
Por el Dr. Rafael Leonidas Pérez y Pérez.
Esteban Pérez (Tombó), fue un duvergense que para hoy, encajaría en emprendedor.
Conservó en el patio de su casa en la actual calle Mella de su pueblo natal, un ancla que llevó allí como prueba de que en el lago Enriquillo navegaron barcos otrora.
Cierta vez, se presentó en Duvergé un «americano» comprando huesos de vaca con los que se fabricaban y fabrican objetos artesanales como botones, etc.
Hizo trato con Tombó que consiguió para ese negocio, una considerable cantidad de huesos y los depositó en el mismo patio de su vivienda en espera del comprador.
Pasó el tiempo y el «americano» no volvió. Dejó a Tombó plantado. Esto conllevó a que surgiera la frase en el pueblo de: «Los huesos de Tombó», para referirse a un trato o negocio trunco, irrealizado, frustrado.
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