Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
La influenza hizo su aparición en la ciudad de Guantánamo alrededor del 15 de octubre de 1918, pero no asumió proporciones alarmantes hasta noviembre. El 10 de noviembre, en respuesta a un llamamiento urgente de ayuda médica del alcalde de la ciudad, el comandante de la Estación Naval de los Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo, Cuba, emitió órdenes para asignar al comandante John H. Iden, M. C. de la Marina de los Estados Unidos, teniente R. D. Anderson, M. C., Marina de los Estados Unidos, y Mate Core Farmacéutico, Marina de los Estados Unidos, con el objeto de prestar toda la asistencia posible a los encargados de los esfuerzos para combatir la epidemia que entonces asolaba a la población civil de la ciudad de Guantánamo. Al día siguiente, 11 de noviembre, se unió a los mencionados el teniente (Grado Junior) Bockus, M. C., Marina de los Estados Unidos, adscrito al Séptimo Regimiento de Infantería de Marina en Confluente, Cuba. El informe dice en parte lo siguiente:
«Encontramos que había enfermos en prácticamente todas las casas de los distritos pobres. Los que padecían la enfermedad eran de tres nacionalidades: haitianos, jamaicanos y cubanos. Las condiciones existentes entre los haitianos eran con diferencia Lo peor. En muchos casos, hasta 12 personas estaban enfermas prácticamente en una pequeña habitación; en muchos casos los enfermos yacían en el suelo sin ninguna manta. La suciedad y el aire viciado en las casas eran indescriptibles.
Había recipientes que contenían materia fecal y orina y, donde había puertas y ventanas, estaban bien cerrados. Todos los desperdicios, basura, agua y cosas similares fueron arrojadas en los lugares más convenientes. Los cubanos, en lo que a ventilación se refiere, eran tan malos, si no peores, que los haitianos, aunque en la mayoría de los casos sus lugares de residencia eran más grandes y más limpios. Los jamaicanos eran en todos los sentidos más sanitarios que cualquiera de los otros dos. Vimos unos 500 casos de influenza el primer día y decidimos, por el número de casas visitadas, que no podía haber menos de 5,000 casos de influenza en la ciudad. Al día siguiente se atendieron 700 casos, lo que fue posible porque prácticamente todos en cada casa estaban enfermos. Después de los primeros días vimos muy pocos casos nuevos, debido a que en ese momento prácticamente todos estaban infectados. Los resultados fueron muy decepcionantes, ya que un gran porcentaje murió independientemente del tratamiento. Prácticamente todas las mujeres embarazadas que contrajeron la enfermedad desarrollaron neumonía y murieron. Sólo dos casos de embarazo, hasta donde muestran nuestros registros, se recuperaron; y ambos ocurrieron en los primeros meses de gestación y el aborto se produjo en las primeras etapas de la enfermedad. Se discutió la viabilidad de establecer campos de segregación, donde se pudiera disponer de aire fresco y cuidados adecuados, pero se consideró impracticable debido a que no se disponía de tiendas de campaña y se necesitaría la construcción de barracones. consumió demasiado tiempo. Finalmente se concedió permiso para enviar los peores casos al hospital, pero había dos razones por las que este privilegio era de poca utilidad; primero, porque el hospital ya estaba prácticamente lleno, aunque se estimó que utilizando los pasillos y otros espacios se podrían haber atendido a 50 personas más; y, en segundo lugar, descubrimos que prácticamente en ningún caso los enfermos aceptaban ser enviados al hospital, e incluso en aquellos casos en que el paciente estaba tan enfermo que no podía expresar una opinión, la familia se oponía rotundamente a ello. Los pobres parecían tener un gran horror hacia el hospital, creyendo que seguramente morirían si los enviaban allí. A juzgar por lo que pude aprender y por lo que vi del antiguo hospital, me veo obligado a creer que sus conclusiones son correctas. Durante nuestra estancia en Guantánamo del 10 al 26 de noviembre inclusive, atendimos alrededor de 3,500 casos de influenza, de los cuales un gran porcentaje falleció. Debido a la gran cantidad de trabajo realizado no pudimos hacer un seguimiento de estos casos y determinar exactamente qué porcentaje murió, aunque estoy convencido de que el 10 por ciento no se recuperó. En otras palabras, el 10 por ciento desarrolló neumonía y murió”[1].
El Boletín No. 62, de la División de Sanidad Pública del Gobierno de los Estados Unidos, publicó las notas del Hospital de Campo, Segunda Brigada Provisional, ciudad de Santo Domingo, R. D., donde se informaba lo siguiente:
“Ha aparecido la influenza española en la ciudad de Santo Domingo. Se estima que hay unos 4,000 casos en una población de 40,000. Se esperaba la epidemia que ha existido en Haití y se predecía que con el tiempo aparecería en República Dominicana. La enfermedad se mantuvo alejada hasta ahora mediante una estricta cuarentena por mar y tierra. Sin embargo, se reconoció que pasaría poco tiempo antes de que cruzara la frontera desde Haití, a pesar de la patrulla fronteriza. Se cree que Haití fue la fuente de infección para República Dominicana.
Se ha ordenado el cierre de escuelas, públicas y privadas, por un período indefinido. Se han impedido reuniones locales, como discotecas, bailes, teatros, etc., pero no se ha interferido con las celebraciones al aire libre, los desfiles diurnos de la actual temporada de carnaval ni las bandas musicales nocturnas. Se ha consultado al arzobispo y ha acordado dirigir a sus curas por telegrama para que prediquen sobre la naturaleza de la enfermedad y su prevención y tratamiento, a fin de que todos puedan familiarizarse con ella y ayudar a su erradicación. Se han enviado a la prensa para su publicación instrucciones relativas a la etiología y la prevención, así como al tratamiento. Los pocos casos que han aparecido entre los marines de la brigada han sido de carácter leve y sin complicaciones pulmonares. Los aparecidos entre los dominicanos han sido del tipo respiratorio habitual con complicaciones pulmonares y la mortalidad habitual. Se cree que la epidemia será extensa y que la mortalidad será elevada; mayor posiblemente que en otros lugares más al norte, debido a la naturaleza del dominicano nativo, sus pobres poderes de resistencia y la falta general de conocimientos sobre higiene personal. Se ha ordenado una conferencia médica entre los médicos dominicanos para coordinar las normas sanitarias con su práctica y costumbres privadas, y se ha traducido al español la última literatura disponible sobre la influenza epidémica para su información y orientación”[2].
El Segundo Regimiento, Primera Brigada, Cuerpo de Marina de los Estados Unidos, Cabo Haitiano, República de Haití, informaba que: “La epidemia mundial llegó a Haití a mediados de noviembre y produjo unos 136 casos entre las tropas de Cabo Haitiano en un período de 10 días. La epidemia fue de forma leve, y todos los casos se ajustaron a un tipo de tres días. No hubo muertes ni complicaciones. Alrededor del 30% del mando estaba afectado. Siguen apareciendo casos ocasionales, habiéndose registrado unos 12 desde la epidemia. La epidemia entre los habitantes de Juana Méndez produjo unos 50 casos (50%), y también fue de tipo leve. Se tomaron las medidas habituales para evitar la propagación de la enfermedad”[3].
Las notas de las Fuerzas Expedicionarias Marinas de los Estados Unidos, en República Dominicana, comunicaban que: “La gripe se desarrolló en Haití a mediados de noviembre. Se organizó una estricta cuarentena fronteriza entre Santo Domingo y Haití. Sin embargo, la enfermedad se extendió a la provincia de Monte Cristi y hasta el 5 de diciembre se habían reportado siete casos en la localidad de Santiago, República Dominicana. A partir de entonces la enfermedad se propagó rápidamente. No hubo ningún caso entre los marines hasta el 9 de diciembre, cuando ingresó un oficial que contrajo la infección en Puerto Plata. Inmediatamente fue puesto en cuarentena en su casa. El 11 de diciembre, un ordenanza, que había acompañado al oficial, enfermó levemente pero no se presentó a la llamada por enfermedad. Al día siguiente fue trasladado al hospital con diagnóstico de influenza; 48 horas después de su llegada, 15 hombres que dormían en su vecindario inmediato fueron trasladados al hospital con gripe. En el cuartel donde dormía se utilizaba un vaso común. Otro caso en el que probablemente se pudo rastrear la fuente inmediata de infección fue el de los operadores telefónicos. Estos hombres hacían guardias de cuatro horas. Uno desarrolló influenza y luego otros cuatro enfermaron en rápida sucesión 46 horas después de terminar sus guardias. En la ciudad de Santiago, República Dominicana, con una población de 14,744 (censo de 1916) hubo del 5 de diciembre al 31 de enero 10,189 casos de influenza con 178 muertes”[4].
Al momento de la aparición de la gripe española, la Isla de Santo Domingo se encontraba bajo la ocupación de las tropas norteamericanas, siendo estos soldados norteamericanos, quienes desempeñaban las funciones de mayor importancia en toda la isla.
Los puertos y los puntos fronterizos se convirtieron en las puertas por donde penetraba la mano de obra extranjera, para trabajar en las plantaciones cañeras que se estaban explotando en la República Dominicana. En la provincia de Barahona, el puesto de aduanas, ubicado en el poblado fronterizo de Las Lajas (hoy Jimaní), se había convertido en un punto importante, por donde eran introducidos miles de braceros haitianos, que venían a trabajar en diferentes ingenios azucareros y plantaciones agrícolas[5] del país. Prueba de ello, es la Autorización No. 1632, firmada por Ralph M. Warfield, donde informaba que: “ha sido autorizado el Director General de Obras Públicas a introducir por la frontera, por el lugar denominado Las Lajas, procedente de Haití, 1000 braceros[6] de color contratados”[7].
The Barahona Company, Inc., mediante Oficio No. 544, obtuvo el “permiso para introducir 500 braceros haitianos, por lo cual se pasó aviso al Inspector de Inmigración en Las Lajas para que proveyera de permisos temporales a los mismos”[8]. Otras autorizaciones las encontramos en el Oficio No. 622, en el cual The Barahona Company, Inc., recibió el permiso para introducir “en el país, procedentes de dicha isla (Curazao), 100 braceros más de nacionalidad holandesa, los cuales entraran por el Puerto de Barahona”[9]. Por medio del Oficio No.1546, la Barahona Company Inc., fue autorizada a introducir “por la frontera, 500 braceros de color contratados de Haití, los cuales entraran por los siguientes puntos: 300 por Las Lajas y 200 por Comendador”[10]. Con el Oficio No. 3253, la Barahona Company Inc., recibió la autorización para introducir “en el país procedentes de Haití 500 braceros de color contratados”[11].
El trasiego de nacionales haitianos por el puesto fronterizo de Las Lajas era enorme, esta comunidad limítrofe representaba el punto fronterizo más cercano a la capital de Haití. Existía un puesto de cuarentena en dicha Aduana, pero muchos ciudadanos penetraban violando los controles requeridos, unas veces en componenda con los agentes que eran enviados al país vecino a reunir al grupo de haitianos, a los cuales las empresas les proporcionaban comida para el viaje, y luego eran traídos por tierra hasta su lugar de trabajo.
Es en ese escenario, cuando el 12 de noviembre de 1918, el Ayuntamiento de Barahona, al recibir un telefonema y un oficio, se reúne de manera urgente, «para conocer de las varias informaciones sobre la epidemia de la influenza, la cual nos amenaza«.
“Acto seguido se le dio lectura a un telefonema del señor Valenzuela Autorizado en medicina en la común de Duvergé y un oficio del Juez de Primera Instancia de este Distrito Judicial comunicando la aparición de la influenza de España en Duvergé, Salinas y Cristóbal, en Neiba, Monserrate y Mena; fue resuelto establecer las medidas preventivas pertinentes; entre ellas Pedir al inspector de instrucción el cierre de las escuelas mientras dure esta amenaza, prohibir el acceso a los restaurantes y demás sitios públicos, a las personas atacadas de cualquier enfermedad, autorizar la quemada de basuras en los patios en hoyos hechos al efecto, e invitar a Ayuntamiento de Cabral a tomar medidas sobre el tránsito con las comunes de Neiba y Duvergé. También fue autorizado la creación de puesto de fumigación en el paso de habanero y solicitar el concurso de la Guardia Nacional para la ejecución de estas medidas castigando con cinco pesos de multa a quien violare cualquiera de ellas”[12].
El Ayuntamiento de Cabral, acogió el pedimento del Ayuntamiento de Barahona y en efecto “el Ayuntamiento de Barahona conoció del presidente del Ayuntamiento de Cabral adjuntando copia de una resolución de aquel municipio sobre cuarentena con motivo de la epidemia influenza española”[13].
El síndico informó “que con motivo de la epidemia que asustaba a las secciones de esta común, tuvo que trasladarse a fundación en compañía del licenciado Fiallo para lo cual ocupó un automóvil por valor de cinco pesos para este Ayuntamiento que estando descalzo el cabo de la Policía le ordenó tomar un par de zapatos donde Luis Elías por 7.50 Oro, fue aprobado dicho gasto”[14].
Las fuentes primarias, aportadas por los testigos que estuvieron presentes, y fueron actores de primera línea, han establecido que la Gripe Española (la influenza de España), llegó a la provincia de Barahona por el Puesto Fronterizo de Las Lajas. Sin embargo, se ha publicado la versión, de que “La influenza, finalmente, llegó al país por barco a Barahona a mediados de noviembre y, de inmediato, las autoridades decretaron una cuarentena en los principales puertos del país. Inicialmente se pensó que había llegado desde Haití, en donde se reportó un brote casi simultáneo con el de Camagüey”[15].
Mientras el Ayuntamiento de Barahona, el 12 de noviembre de 1918, conocía de la aparición de la Gripe Española en las poblaciones fronterizas de la provincia; cinco días antes de esa fecha, en la provincia de Puerto Plata, según el reporte de R. R. Wallace, el 7 de noviembre de 1918, el buque S.S. IROQUOIS atracado en el puerto de aquella ciudad, tenía un pasajero con un caso de influenza española abordo y “el paciente en cuestión estaba enfermo de gravedad y apenas podía incorporarse”.
El reporte de R. R. Wallace, sobre la Ocultación de un caso de gripe española en el S.S. IROQUOIS, en el Puerto de Puerto Plata establece lo siguiente:
“OFICINA DEL COMANDANTE DE PUESTO
8 de noviembre de 1918.
Cuartel de Infantería de Marina, Puerto Plata, R.D.
De: Oficial Comandante.
Para: Gobernador Militar.
Asunto: Ocultación de un caso de gripe española en el S.S. IROQUOIS.
1. El 7 de noviembre de 1918 el Inspector de Sanidad, Dr. Zafra, subió a bordo del S. S. Iroquois cuando atracó en este Puerto, Su primera pregunta fue, «¿hay algún enfermo a bordo»? El sobrecargo del Iroquois respondió: «No». Él, el Dr. Zafra, hizo esta pregunta a uno o dos más y recibió la misma respuesta. Entonces preguntó por el médico del barco, el Dr. Pickering. Nadie sabía dónde estaba. El Dr. Zafra fue a la cabina del doctor, pero no pudo encontrarlo. Alrededor de las 11:00 en punto el Sr. Orme, Inspector Especial de Aduanas de los EE.UU., Informó a la Oficina del Comandante por teléfono, que había un caso de Gripe Española a bordo.
2. Alrededor de las 5:00 P.M. bajé al muelle para hablar con el coronel Andresen, desde el muelle, el coronel Andresen permanecía en el barco. El capitán del Iroquois, Mc Kenzie, estaba cerca y me informó que el paciente no tenía nada más que un resfriado. El capitán Mc Kenzie al hacer esta declaración era muy consciente del hecho de que el paciente en cuestión estaba enfermo de gravedad y apenas podía incorporarse. El cirujano adjunto G. W. Taylor, de la Marina de los EE.UU., había dado al capitán Mc Kenzie esta información sobre las dos de la tarde del 7 de noviembre de 1918.
3. El abajo firmante ha sido informado de que este caso de Gripe Española se desarrolló el segundo día después de que el barco zarpara de Nueva York, y que el médico del barco, el Dr. Pickering, pidió al capitán que aislara este caso, a lo que él, el capitán Mc Kenzie, se negó. El Libro Médico del Dr. Pickering es correcto en todos los aspectos relativos a este caso.
R. R. Wallace”[16].
Todo parece indicar que la Gripe Española llegó al país por el puerto de Puerto Plata, y no por el puerto de Barahona.
[1] BULLETIN NO. 57. (Division of Sanitation.) CONFIDENTIAL. [ M. & S. No. 129655-1.]. Notes on Preventive Medicine for Medical Officers, United States Navy. INSTRUCTIONS TO MEDICAL OFFICERS. DEPARTMENT OF THE NAVY, BUREAU OF MEDICINE AND SURGERY, Washington, D. C., December 28, 1918. Páginas 5 y 6.
[2] BULLETIN NO. 62. (Division of Sanitation.). [ M. & S. No. 129655-1.]. Notes on Preventive Medicine for Medical Officers, United States Navy. INSTRUCTIONS TO MEDICAL OFFICERS. DEPARTMENT OF THE NAVY, BUREAU OF MEDICINE AND SURGERY, Washington, D. C., February 1, 1919. Páginas 4 y 5.
[3] BULLETIN NO. 65. (Division of Sanitation.). [ M. & S. No. 129655-1.]. Notes on Preventive Medicine for Medical Officers, United States Navy. INSTRUCTIONS TO MEDICAL OFFICERS. DEPARTMENT OF THE NAVY, BUREAU OF MEDICINE AND SURGERY, Washington, D. C., February 22, 1919. Página 3.
[4] BULLETIN NO. 71. (Division of Sanitation.). [ M. & S. No. 129655-1.]. Notes on Preventive Medicine for Medical Officers, United States Navy. INSTRUCTIONS TO MEDICAL OFFICERS. DEPARTMENT OF THE NAVY, BUREAU OF MEDICINE AND SURGERY, Washington, D. C., April 5, 1919. Página 4.
[5] En el caso de Barahona, estos trabajadores haitianos laboraban en la finca “El Propio Esfuerzo” del señor Luis E, Delmonte. En la Finca de Carlos Díaz e Hijos. En la finca “La Lucía” de J. Dominici. En la finca de café, “Unión y Altagracia” de Miguel Pons, entre otras.
[6] La Legación haitiana en Santo Domingo, representada por el señor Felix Magloire, mediante nota No. 535 de fecha 10 de febrero de 1920, pidió se le suministren informes tendientes a establecer lo que debe entenderse por el término bracero a que se refieren la Orden Ejecutiva No. 372 y la Departamental No. 5.
[7] DO Archivo General de la Nación / Secretaría de Estado de Agricultura / 01 // 1A. Correspondencia y oficios. Fechas 1917-01-01 / 1920-01-01. Leg 601459.
[8] Ibidem.
[9] Ibidem.
[10] Ibidem.
[11] Ibidem.
[12] Ayuntamiento de Barahona. Acta de Sesión Extraordinaria del 12 de noviembre de 1918. AGN, libro No. 8, años 1913-1920, referencia 4/010170.
[13] Ibidem. Sesión Ordinaria del 25 de noviembre de 1918.
[14] Ibidem. Sesión Ordinaria del 2 de enero de 1919.
[15] Diario Libre. Publicación de fecha 24 de marzo 2020
[16] DO Archivo General de la Nación / Gobierno Militar de Santo Domingo / 05 // 63-44. Caso de influenza a borde del S. S. Iroquois. Fechas 1918-11-08 / 1918-12-14. Signatura topográfica: Leg 703033.
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