Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
Cuando Napoleón Bonaparte decidió reconquistar a Santo Domingo, cuya parte española acababa de ser cedida a Francia, Marie Louis Ferrand[1] solicitó unirse a la expedición. Tras una campaña de cuatro meses, el ejército francés, al mando del general Charles Victoire Emmanuel Leclerc, había logrado conquistar completamente la isla de Santo Domingo; al momento de ocurrir el arresto de Toussaint L’Ouverture, hecho éste que hizo estallar de nuevo la insurrección, la isla estaba bajo el control del ejército francés.
Toussaint Louverture negoció su entrega, que firmó el 1 de mayo de 1802. El 7 de junio, convencido de la duplicidad del rebelde general, Leclerc atrajo a Toussaint Louverture a una reunión con el general Brunet bajo el pretexto de una negociación y lo hizo arrestar. El general haitiano fue enviado a Francia para ser encarcelado en el Fort de Joux, cerca de Besançon, en agosto de 1802.
El nuevo gobernador Leclerc trajo consigo algunos avances para la colonia como la publicación de un código penal, un nuevo sistema judicial y el apuntalamiento del poder de los ricos blancos dueños de plantaciones.
Tanto los combatientes negros como los “mulatos”, se dieron cuenta rápidamente de que la poderosa expedición de tropas francesas desplegadas bajo el mando del cuñado de Bonaparte, el general de ejército Charles Leclerc, no estaba en Saint-Domingue solo para restaurar el orden. Su propósito era restablecer la esclavitud (que ya la había abolido Toussaint Louverture), y reafirmar el control francés sobre toda la isla.
El anuncio del restablecimiento de la esclavitud sublevó a la población de color y por unanimidad entre oficiales y soldados negros, la guerra de guerrillas fue extendida con el anuncio de que la esclavitud se reintroduciría en agosto de 1802, justo en el momento en que la fiebre amarilla había diezmado la fuerza invasora, y cuando Leclerc carecía de suministros y de hombres, especialmente producto de esta enfermedad.
En noviembre de 1802, Leclerc, con apenas 30 años de edad, muere abatido por la fiebre amarilla, fue sucedido en el mando por el general Rochambeau, cuya brutal guerra racial hizo que más líderes regresaran a los ejércitos rebeldes. El 18 de noviembre de 1803, François Capois derrotó a las fuerzas de Rochambeau en la batalla de Vertières. Dessalines proclamó la independencia de Haití y su nuevo nombre el 1 de enero de 1804.
El general Ferrand intentó defender la parte francesa de la isla con su brigada, pero se vio obligado a retirarse a la ciudad de Santo Domingo, cuyo mando le fue ofrecido por unanimidad. Dessalines, al frente de un ejército de 22,000 hombres, no tardó en invadir la ciudad, pero tras varios combates sangrientos Ferrand le obligó a levantar el sitio, el 18 de marzo de 1803, y durante tres días persiguió a los restos de su ejército. Ferrand, en posesión indiscutible de la parte española de la isla, se dedicó a mejorar la condición de los desafortunados colonos españoles. En 1804, Napoleón le nombró teniente general, y luego capitán general, de la isla, y tuvo plena autoridad para llevar a cabo todos sus planes de reforma.
Jean-Jacques Dessalines, que había sido proclamado emperador en 1804, intentó restablecer la economía de las plantaciones de Haití, mediante un sistema de trabajo forzado. Fue traicionado y asesinado en 1806, tras el asesinato de Dessalines, Henri Christophe se convirtió en presidente de Haití, pero el Senado lo destituyó en 1807 y nombró en su lugar a Pétion. No conforme con la decisión, Christophe estableció un reino al norte, próximo a la ciudad de Cap Haïtien, que duró hasta su muerte en 1820.
“Esta situación de relativa debilidad de las fuerzas haitianas, como consecuencia de sus continuas disensiones internas, fue aprovechada por los cabecillas del movimiento insurgente de Santo Domingo para obtener la neutralidad activa de sus vecinos del oeste, en concreto la del régimen encabezado por Pétion”.[2]
En 1808 se produce la crisis de la monarquía española la cual inicia con el motín de Aranjuez, en donde Carlos IV es obligado a abdicar en favor de su hijo Fernando VII. Estos sucesos son aprovechados por Napoleón Bonaparte emperador de los franceses, quien decide actuar como juez sobre la sucesión. Los reyes son trasladados a la ciudad de Bayona en donde son obligados a abdicar a favor del emperador, quien finalmente coloca a su hermano José Bonaparte, como rey de España. Esta situación repercutió fuertemente en las colonias americanas, las cuales no recocieron la autoridad del hermano del emperador francés y levantaron su apoyo a España y a Fernando VII.
“Se produjeron masivas manifestaciones anti francesas en toda Hispanoamérica, incluso entre la población dominicana, hastiada del dominio francés. Juan Sánchez Ramírez, uno de los muchos dominicanos exiliados en Puerto Rico, descubrió que el negocio ganadero de su familia estaba en crisis. Una “extraña combinación” de malestar económico y patriotismo en medio de la Guerra Peninsular le inspiró para intentar acabar con el dominio francés en Santo Domingo”.[3]
Las Américas españolas ignoraron las súplicas de lealtad de José Bonaparte (rey José I), usurpador del trono español y hermano de Napoleón. Los leales españoles en Iberia no podían ofrecer apoyo a los conspiradores. Más bien, los apoyos vinieron del gobernador Toribio Montes de Puerto Rico y de exiliados dominicanos. Sánchez Ramírez, identificado como mulato, viajó encubiertamente a Santo Domingo para recabar el apoyo popular contra Francia. A cambio, prometió enviar a Puerto Rico suficientes suministros de caoba para cubrir los gastos.[4]
El naciente levantamiento dominicano unió temporalmente a los dos nuevos gobernantes del dividido Haití. En aquel momento, Alexander Pétion presidía una república del sur con sede en Puerto Príncipe, y Henry Christophe gobernaba lo que se había convertido en un reino en el norte con capital en Cabo Haitiano (antiguo Cabo Francés). Tanto Cristophe como Pétion prometieron su apoyo.
Para resistir a los franceses, el 27 de mayo de 1808 fue organizada la Junta de Sevilla, el 6 de junio esta Junta emitió la Declaración de Guerra al Emperador de Francia, Napoleón I. Iniciando de manera oficial la Guerra de Independencia Española. “Cuando se supo en las Indias Occidentales que había estallado la guerra entre Francia y España. Apenas el Gobernador de Puerto Rico fue informado de estas hostilidades, resolvió tratar al general francés como a un enemigo”[5]. El 10 de agosto de 1808, un navío parlamentario, enviado por el capitán general Don Toribio Montes, gobernador de Puerto Rico, trajo al general Ferrand una declaración de guerra, motivada en los acontecimientos que acababan de ocurrir en España y en las instrucciones que había recibido de la Junta de Sevilla.
La Declaración de Guerra del gobernador de Puerto Rico estaba concebida en estos términos:
“Excelentísimo Señor:
En consecuencia de los despachos oficiales enviados por la Asamblea Suprema de Sevilla, que declara la guerra al Emperador Napoleón y a sus ejércitos, fue ordenada necesariamente la detención del corsario francés que se encontraba en este puerto, así como la del señor Chevalier, su capitán y de dos marinos del mismo buque. He creído conveniente enviaros a estos tres últimos como lo hago efectivamente por la presente ocasión de la goleta “La Petronila”, mandada por Francisco Brasseti, quien va en calidad de parlamentario, para ese solo objeto. Él va encargado de presentarlos a vuestra Excelencia, conjuntamente con la persona del Señor Panel, cuya residencia no conviene aquí.
Que Dios conceda a Ud. largos años Puerto Rico, 2 de Agosto de 1808.
Excelentísimo Señor, el más afectuoso servidor de vuestra Excelencia,
firmado —Toribio Montes.”[6]
Una declaración de guerra tan inesperada, y llegando de parte de un gobierno desconocido, no pareció suficiente al general Ferrand, para romper los lazos de amistad que existían entre las dos naciones. Respondió al Gobernador de Puerto Rico con toda la prudencia y toda la moderación que requerían las circunstancias, respondiendo de la siguiente manera:
“He recibido, decía, de manos del Señor Francisco Brasseti, la carta de vuestra Excelencia, del 2 corriente. El Señor Chevalier, dos marinos y el Sr. Panel, que enviáis de Puerto Rico, llegaron también en la Petronila.”
“No os ocultaré, Señor Capitán General, la sorpresa que me ha causado el arresto del corsario francés del Señor Chevalier, que vuestra Excelencia motiva con la guerra declarada por la Junta Suprema de Sevilla al Emperador Napoleón.”
“Confieso que no conozco la existencia política de ese consejo, ni el carácter de que haya podido estar investido para realizar actos que pertenecen solamente a un soberano legítimo.”
“Tampoco estoy enterado de los acontecimientos sucedidos en Europa, que han podido dar lugar a una ruptura, que la armonía tan duradera de los dos gobiernos no permitid presumir ni prever.”
“Cualesquiera que sean los motivos que hayan determinado a V. E. y que yo no intento penetrar, tengo a honra declararle, Señor Capitán General, que mi conducta, con respecto a los españoles y a las colonias de S. M. C. será constantemente la misma, hasta que reciba órdenes contrarias y oficiales de mi soberano.”
“Continuaré permitiendo a los buques españoles comerciar con Santo Domingo, y hoy mismo he dejado salir libremente una goleta de esta nación que venía de la isla de Cuba, respecto de la cual tal vez hubiera podido usar represalias.”
“Los españoles de Santo Domingo, penetrados de la necesidad de permanecer unidos y llenos de confianza en las pruebas francas y leales que les he nado de mi solicitud, están dispuestos a continuar tranquilos, a rechazar y castigar todas las instigaciones que tiendan a alterar su unión con los franceses y a turbar la tranquilidad pública.”
“Confiando yo mismo en su adhesión y estando en condiciones de no temer ningún acontecimiento, esperaré tranquilamente el resultado de la lucha funesta que la fatalidad ha provocado y continuaré viviendo en paz con todas las colonias españolas vecinas, cuyos habitantes serán siempre considerados por mí como aliados y amigos, a menos que mis intenciones no sean contrariadas por órdenes superiores.
“Tengo a honra ser con la más alta consideración,
“Señor Capitán General
“El obsecuente servidor de vuestra excelencia”
“(firmado) Ferrand.”
“P. S. El Señor Brasseti y otras personas de la tripulación de la goleta “La Petronila”, se han presentado aquí con una escarapela que me ha parecido no ser el distintivo de ningún gobierno legítimo y legalmente reconocido; me he visto, pues, obligado a aconsejarles a no llevarlas mientras permanezcan en el puerto o en tierra”.
“Mi deber y el interés de la colonia que gobierno, me obligarán a tratar con rigor a todos los que, viniendo del exterior, tratasen de provocar la discordia y el desorden en un país que he tenido la dicha, hasta ahora, de preservar de esas dos plagas.”
“(Rubricado) Fd”.[7]
Sin embargo, las hostilidades habían comenzado ya en la costa de Puerto Rico, con la captura de un corsario francés, cuyo capitán y oficiales había enviado el gobernador a Santo Domingo. “el 12 del mismo mes, un tal Ricardo Sarmiento, agente del gobernador español, combinó con Sánchez Ramírez en El Seibo el plan del levantamiento”.[8] “Este gobernador, actuando a las órdenes de la junta de Sevilla, envió agentes para preparar las mentes para la revuelta. Uno de ellos, el Capitán Brasseti, ancló, el 22 de septiembre en el puerto de Santo-Domingo. Encontraron a bordo de su barco 200 cartas o proclamas incendiarias: fue detenido y enviado a Puerto Rico. El gabinete británico aprovechó estas circunstancias para concluir una alianza ofensiva y defensiva con el gobernador Don Toribio Montes”.[9]
“Los ingleses, que estaban pendientes de las circunstancias favorables a su sistema destructivo, se pusieron en contacto con el gobernador Toribio Montés, y concluyeron con él una alianza ofensiva y defensiva, cuyos resultados fueron asegurarles el comercio exclusivo de Puerto Rico y la expulsión total de los franceses de las Antillas Mayores”.[10]
El gobernador de Puerto Rico, procedió a incitar una insurrección en Barahona, “Salvador Félix, Comisario enviado por el gobernador Toribio Montes, para insurreccionar los distritos de las costas meridionales de la Parte del Este, había desembarcado en Barahona el 26 de Septiembre, y se asoció en esos lugares con Don Cristóbal Huber Franco, hombre muy activo y emprendedor, que adquirió muy pronto bastante influencia en el ánimo de los habitantes, para no dejar a su colega sino la apariencia de autoridad”.[11] Además “se unió con Ulises Ramírez y Manuel Jiménez de Azua, y juntos, lograron reclutar un gran número de habitantes, con los que vinieron a poner un cantón a orillas del Yaque del Sur”.[12]
El relato exagerado de los hechos de España, la salvación del trono y el altar, fueron los objetos que presentaron a las mentes crédulas y supersticiosas: prometieron al mismo tiempo pronta ayuda en hombres, comida y dinero; habían solicitado la alianza del líder de los rebeldes Pétion, quien, encontrándose fuertemente presionado por Christophe en este momento, y que tal vez contemplando con ansiedad el crecimiento de un nuevo poder en su vecindad, rechazó la ayuda solicitada, exigiéndoles expresamente que, en la lucha que iban a emprender, debían respetar estrictamente los límites de las posesiones nativas.
No obstante, se comprometió a proporcionarles municiones y armas a cambio de las bestias cornudas que más necesitaba.
“La Reconquista comenzó en septiembre de 1808 cuando Salvador Feliz, que también colaboró con Montes, llegó a Barahona, cerca de la frontera con Haití. Allí se unió a Cristóbal Huber, que estableció lazos con los rebeldes anti franceses Ciriaco Ramírez en Azua y Manuel Jiménez en Neiba. Enrique Christophe prestó a los dominicanos un apoyo rápido, generoso y necesario en forma de trescientos soldados y cientos de armas, botas y espadas.
A cambio Christophe sólo pidió un comercio abierto, acorde con su actitud de paz hacia los súbditos españoles. El gobernador Montes de Puerto Rico no tardó en enviar mercancías a Cabo Haitiano, rematándolas con un fino reloj y un bastón como regalos personales para Christophe. A costa del ganado dominicano, Sánchez Ramírez cooperó con Alexandre Pétion, que temía las consecuencias de la guerra”.[13]
“La distancia a que se encuentra Barahona de la Capital dio lugar a que los fermentos de revuelta produjeran sus efectos; el 30 de Septiembre fue cuando Don José la Xara envió todos los detalles de la conspiración al jefe de batallón Bardin, comandante en el pueblo de Azua”.[14]
El General Ferrand, Marie Louis, barón y conde, gobernador de Santo Domingo, se vio obligado a tomar las armas para defenderse. “En ese momento, su ejército se había reducido a unos 900 hombres debido a las enfermedades. Despachó dos destacamentos sucesivos de 125 hombres cada uno para sofocar la rebelión”.
“A finales de septiembre los rebeldes conquistaron Barahona, en la que fue considerada por los franceses como la primera acción real de la guerra de Reconquista”.[15]
COMBATE DE MALPASO
El día 12 de octubre, las tropas llegaron a orillas del río Yaque del Sur, donde los rebeldes, en número de doscientos hombres, ocupaban una posición extremadamente ventajosa en una colina escarpada, erizada de tunas y mayas, llamada el Malpaso. El coronel se preparó inmediatamente para atacar al enemigo, a pesar de la fatiga que las tropas acababan de experimentar durante un camino de veinte leguas, en una región donde no se podía encontrar ni comida ni agua.[16]
Las tropas escalaron la montaña al son de los tambores que batían la carga, pero detenidas a cada momento por los obstáculos insuperables que la naturaleza les presentaba, se vieron obligadas a retroceder bajo la fusilería bien alimentada de un enemigo atrincherado tras las rocas que dominaban la montaña, después de haber visto caer al valiente teniente Pointe que las comandaba.
La caballería, incapaz de desplegarse en un terreno picado y boscoso, permaneció como espectadora del combate.
“El fracaso de este ataque, y la falta de subsistencias, decidieron al coronel Aussenac a regresar a la ciudad de Azua, de donde pensaba partir pronto con medios más decisivos. Sin embargo, Huber y Ciriaco, hinchados por esta especie de éxito que sólo debían a la rudeza de los lugares, y a la extrema fatiga de los soldados franceses, recorrieron inmediatamente los pueblos de Azua, La Mata, Los Corozos y Fundación, y alistaron bajo sus banderas a un gran número de habitantes intimidados por sus amenazas o embaucados por sus promesas.
Era urgente impedir la propagación del mal, que ya se había extendido a los distritos occidentales; una carta confidencial del coronel Franco, a don Joseph del Orve, su cuñado, confirmaba las primeras opiniones que había dado al general Ferrand, y daba a este respecto nuevos detalles que no dejaban duda sobre las ramificaciones generales de la conspiración: Fue comunicada al General Ferrand, quien se limitó a renovar a Franco la seguridad de la entera confianza que tenía en su prudencia y en su devoción al gobierno francés”.[17]
El fuego de la rebelión que había triunfado en Barahona, se propagaba por todas partes, otros combates ocurrieron en la parte francesa de la isla, como el de “Sabana Mula”, mientras Ferrand ofrecía una recompensa por las cabezas de los líderes rebeldes. En lugar de aceptar la oferta, los criollos de San Juan de la Maguana asesinaron a un oficial francés, tomaron la ciudad e inmediatamente pidieron ayuda a Pétion, las ciudades dominicanas seguían cayendo, incluidas algunas del este como El Seibo e Higüey.
Temiendo que el movimiento rebelde se repitiera por todo el territorio, Ferrand partió de la capital a sofocar el levantamiento, se “enfrentó al enemigo el 7 de noviembre de 1808 en Palo Hincado, con sólo 500 hombres frente a los 3,000 de ellos. El primer ataque fue favorable a Ferrand, pero un asalto de la caballería enemiga volteó ambas alas del cuerpo francés, y se produjo una completa derrota. La mayor parte de los franceses murieron, y Ferrand, que estaba a punto de caer en manos del enemigo, se pegó un tiro desesperado. Su cabeza fue cortada en el campo de batalla y llevada triunfalmente en una pica.[18] Más tarde, el gobierno español repudió este trato y rindió los honores adecuados a los restos del general francés”.[19]
El cuerpo de Ferrand fue llevado a Francia por su ayudante de campo, el teniente coronel Gilbert Guillermín, que en 1815 fue uno de los diecisiete supervivientes de los 42,000 hombres que el general Leclerc llevó consigo a Santo Domingo en 1802.
[1] Aunque muchos historiadores le llaman Jean Louis Ferrand, su nombre verdadero era Marie Louis Ferrand.
[2] Luis Alfonso Escolano Giménez. La guerra de la Reconquista en Santo Domingo (1808-1809): una lucha por la continuidad histórica. BAGN. Año LXXI, Vol. XXXIV, Núm. 125. Página 642.
[3] Charlton W. Yingling. Siblings of Soil: Dominicans and Haitians in the Age of Revolutions. Página 165.
[4] Ibidem.
[5] Nouvelle biographie générale. Depuis. Les temps les plus reculés. JUSQU’A NOS JOURS. TOME DIX-SEPTIÈME. Faesch. Floris. Página 257.
[6] GILBERT GUILLERMIN. PRECIS HISTORIQUE. DES DERNIERS ÈVÉNEMENS. DE LA PARTIE DE L’EST DE SAINT-DOMINGUE, DEPUIS LE 10 AOUT 1808, JUSQU’A LA CAPITULATION DE SANTO-DOMING0. París 1811. Página 29.
[7] Ibidem. Páginas 30 a 32.
[8] Alejandro Llenas. Apuntes históricos sobre Santo Domingo. AGN. Andrés Blanco Díaz Editor. Santo Domingo 2007. Páginas 179 y 180.
[9] L’ART DE VÉRIFIER LES DATES, DEPUIS L’ANNEE 1770 JUSQU’A NOS JOURS. TOME SEIZIEME. A PARIS. 1837. Página 158.
[10] GILBERT GUILLERMIN. PRECIS HISTORIQUE. DES DERNIERS ÈVÉNEMENS. DE LA PARTIE DE L’EST DE SAINT-DOMINGUE, DEPUIS LE 10 AOUT 1808, JUSQU’A LA CAPITULATION DE SANTO-DOMING0. París 1811. Página 43.
[11] GILBERT GUILLERMIN. DIARIO HISTORICO DE LA REVOLUCION DE LA PARTE DEL ESTE DE SANTO DOMINGO. Comenzada el 10 de Agosto de 1808, con Notas Estadísticas sobre esta Parte. Imp. de P. U. Lafourcade. Filadelfia. 1810. Páginas 36 y 37.
[12] Alejandro Llenas. Apuntes históricos sobre Santo Domingo. AGN. Andrés Blanco Díaz Editor. Santo Domingo 2007. Páginas 179 y 180.
[13] Charlton W. Yingling. Siblings of Soil: Dominicans and Haitians in the Age of Revolutions. Página 166.
[14] GILBERT GUILLERMIN. DIARIO HISTORICO DE LA REVOLUCION DE LA PARTE DEL ESTE DE SANTO DOMINGO. Comenzada el 10 de Agosto de 1808, con Notas Estadísticas sobre esta Parte. Imp. de P. U. Lafourcade. Filadelfia. 1810. Página 37.
[15] Antonio Jesús Pinto Tortosa. Santo Domingo: una colonia en la encrucijada: 1790-1820. Archivo General de la Nación. Volumen CDXLIV. Santo Domingo, R. D. 2022. Página 298.
[16] GILBERT GUILLERMIN. PRECIS HISTORIQUE. DES DERNIERS ÈVÉNEMENS. DE LA PARTIE DE L’EST DE SAINT-DOMINGUE, DEPUIS LE 10 AOUT 1808, JUSQU’A LA CAPITULATION DE SANTO-DOMING0. París 1811. Página 45.
[17] GILBERT GUILLERMIN. PRECIS HISTORIQUE. DES DERNIERS ÈVÉNEMENS. DE LA PARTIE DE L’EST DE SAINT-DOMINGUE, DEPUIS LE 10 AOUT 1808, JUSQU’A LA CAPITULATION DE SANTO-DOMING0. París 1811. Páginas 45 a 47.
[18] El coronel Pedro Santana, padre del General Pedro Santana fue quien cortó la cabeza al General Ferrand
que se había suicidado en un bosque espeso a orillas de la quebrada Guaquia, y la llevó en triunfo junto con el caballo de Ferrand.
[19] GILBERT GUILLERMIN. PRECIS HISTORIQUE. DES DERNIERS ÈVÉNEMENS. DE LA PARTIE DE L’EST DE SAINT-DOMINGUE, DEPUIS LE 10 AOUT 1808, JUSQU’A LA CAPITULATION DE SANTO-DOMING0. París 1811. Página 71.
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