Por el Dr. Rafael Leonidas Pérez y Pérez.
Yo: ¿Recuerdas cuando nosotros muchachos, aparecieron los patos, gallinas y otros animales muertos sin sangre, en el patio de nuestra abuela Manín y ella, valiente, salió quitando suavemente la aldaba de la puerta con tal de no alborotar, rezando en tono bajo La Magnífica con una vela encendida para alejar lo que estaba matando los animales y nos mandó callar y estarnos quietos porque despertamos en ese momento ya de madrugada?
Zoila Esperanza: Sí mi hermano, era un chupacabras que nada más le sacaba la sangre y los dejaba muertos. Se sentía que tenía unas patas muy largas. Él fue a varias casas y también les chupó la sangre y todos los vecinos donde ese ser fue lo estaban comentando. Fue a donde Rosbinda la mamá de Fátima y a donde La Negra la mamá de la difunta Jorgina mi amiga. Mi abuela no lo llegó a ver porque él no se dejaba. Solamente se escuchaba chupando y como cayéndose porque tenía las patas largas, y el perro Tiburón le ladraba. A lo mejor el perro lo veía porque ellos ven lo malo.
Se hizo esto noticia en todo el pueblo.
¿Recuerdan algunos de ustedes este funesto episodio?
Yo oía el aleteo desfalleciente y graznidos cuasi apagados de patos, al estar atrapados por el ser y este emitía como un «rrrrrrrrrrrr» y resollaba furioso.
Al estar todo en calma ya con la luz del sol, salimos y vimos en el patio los animales muertos, con marcas de colmillos en el cuello, desangrados.
(Imagen: Casa primera de tres en la misma calle Mella No. 45, de mi abuela Saturnina Estela Pérez Méndez viuda Pérez Mella -doña Manín- en el sudfronterizo Duvergé -de la segunda casa, siguiente a esta, donde habitábamos ya que el tío Luis vivía en la primera; fue que salió la abuela para ir al patio-, y busto también en mi hogar, de esta queridísima Mamá Vieja como ella gustaba le dijéramos sus nietos).
Santo Domingo, D.N.,
Domingo 10 de septiembre, 2023.