El mejor y más reciente ejemplo de este despropósito, lo fue el intento fallido del presidente del partido morado de modificar la constitución para continuar en el poder más allá del tiempo que esta le había dispensado. El pueblo dominicano reaccionó, la multitud se apoderó de la plaza frente al congreso para oponerse a una modificación constitucional con fines reeleccionistas. Y estuvieron a punto de lograrlo, la llamada del Secretario de Estado de los EEUU lo detuvo. La política debe ser ejercida y practicada por políticos actualizados, dotados de principios éticos y morales, no por personajes anclados al pensamiento de los viejos caudillos de la sociedad análoga.
En los últimos 5 años, hemos visto con asombro, las victorias electorales de la izquierda en los países latinoamericanos. A diferencia de lo que ocurre en Europa, donde la tendencia es el retorno de los gobiernos de derecha o extrema derecha. El fenómeno de los triunfos electorales de los países latinoamericanos y del caribe, nos obliga a hacernos las siguientes interrogantes: ¿Que está sucediendo en esta parte del mundo, donde la izquierda está conquistando el poder mediante el voto popular, cosa ésta que en el pasado estaba reservada a procesos revolucionarios, como es el caso de Cuba y Nicaragua, que llegaron al poder por medio de las armas? ¿A caso los modelos de gobierno democráticos que han gobernado están agotados llevando al hartazgo de los electores ?.
En mi opinión, si bien es cierto que los partidos de derecha o social demócratas no han podido dar respuesta a las necesidades del pueblo, dejado como alternativa a que el electorado migre hacia los partidos de izquierda para canalizar sus carencias y dificultades. No es menos cierto, que estos gobiernos de izquierda no cuentan con una estructura sólida como línea de pensamiento que les permitan articular gobiernos del pueblo y para el pueblo. Es de todos conocidos que, la gente ha votado no por motivaciones ideológicas, sino por el hartazgo de los gobiernos de la social democracia que nos han gobernado. En situaciones como estas, es lógico pensar, tal como dice el refranero popular: «Cuando uno se está cayendo se agarra hasta de un clavo caliente». Eso le ha pasado a la gente de estos litorales del mundo a la hora de depositar su voto en las urnas.
La carencia de una oferta electoral que asegure una vía idónea para resolver las necesidades del pueblo, es lo que empuja al electorado a votar por algo diferente, que aunque estén conscientes o perciban que se están abrazando a un posible gobierno aventurero, sin analizar a profundidad las consecuencias de por quién se está votando, la gente lo que en realidad quiere es un cambio, algo diferente a lo que existe. De ahí, esa estampida electoral en contra de los gobiernos que están en el poder. El ser humano, por naturaleza, vive de la esperanza, siempre espera que al algo positivo va a ocurrir, y para que eso suceda, apelan y se aferran a la famosa frese de Albert Einstein, que dice: «No se puede obtener resultados diferentes haciendo lo mismo siempre». Es precisamente esta frase la que ha motivado a los electores a votar por los partidos de izquierda en América Latina. Después de la caída del muro de Berlín, el comunismo, socialismo o como se les quiera llamar perdió vigencia en el escenario político mundial. Por eso es extraño el fenómeno de que los partidos de izquierda estén conquistando el poder en los últimos años.
La incomprendida decisión de Pedro Castillo en el Perú, con apenas un año de ejercicio gubernamental, de pretender disolver el congreso de esa nación con propósitos dictatoriales, ponen de manifestó que, el Sr. Castillo tiene un desconocimiento total de lo que es la política como ciencia y canal para dar respuesta a las necesidades de la gente. No atinamos a comprender cuales fueron las razones que lo llevaron a ese despropósito. Lo cierto es que, lo ocurrido en Perú, debe servir de ejemplo para los demás países latinoamericanos. Sobre todo, a la cúpula militar de la región, que en el pasado se congraciaban con los presidentes de turno para dar un auto golpe, violentando todos los preceptos constitucionales.
Hoy, el pueblo de Perú se encuentra inmerso en una situación convulsa por la inmadurez de su presidente. Luego del hecho consumado y apresado el Presidente Castillo, sus abogados tienen una coartada. Están aprovechando el lenguaje corporal del destituido Presidente en el momento en que leyó el documento. El nerviosismo fue evidente. Le temblaron las manos y se mostró perturbado. Es lo que le ha permitido argumentar a su defensa, que » él no sabía lo que estaba diciendo porque supuestamente lo habían drogado». Cosa está muy difícil de comprender, por el hecho de que en ningún momento han dicho ¿Quién lo drogó y por qué? En República Dominicana tenemos varios ejemplos que pueden ilustrar la intentona de Pedro Castillo en Perú.
En el año 1978, con el triunfo del PRD, con Don Antonio Guzmán como candidato electo, una facción de la cúpula militar del gobierno de Balaguer, sólo esperaba la orden de su líder para perpetuar el auto golpe. Afortunadamente, el Presidente Balaguer no acepto ejecutar ese plan, porque a diferencia de Pedro Castillo, él si conocía las consecuencias de una acción como esa. Aunque el golpe de estado al Presidente Juan Bosch en el año1963, no guarda relación con la experiencia reciente del Perú, ni las intenciones de los guardias reformistas en 1978, si debe servir como ejemplo para llamar la atención de los militares de los gobiernos de la región, para que siempre actúen apegados a lo que estable la constitución de cada país. La cúpula militar peruana, en esta ocasión, actuó con gallardía, respetando la Carta Magna, desoyendo las órdenes de su presidente. Este debe ser el referente histórico más importante que demanda la sociedad del siglo XXI.
También te podría interesar
-
La sociedad del siglo XXI. Una mirada sobre las profundas transformaciones en el ámbito político, económico, social y tecnológico.
-
FAMILIABATEYERA.COM
-
Los desaciertos del gobierno del cambio. Un monumento a la improvisación que preocupa al pueblo dominicano.
-
Vieja costumbre al tomar café que aún pervive en Duvergé
-
En memoria de Gustavo Terrero