Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
Sin ninguna duda, el hecho más importante para el renacimiento de la industria azucarera dominicana, lo constituyó la guerra de los 10 años, que se inició en Cuba, el 10 de Octubre de 1868, con el llamado Grito de Yara, pronunciado por el hacendado Carlos Manuel Céspedes, en un pequeño ingenio de su propiedad ubicado en La Damajagua en la parte oriental de Cuba, y duró hasta el 10 de Febrero de 1878, cuando los términos de paz fueron aceptados por los gobiernos de Cuba y España, mediante la firma del Pacto de Zanjón.
Como resultado de esta guerra muchos cubanos emigraron a la República Dominicana, a partir de ese momento la nación contó con el capital, los empresarios y la tecnología para el despegue del desarrollo, de la todavía incipiente industria azucarera. En este sentido (García Muñiz, 2005) expresa lo siguiente:
……pero no fue hasta la Guerra de los Diez Años en la Gran Antilla (1868-1878), con la migración de unos 3.000 cubanos y otros extranjeros residentes en ella (por ejemplo, del norteamericano Alexander Bass), cuando se contó con el capital, los empresarios y la tecnología para el despegue de su desarrollo. En las circunstancias propicias del mercado de ese período, tres de aquellos cubanos, uno de ellos naturalizado estadounidense, construyeron por separado el primer molino de vapor en el país (el Isabel, en Puerto Plata) y dos ingenios (el Angelina y el Porvenir en San Pedro de Macorís). (Pag.181).
«De algún tiempo acá, sobre todo después que estalló la guerra de Cuba, es que la agricultura ha comenzado a tener vida, con el establecimiento de fincas de caña en gran escala, en que se ha invertido grandes capitales extranjeros importados por la inmigración cubana. Y otros nacionales también de consideración que ha cambiado por completo la faz del país, en el que abundan hoy las empresas agrícolas de todo género, siendo ya respetable la exportación que se hace por sus puertos, no sólo de azúcar en bruto y centrifugado, sino también de tabaco, café, cacao y otros frutos».
“Entre 1875 Y 1882 se fundaron treinta ‘haciendas de caña’. Cuatro de ellas eran ‘centrales’, que recibían la caña exclusivamente de colonos contratados, a saber ‘San Luis’ en Pajarito, fundado en 1881 por los hermanos Cambiaso, con terrenos cultivados de 2,400 tareas y 4,600 tareas por cultivar, dividido entre 10 colonos; la central San Isidro’ en Pajarito, propiedad de Hatton y Hernández, fundada también en 1881, con 4,290 tareas cultivadas y con 12 colonos; la central «La Duquesa’ fundada en 1882, de A. Bass y F. van Krosigh en la Isabela (común de San Carlos), de 6,000 tareas («en instalación, sus aparatos serán de triple efecto, y un ferrocarril, ya principiado, conducirá la máquina y los productos de los colonos al batey») y la central ‘Ocoa’ de 1. Heredia y Cía., en Palmar de Ocoa (común de Baní), fundada en 1882, con 3,000 tareas y 15 colonos. Tres ingenios eran ‘mixtos’: el ingenio ‘Constancia’ de Heredia y Ureña en Pajarito, fundado en 1878, que trabajaba con 4 colonos y con terrenos propios, en total 2,200 tareas: luego el ingenio ‘Porvenir’ de Santiago Mellor en San Pedro de Macorís, fundado en 1879, trabajando con 21 colonos y 1,200 tareas de terreno propio y el ingenio ‘La Fe’, de J. E. Hatton y Cía., en San Carlos, que trabajaba con 2,750 tareas y 7 colonos, quienes poseían en conjunto 2,250 tareas.
El ingenio ‘Esperanza’, de Joaquín Manuel Delgado, fundado en San Carlos en 1875, era ya de gran extensión: 5,000 tareas y equipado con una «máquina horizontal de 16 pulgs. De diámetro, 2 trenes jamaiquinos, 6 centrífugas de Laffertey» De estos treinta ingenios sólo 3 se hallaban en el norte: 2 en el Distrito de Samaná v I en el Distrito de Puerto Plata: estos tres fueron de los primeros en fundarse (en 1877 y 1878) Y eran de pequeñas dimensiones (1,200, 1,200 Y 600 tareas respectivamente). Todas las otras plantaciones se encontraban en el sur, al oeste de la Capital: 1 en Azua, 3 en Baní y 2 en San Cristóbal; alrededor de la Capital: 6 en San Carlos, 5 en Pajarito, 2 en Sabana Grande de Santo Domingo y el resto al este de la Capital, entre ellos 2 en San Pedro de Macorís.
Los dos ingenios más pequeños ocupaban 250 tareas cada uno, los dos mayores 6,000 tareas cada uno; el tamaño promedio era de alrededor de 2,000 tareas. La producción azucarera promedio era de entre 10 y 12 quintales por tarea, aunque en terrenos buenos se alcanzaban a veces 20 quintales”. Ver páginas 22 y 23 Harry, Hoetink – el pueblo dominicano 1850-1900
Para mediados de 1870, era un hecho incuestionable el progreso creciente de la común de Barahona, por lo que resultaba una medida urgentemente reclamada por las conveniencias políticas, económicas y sociales de estas poblaciones el que se erigiera en Distrito Marítimo, ya que el puerto se había convertido en la salida natural de gran parte de los productos de la provincia de Azua.
Es por ello, que el 12 de Septiembre del año 1881, el presidente Fernando Arturo de Meriño, mediante el decreto Núm. 1959, erige en Distrito Marítimo a la común de Barahona, asimilándola en lo económico con los distritos de Samaná y Monte Cristi. Ese mismo día, mediante el decreto Núm. 1960, habilita el Puerto de Barahona para la importación y exportación. Ver Colección de Leyes y Decretos, 1881.
Para el año de 1871, cuando se erige en Distrito Marítimo a la común de Barahona, la República Dominicana se encontraba sub-poblada, la población era estimada entre 150.000 y 207.000, una superabundancia de tierras de labranza condujo a la continuación de situaciones caóticas con respecto a la propiedad de terreno. La infra-estructura deficiente, la inestabilidad política y la escasez de trabajadores llevaron a la predominación de empresas ganaderas, que exigían poco personal, en el este y el oeste, y a una «shitting agriculture» en el Cibao, donde, sin embargo, se producía también para la exportación. Sólo en la parte costera del sur existía el cultivo tradicional de caña con otros fines que el del consumo propio. La explotación primitiva de maderas finas era de importancia sobre todo alrededor de Barahona y Monte Cristi; también se producía miel y cera en pequeñas cantidades. Sólo propiedades de entre 1.000 y 10.000 acres eran consideradas verdaderos latifundios; el número de latifundistas privados era considerado pequeño; arrendaban sus terrenos o practicaban agricultura extensiva. Los principales terratenientes eran el Estado y la Iglesia”.
El seis de Junio del año 1890, motivado por los resultados eficaces obtenidos por el concesionario de la empresa, que había instalado fincas modelos en la común de San Cristóbal, para el cultivo del tabaco, que para la fecha constituía el producto principal de la agricultura dominicana; el Presidente Ulises Heureaux, mediante la Resolución Núm. 2902, dedica la “suma de $30.000 para el establecimiento de fincas modelos para el cultivo del tabaco y el algodón en la provincia de Azua y el distrito de Barahona”. Ver Colección de Leyes y Decretos 1890, pág. 449.
El Veintisiete de Junio del año 1892, mediante el Decreto Núm. 3213, el Presidente Ulises Heureaux aprueba la concesión otorgada por el P. E. a1 Sr. Carlos A. Mota para establecer un Muelle y Enramada en el puerto de Barahona y un departamento apropiado para la Aduana del mismo puerto. Estableciendo en el único considerando “Que esas obras son de reconocida utilidad pública, y que el Congreso Nacional debe favorecer empresas de ese género”. Ver Colección de Leyes y Decretos 1892, pág. 390.
En Junio de 1893, mediante el Decreto Núm. 3310, se declara cerrado el Puerto de Barahona para la importación,, alegando para ello “que las operaciones de importación que se realizan por el puerto de Barahona no rinden ni siquiera la utilidad indispensable para atender a los gastos que ocasiona el tren de empleados designados para el servicio de aquella Aduana”. Ver Colección de Leyes y Decretos 1893, pág. 139.
En noviembre del año 1893 el vicepresidente Figuereo firma un Decreto por el cual todo el que siembre cacao o café en los diez años siguientes recibirá $50 por cada 2,000 matas en producción; los que ya tienen 2,000 matas son declarados «exentos de todo servicio militar ordinario». “También del extremo occidental del país, de Enriquillo, llegan en ese tiempo noticias de cultivo de café: desde 1889, cuando bajaron los precios de maderas en el mercado europeo, los señores Mota, que habían creado una fuente de trabajo en la región de Barahona con su comercio de madera, habían pasado a cultivar café en terrenos cercanos; Mota ya poseía más de 150,000 matas; otros cuatro agricultores tenían más de 60,000 matas cada uno; además, había muchos pequeños propietarios”.
Como hemos podido leer, a partir de 1889, cuando se desploma el precio de las maderas en el mercado europeo, se da inicio a cambios en el modelo de producción del Distrito Marítimo de Barahona, cuya economía se encontraba menguada para esa época de la historia. Es por ello que varios intelectuales de la ciudad habían expuesto al Congreso de la Nación Dominicana, la necesidad que tenía Barahona de obtener una Franquicia Especial que permitiera atraer al Distrito, Empresas que se dediquen a la Industria Azucarera.
Durante el año de 1901, el presidente Juan Isidro Jiménez aprueba esta petición, y en efecto emite la resolución No.4101, promulgada en la Gaceta Oficial No. 1380, del 26 de Enero del año 1901.
Para este período de la historia, era muy frecuente la violación del territorio dominicano por parte de los ciudadanos haitianos, quienes penetraban de forma clandestina unas veces, otras de forma pacífica y otras veces de forma violenta. Por eso la mayor cantidad de batallas en defensa de la independencia nacional, fueron libradas en el sur del país, esto provocó el que la economía de Barahona se encontrara muy mermada, debido a la práctica del merodeo, Joaquín Balaguer (1993) explica en su libro La Isla Al Revés que:
Tres provincias enteras, la de Azua, la de Monte Cristi y la de Barahona, fueron reducidas a la ruina por la práctica del merodeo. Consistente en la formación de bandas de cuatreros que penetraban clandestinamente al territorio dominicano para adueñarse del ganado y cometer toda clase de depredaciones y actos delictuosos. (pp. 75-76).
Para el año de 1901, era gobernador de Barahona Candelario de la Rosa, quien desempeñó esas altas funciones entre el año 1900 y 1902, al ser desplazado de la Gobernación se alzó, convirtiéndose en un caudillo, “cabecilla de bandoleros que en franca oposición a las autoridades merodeaban el distrito de Barahona.” (González Canalda, 2008, p.38). El 15 de Marzo del año 1906, el Presidente Ramón Cáceres, quien se había propuesto combatir el caudillismo regional, mediante la Resolución No. 4661, publicada en la Gaceta Oficial No. 1670, del 17 de Marzo del año 1906, declaró expulso del territorio dominicano a Candelario de la Rosa.
Para ese período la estabilidad política del país era un caos, pero la de Barahona en particular, era desastrosa. Tanto así, que durante el año 1901 al gobierno del General Juan Isidro Jiménez, le sobrevinieron una serie de insurrecciones, siendo la más importante la fomentada en Barahona por Carlos Alberto Mota.
Durante todo el 1905, el gobierno de Ramón Cáceres consideró a la región Sur y fronteriza como un foco de inestabilidad política alrededor de la figura de Candelario de la Rosa. (González Canalda, 2008, p.38).
Toda esta inestabilidad política ligada a la práctica del merodeo, más la crisis económica, terminaron por destruir el aparato productivo de Barahona. Por ello, se entiende el que un grupo de intelectuales de Barahona, solicitara una Franquicia Especial que permitiera atraer al Distrito, Empresas que se dediquen a la Industria Azucarera.
Estas razones económicas, por la que estaba atravesando el Distrito de Barahona, sumado a la Concesión de Franquicias Especiales con el fin de atraer al Distrito de Barahona Empresas Azucareras, más las Franquicias Agrícolas acordadas por la ley del 26 de Junio de 1911, motivaron a José Eleuterio Hatton, a fundar plantaciones de caña en el Distrito de Barahona, y con ello, a fundar lo que hoy se llama Distrito Municipal de Villa Central.
Por ello, obtiene mediante la Resolución Núm. 5251, del 30 de Julio del año 1913, autorización para gozar de las franquicias acordadas por la ley del 26 de Junio de 1911. Ya para esa fecha, los Hatton eran propietarios de más de 100 Hectáreas de terrenos en los lugares denominados “Alpargatar”, “Hato Viejo”, “Ojeda”, “Hatico”, “Barbacoa” y “Mena”, común de Barahona. Provincia del mismo nombre: que tiene invertido un capital de veinte mil pesos oro Americano.
Del mismo modo, obtuvo la Concesión para construir un ferrocarril en Barahona. Publicada en la Gaceta Oficial Núm. 2421 del 30 de Julio del 1913. Además descubrió minerales de fosfatos de cal, carbonatos de magnesia y cal, nitratos de sodiun minerales de hierro cloruros y otros, en la provincia de Barahona.
16 años después de Barahona obtener la Ley de Franquicia Especial, que permitiera atraer al Distrito Empresas que se dediquen a la Industria Azucarera, es decir, el día 4 de Junio de 1917, que es la fecha que jurídicamente marca el nacimiento del Batey Central, fue celebrado el Contrato de arrendamiento y promesa de venta de una porción de terrenos, por ante el Notario Público de la común de Barahona, señor Eugenio Matos, firmado y debidamente sellado, entre el Ayuntamiento de Barahona, representado por su Sindico, el señor Luis Felipe Peguero; y The Barahona Company Inc., representada por su Administrador el señor Frank H. Vedder.
En esa ocasión, varios vecinos de la ciudad de Barahona, elevaron una instancia al Ayuntamiento, solicitando que dicha corporación acceda a todo lo solicitado por The Barahona Company Inc., accediendo de manera complacida dicho ayuntamiento a lo solicitado por el pueblo de Barahona.
“Nota: En el Acta de esta misma fecha fue leída una instancia escrita por varios vecinos de esta ciudad, pidiendo a esta corporación que acceda a todo lo solicitado por The Barahona Company Inc., y luego fue resuelto contestar a dichos señores, que el Ayuntamiento se complace en ir de acuerdo con el pueblo y que dicha compañía ha sido atendida por este Consejo”. Ver Acta de sesión Ordinaria de fecha 4 de Junio del 1917.
ALGUNAS AVECES SERÍA BUENO PREGUNTARSE, SI EL INGENIO BARAHONA VINO A LA PROVINCIA POR DECISIÓN NATURAL DE SUS DUEÑOS, O SI EN CAMBIO NOSOTROS, LOS BARAHONEROS, LO LLAMAMOS A GRITOS.
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