Por: Virgilio Gautreaux P.
(Visión de un entonces adolescente)
El 24 de Abril – hace 55 años- era Sábado, y yo me estaba recortando el pelo en una Barbería en la calle Padre Billini, ubicada cerca del Parque Central de Barahona.
Después de la una de la tarde José Francisco Peña Gómez, Secretario General del PRD, anunció en el programa Tribuna Democrática, que un grupo de militares patriotas se había levantado contra el gobierno de facto, de Donald Reíd Cabral. En ese momento la ciudad dormía su acostumbrada siesta, y a los pocos minutos estalló un escandaloso júbilo en casi todas las casas. De inmediato se llenaron las calles de personas contentas, muchos vehículos repletos de personas y motocicletas, circulaban tocando sus bocinas. La vocinglería y la alegría de la gente, era indescriptible.
Yo estaba loco porque el barbero terminara, pero él era muy parsimonioso y los minutos me parecieron horas. Tan pronto terminó con el “cerquillo” salté de la silla y recuerdo que de inmediato, junto con muchos carajitos, salí corriendo hacia el parque donde una gran multitud se manifestaba en favor del anunciado Golpe de Estado.
Para las 2 de la tarde, ya muchos vehículos en caravanas recorrían la ciudad tocando sus bocinas. Frente al Parque Central estaba el local del Partido Revolucionario Dominicano, el cual estaba abarrotado de dirigentes y gente del pueblo. Era un momento de mucha agitación.
Un poco más tarde llegó la policía y arrojó numerosas bombas lacrimógenas que en un momento dispersaron la multitud. Yo recuerdo que salí corriendo en dirección contraria a mi casa. Todo el mundo lloraba, pues la gente estaba poco acostumbrada a los gases irritantes.
Tan pronto se retiraron los policías la multitud retornó y la vocinglera aumentó, pues el público estaba disgustado con la actuación policial. El bullicio en toda la ciudad se mantuvo, hasta tempranas horas de la noche, cuando la gente retornó a sus hogares, bajo un ambiente de Toque de Queda, que aumentó luego del discurso amenazante de Donald Reíd Cabral contra los militares que defendían el retorno de la constitucionalidad y que Bosch reasumiera el poder. Esa noche del 24, en numerosos barrios de Barahona, se incendiaron neumáticos. Recuerdo la Calle Santiago Peguero, iluminada en cada intersección.
El Domingo 25 en la mañana volvió la multitud a copar el parque, y de las comunidades vecinas venían todo tipo de vehículos con mucha gente, tocando bocinas y gritando por el retorno a la presidencia de Juan Bosch. Los obreros del Ingenio Barahona, de la empresa Sal y Yeso, de Obras Públicas y otras dependencias, se sumaron a las caravanas que recorrían los barrios y el centro de la ciudad.
El parque se convirtió en una especie de centro de información pública (Radio Bemba), donde la gente se enteraba de lo que estaba ocurriendo en el país, escuchando radios portátiles e interrogando a los choferes y pasajeros de la línea “Estrella Blanca” y de la línea “Victoriá”, que venían desde la capital.
Cuando la multitud escuchaba estos “boletines” narrados por los viajantes de lo que habían visto en las calles de la capital, aumentaba el entusiasmo de la gente de Barahona, ante la llegada inminente de Juan Bosch desde Puerto Rico, para reasumir la Presidencia de la República.
La actitud de neutralidad que mostraban los oficiales de la Base Aérea de Barahona, además de la pasividad de los efectivos policiales -que sólo pedían que se preservara el orden público y el respeto a la propiedad- era para muchos, una señal de que las cosas iban a cambiar favorablemente y que retornaría la democracia.
Cuando fracasan las negociaciones, entre los distintos grupos militares que negociaban en el Palacio Nacional, se inician los combates terrestres y la Aviación Militar Dominicana comienza a ametrallar la ciudad capital y a bombardear objetivos considerados estratégicos.
Mientras tanto, en el interior del país hasta ese momento hubo un compás de espera en las guarniciones militares y policiales, en atención a los resultados de los combates, especialmente los realizados el Lunes 26 y el martes 27 de Abril. En tiempo real, los dominicanos veíamos en pantalla los aviones de San Isidro ametrallando al pueblo capitaleño, el tableteo de las ametralladoras, los cañonazos de los buques de la Marina de Guerra, así como las radiodifusoras que apoyaban la democracia, mientras otra emisora desde la Base Aérea vomitaba odio, sangre, lágrimas, amenazas y muerte.
De los cruentos combates, escenificados ese Lunes y Martes, salieron victoriosas las tropas que junto al pueblo, luchaban para el retorno de la democracia. La noche del 27 de Abril, parecía anunciar el amanecer glorioso y una nueva etapa del quehacer político dominicano, donde la luz, se impondría a las tinieblas del autoritarismo, el crimen, la corrupción y el atraso.
Al día siguiente Miércoles 28, en horas tempranas de la mañana, la emoción era extraordinaria en la multitud congregada en el Parque Central y en las calles de la ciudad de Barahona, ante la derrota de quienes quería parar la rueda de la historia.
Entonces se supo qué los norteamericanos habían desembarcado en la tierra de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón. La potencia económica, política y militar más grande de la historia, bajo el pretexto de salvar vidas de sus ciudadanos en República Dominicana, arremetió contra esta media isla con lo mejor de su arsenal, naves de guerra, tanques, cañones, tácticas militares y efectivos bien preparados, atropellando una nación que sólo aspiraba a que al país retornara la democracia.
El imperio atacó con dureza y grande fue la sorpresa cuando la población supo que el coloso del Norte, estaba ayudando a las tropas de San Isidro, en contra del pueblo dominicano y los militares constitucionalistas.
Muchos jovencitos y adolescentes que se movían por doquier entre la multitud reunida en el Parque Central de Barahona, quedaron asombrados al saber que el ejército norteamericano estaba ayudando a “los malos”. Esto se explica porque en las películas de vaqueros y en las de guerra, el ejército norteamericano siempre estaba en favor de las “buenas causas”, de ahí la sorpresa y desazón de los de los jóvenes allí congregados.
No obstante esta nueva situación, la multitud continuó en el Parque y al frente de sus hogares. Entonces cerca de mediodía de ese fatídico Miércoles 28 de Abril, llegaron decenas de efectivos militares en camiones que de inmediato se abalanzaron contra la gente congregada golpeando y atropellando al público. Al mismo tiempo un Avión P-51 de la Base Aérea de Barahona, realizó vuelos rasantes sobre la ciudad para amedrentar la población.
Esa fue la última vez que la gente se concentró en el parque de Barahona y a partir de ahí se inicia una campaña de represión apresamiento, golpizas y la desaparición de personas. El Comandante de la Base, Eladio Marmolejos Abreu, encabezó los atropellos contra la ciudadanía. Un hecho notable fue la muerte y desaparición del brillante Ingeniero Español Horacio Pérez, trabajador incansable del Ingenio Barahona. Vino al país a mediados de los años cuarenta del pasado siglo contratado por el Gobierno, para la realización de exploraciones petroleras.
El día de su apresamiento, un contingente militar lo arrestó en su hogar y nunca retornó al seno de su familia. Esta acción repudiable fue muy criticada por los barahoneros, durante muchos años. El crimen fue investigado por una Comisión de la OEA que visitó Barahona. Nadie fue al banquillo de los acusados por este horrendo asesinato. Uno de sus hijos se graduó de Ingeniero Electromecánico y se desempeñó como Director de Planificación de la Corporación Dominicana de Electricidad.
Frente a la oleada de terror desatada luego de la invasión Yanqui, las multitudes no volvieron al Parque Central durante meses. Dentro de sus hogares durante el día y recluidos por la noche debido al férreo Toque de Queda, los barahoneros se enteraban de los ametrallamientos y crímenes de la soldadesca norteamericana, donde sobresalieron los bombardeos del 15 y 16 de Junio y el del 29 de Agosto de 1965, en los cuales pereció mucha gente, especialmente civiles no combatientes.
En lo que respecta a Barahona, fue en Septiembre 1965 que la gente se tiró a las calles para recibir los autobuses con los combatientes locales, cuando retornaron a la ciudad, en el marco de los acuerdos realizados para terminar el conflicto. Como era de esperar, había una trama de ametrallar estos vehículos, razón por la cual miles de personas se presentaron a la entrada del pueblo, para recibir a “sus muchachos”. Una verdadera acción heroica de Teseo Ramírez, impidió la ejecución de la masacre planificada
Hay muchas historias sobre estos acontecimientos en Barahona.
Esta fue solo una breve de ellas.
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