Por el Dr. Rafael Leonidas Pérez y Pérez.
Para ubicar al lector respecto al lugar donde existió el hato que nos vamos a referir, decimos que en cierta ocasión, a principios de los años 70, cuando aún menores de edad estudiábamos el bachillerato en Ciencias Físicas y Naturales en el Liceo Secundario Enriquillo de Duvergé; José Miguel Vólquez Méndez (José Angelia), amigo y pariente de quien esto escribe, acudimos con Miguel Méndez (Miguel Din, esposo de Angelia -Angélica su nombre legal- que criaron ambos a José Miguel), a un conuco de su propiedad, o sea, de Miguel Din a la sazón, siendo el suscrito invitado, por el lugar denominado Cerro de La Tuna, jurisdicción de Duvergé.
Allí comió quien escribe, unos grandes y dulces guineos maduros tomados de la mata.
Y se dio cuenta de que había abundante agua (que también irrigaba otros predios agrícolas y pecuarios vecinos al de Miguel Din, y más allá), cosa extraña porque creía que era todo un páramo ese lugar en vista del bosque seco que predomina por lo menos en la Hoya Enriquillo en el suroeste del país.
Amadeo Julián en la página 79 de su libro El contrabando de esclavos en Santo Domingo y la fuga de esclavos de la colonia francesa a la colonia española de Santo Domingo (Volumen II, Archivo General de la Nación, Volumen CDXLVIII, impresión Editora Corripio, Santo Domingo, República Dominicana, 2022), nos orienta cuando consigna que: En la villa de Neyba… Añadiendo: En diez y seis días de dicho mes y año (Febrero de mil setecientos setenta y siete años), presentó Magdalena Moquete de este vecindario un negro nombrado Antonio, casta Pular, de edad al parecer de más de cincuenta años, manco de una mano, el que se reguló por mulecón, otro llamado Juan Pablo, criollo francés, de edad como de quince años y también se reguló por mulecón, una negra llamada Magdalena, criolla francesa, de edad como de veinte y cinco años, pieza de Indias, y Phelisiana, criolla de Curasao, de edad como de veinte y seis años, pieza de India, los tiene destinados en un hato que tiene en la Tuna, se les puso el sello de Su Magestad quedando su ama obligada a satisfacer setenta y tres pesos y un tercio que importan los reales derechos, y a la satisfacción de ellos obligó su persona y bienes habidos y por haber con cláusula Guarentigia en forma, y así lo dijo, otorgó y no firmó por no saber, a su ruego lo hizo uno de los testigos que lo fueron presentes Bartholo de Matos, Juan Pablo Silguera (sic) y Josef de Rosas. Doy fee. Guridi (firmado). A ruegos de Magdalena Moquete Bartholomé de Matos (firmado). Ante mi, Gerónimo González Maldonado, Escribano público y de cabildo (Amadeo Julián, Ob. cit., p. 80).
Subrayamos, en base a lo expuesto por el historiador Amadeo Julián en la página 80 de su obra citada, que allí existió un hato en la Tuna en lo que vino a ser luego de la jurisdicción de la común o municipio de Duvergé. Allí tuvo Magdalena Moquete su propietaria, para el 16 de febrero del 1777, destinados cuatro esclavos: dos machos y dos hembras. Un negro casta Pular (Antonio, al parecer de más de 50 años de edad y manco de una mano, que se reguló por mulecón), uno criollo francés (Juan Pablo, como de 15 años, que también se reguló por mulecón), una negra criolla francesa (Magdalena, como de 25 años, pieza de Indias) y una criolla de Curazao (Phelisiana, como de 26 años, pieza de India).
En 1784, 100 reses empleó Antonio Álvarez en el comercio fronterizo con los franceses de Saint-Domingue (hoy República de Haití), de sus hatos de Las Damas y Capitanejo.
Para ese mismo año, 70 reses para esa misma exportación, se repartieron entre José Espejo, Cristóbal Pérez, Tomás Terrero y Magdalena Moquete.
Recordemos que la isla de Curazao se convirtió en el mayor y más importante mercado de esclavos en el Caribe, al asentarse los holandeses en la región en las primeras décadas del siglo XVII.
El duvergense Luis Moquete Pérez alias Luis Neró -q.e.p.d.-, emparentado con los Pérez Capitanejo, fue descendiente del holandés Son León Glass.
Con relación al negro esclavo Antonio de la casta Pular, supraindicado (Amadeo Julián, Ob. cit); la filósofa Duleidys Rodríguez Castro, entrevistada en Bao Radio en Instagram por Leonardo Díaz el 25 de octubre del 2024 en Conversaciones de La Caverna, Episodio Nuevo: La Historia detrás de la historia: La Genealogía; sobre el apellido Pulá en la República Dominicana, expresó que está asociado a los ingenios, que es un apellido afrodescendiente, asentado aquí en Cambita, San Cristóbal como en Mal Páez, San Andrés, Nigua, Haina, Ingenio Nuevo…, habiendo procedido de Guinea, África, como esclavo el primer Pulá.
Referente a los esclavos mulecones y pieza de Indias (o de India) asimismo mencionados en la obra referida de Amadeo Julián, el historiador José Luis Belmonte Postigo de la Universidad de Sevilla, en su trabajo La esclavitud en América, Puertos de desembarco, venta y carimbado de los esclavos, publicado a su vez en el libro La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe, editado por Consuelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel Puig-Samper (Segunda edición, enero de 2022, Ediciones Doce Calles, Impreso en Colombia), en las páginas 77 y 81 de la última obra citada, refiere que: La pieza designaba a un individuo en edad de máxima productividad laboral (entre 15 y 40 años y con un tamaño de 1.70 metros o más), sin defectos físicos, del que cabía esperar obtener grandes grandes cantidades de trabajo. Los muleques eran esclavos menores de 10 años. Los mulecones que bien no alcanzaban la edad para ser considerados piezas o muleques, o que tenían algún problema físico (tacha) que incidía en su capacidad de trabajar.
Las piezas de Indias por su tamaño se vendían a un precio más elevado. En general el precio se movía entre 100 y 300 pesos plata de 8 reales. Los esclavos más costosos eran los hombres robutos (sic) y jóvenes, las mujeres en edad fértil y los esclavos con oficios útiles, cuyos precios oscilaban entre 250 y 300 pesos. Los hombres mayores de 45 años y los niños menores de 15 años se vendían, por lo general, entre los 150 y 200 pesos, en tanto los más viejos o aquellos que tenían defectos físicos se ofrecían a 100 pesos o menos. La venta podía ser a crédito o al contado y era registrada ante un escribano que ejercía funciones como notario.
De Definiciones-de.com, asimilamos que: El término mulecón y su variante mulecona se utilizan en Cuba para referirse a un muchacho negro que ha alcanzado la adolescencia, dejando atrás la infancia.
Esta palabra refleja no solo una etapa de crecimiento, sino también una identidad cultural específica dentro del contexto cubano.
Su uso resalta la importancia de las raíces y la diversidad en la sociedad, encapsulando una experiencia única en la vida de los jóvenes.
El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, señala que:
Para el siglo XIX, el término muleque hacía referencia a los niños negros bozales de entre siete y diez años; también se usaba el concepto mulecón, que era un “aumentativo de muleque”.
De lo dicho más arriba, se puede saber qué esclavos tenía Magdalena Moquete.
Llegaron estos esclavos a ese hato en la Tuna, con su cultura (por lo particularmente aportado debido a la criollización como se menciona en la referencia de Amadeo Julián, donde también observamos la presencia en el hato de Magdalena Moquete, del negro esclavo Antonio de la casta Pular, proveniente de África) y entre ella la culinaria, creencias, tradiciones, etc.
De ellos es posible que tengamos descendientes en el municipio de Duvergé y otras jurisdicciones, y también de otras etnias procedentes de África u otros lares, asentadas otrora en nuestra demarcación, entre otras.
Con relación a lo cultural enunciado, Clarisa Carmona, en Esclavitud más allá de la plantación. El Caso Santo Domingo (Siglo XVIII), escrito que es un extracto de la tesis “Aproximación al proceso de manumisión en Santo Domingo. Los casos de las villas de Bayaguana, Higüey y El Seibo, 1700-1779”, que se preparó para la Maestría en Historia de América Latina: Mundos Indígenas, de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla (2017-2018), publicado en la Revista Estudios Generales, Universidad APEC, refiere:
Según el historiador Roberto Cassá, desde mediados del siglo XVII la sociedad dominicana sufrió cambios que irían definiendo una composición étnica y social distinta a las demás posesiones españolas en América. Debido a las precariedades económicas, el acercamiento entre amos, esclavos y población libre en lo relativo a lo religioso, las costumbres, la cotidianidad, etc., conllevó la acentuación de rasgos culturales comunes. Sin embargo, el propio Cassá afirma que: “Aun en medio de las catástrofes que abatieron el país, nunca se borraron las diferencias. Su perpetuación no fue tanto un efecto de la reproducción económica, sino más bien de las relaciones de autoridad del sistema colonial”.
No está de más saber por lo del apellido Moquete en la hoy región Enriquillo, que María Nicolaza (sic) Moquete, vecina del Cambronal, fue la madre de Bartolomé Moquete, oriundo de Las Damas y vecino del Cambronal, ambos puntos correspondientes a la jurisdicción de Neiba, hijo natural de Juan Borque (sic), vecino de Las Damas; que participó fusil en mano, es decir, Bartolomé Moquete, labrador y criador como de 20 años de edad, soltero y no sabía leer; en el Alzamiento de Cambronal o de Neiba del 9 de febrero del 1863 estando la República Dominicana ya como Provincia de Ultramar, anexada a España.
Queda como tarea, la investigación genealógica al respecto para determinar si hay lazo o no con Magdalena Moquete aunque una pista podría ser, investigar a Francisco Moquete, nacido en Las Damas en el 1805 y casado con María de los Santos Pérez Ramírez (procreada con la neibera María Ramírez), nacida el 1 de noviembre de 1807 y siendo bautizada en la Parroquia de Mayagüez, Villa de Puerto Rico, nieta de Cristóbal Pérez (el hatero tenido como fundador con parientes y esclavos negros africanos de su servidumbre, de El Cercado de Las Damas, El Cercado de Capitanejo, Capitanejo de Las Damas o Las Damas, junto a su esposa María del Pulgar, ambos españoles, para la segunda mitad del siglo XVIII; y que exportó ganado a Saint Domingue con Magdalena Moquete, entre otros, como indicamos más arriba) por ser hija del también hatero Pedro Pablo Pérez (Pedrecito) a su vez vástago de Cristóbal Pérez con una negra o mulata porque su consorte era infértil.
En una de sus visitas a Las Damas o Duvergé, el presidente Ulises Heureaux (Lilís) llegó a entrar por El Salado de la Tuna procedente de Neiba.
El pariente y profesor Petronilo Antonio Peña José, nos reconfirma lo siguiente, al expresar:
Ese Salado está ubicado en la parte este-oeste de la Furnia de Gogó. Uno se desvía antes de llegar. También se entra directo por el vertedero que tiene ahora la alcaldía (de Duvergé, RLPP) en el kilómetro 5. Ese lugar queda ubicado detrás de la antena de Telemicro frente al taller de Obras Públicas.
(Imagen: El autor en fotografía tomada por Luciano Castillo Leyba el jueves 26-12-24, por donde estaba ubicado en La Tuna, el hato de Magdalena Moquete para finales del siglo XVIII).