Cayó el jefe en un gancho

Por el Dr. Rafael Leonidas Pérez y Pérez.

En cierta ocasión hubo graduación en Constanza, de un curso en el 6to. Batallón de Cazadores, E.N. Me encontraba por allí cumpliendo misión militar y fui invitado a la misma por el Comandante de dicho batallón.

Al lugar del evento llegó el titular de la cartera castrense a presidirlo. Este jefe tenía fama de severo y generaba la percepción de que su yo no cabía en los cuarteles por lo grande que lo tenía.

Empezó enseguida el acto de investidura y no sé por qué entró en el programa una exhibición de tiro.

Había blanco fijo y blanco móvil de manera casi imperceptible en el bosque de montaña.

Pá, pá, pá, pá… Se oía tiro tras tiro de pistola efectuados por los soldados.

Tá, tá, tá, tá… Sonaba el fusil…

Observaba con ojos de águila, el secretario de Estado de las Fuerzas Armadas.

De repente, pidió un fusil y quiso mostrar su pericia. Apuntó a la silueta humana usada como blanco fijo, ¡tá! Nada. Insiste, ¡tá! Tampoco. Nervioso, decidió probar con la silueta humana empleada como blanco móvil. Apunta, dispara, nada. Más nervioso (el público estaba expectante) de nuevo apunta y dispara, nadita. No le quedó más remedio que entregar esa arma, decepcionado.

Cayó el jefe en un gancho.

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