BÉISBOL DE AYER
Cuqui Córdova
Conversando con Ricardo Joseph en los años 70, manifestó, “Mi pitcher favorito en las Ligas Mayores fue el zurdo Claude Osteen, de los Dodgers. Siempre que me le enfrentaba le bateaba bien. Sería coincidencia, pero pocas veces me dominaba. En cambio, qué clase de líos me provocaban Ferguson Jenkins, Bob Gibson y Juan Marichal. Cuando jugaba allá en los Estados Unidos me pusieron “Rico. Como a los norteamericanos se hace un poco difícil pronunciar la palabra Ricardo, comenzaron a nombrarme “Rico” y así se me quedó.
Por otra parte, cuando jugaba con los Filis, ellos querían tenerme de bateador emergente únicamente. Y ahí es donde estuvo el problema. Para mantenerse en Ligas Mayores como emergente hay que ser un fenómeno, pues la poca actividad lo saca a uno de paso. A pesar de ello, con los Filis tuve lo que creo ha sido el mejor momento de mi carrera. Debuté como emergente contra los Dodgers de “Los Angeles” y nada menos que contra el monstruo del relevo, Ron Perranoski. Tenía el cuarto repleto y de repente ¡Pum! Conecté un jonrón para que el juego terminara en ese inning 14”.
Lamentablemente, en horas de la mañana del día 8 de septiembre de 1979, Joseph dejó de respirar en el hospital Moscoso Puello, al agravarse su estado de salud, afectado por la bendita diabetes, enfermedad esta que prácticamente le consumió. De unas 210 libras que pesaba normalmente, el atleta petromacorisano estaba en sesenta libras. La diabetes progresiva lo fue afectando desde hacía unos seis años, circunstancia esta que acortó su carrera beisbolera.
Los otroras peloteros, Enrique Lantigua y Rafael Valdez, presidente y tesorero de la Federación de Peloteros Profesionales respectivamente, se ocuparon de enterrar al compañero, sin realizar honras fúnebres, debido al estado de descomposición del cadáver.
Ningún familiar del pelotero asistió al entierro, sólo los dos dirigentes deportivos ya mencionados y algunos empleados del hospital y del cementerio de la avenida Máximo Gómez. Para aquella época el país estaba en crisis después del azote del ciclón David.
Lantigua y Martínez expresaron breves palabras para despedir el cadáver de quien en vida recibiera ayuda de la Federación Nacional de Peloteros Profesionales Dominicanos.
Desde hacía un buen tiempo Joseph residía en la capital, donde siempre encontraba amigos deportistas que le ayudaban con algo para solucionar sus agudos problemas económicos.
En aquella fecha del 8 de septiembre descansó para siempre el sufrido jugador, oriundo de la tierra de los peloteros, quien llegara a participar en el béisbol de las Grandes Ligas. Hasta aquí esta historia.
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