El Pueblo Haitiano. Un barco a la deriva sin capitán que lo lleve a puerto seguro.

1 de Diciembre de 2021

Por José A. Mateo Gil.

La crisis económica, política y social que sacude a Haití, no es producto de la casualidad. Existen razones históricas que definen el rumbo que tomó ese pueblo desde el momento mismo en que se constituyó como nación. En el año 1804, el ejercito de Desalines, compuesto por negros que habían sido liberados de la esclavitud en la gestión anterior de Toussaint Louverture, derrotaron a los franceses logrando obtener su independencia. Ante la amenaza por parte de las autoridades francesas de retornarlos a la esclavitud, se sublevaron logrando derrotarlo y expulsarlo de la isla.

Ésta, fue la primera independencia en américa latina, la segunda en las américas después de Estados Unidos, la primera república negra en independizarse en el mundo, y la primera rebelión de esclavos que logra su independencia. El líder Jean Jacques Desalines, se convierte en el primer presidente de la proclamada República de Haití. Luego de vencer al ejército napoleónico en la isla, inicia un proceso de reorganización de su incipiente gobierno. Una de las primeras medidas que tomó fue el exterminio de la población de blancos y mulatos.

Sus pretensiones se encaminaban a establecer una república negra. Para tales fines, trata de crear conciencia a la población de color, con el propósito de abrazar, defender y hacer suyo el concepto de nacionalidad y soberanía en la naciente república. Esta iniciativa se frustró. Las luchas grupales a lo interno de su gobierno, impidieron la consolidación de un país de raza negra. En su delirio de grandeza, Desalines se autoproclama emperador, con el nombre de Jacques I. Sus colaboradores más cercanos, Alexandre Petion y Henri Cristopher lo traicionaron, sublevándose y en medio de esta rebelión, el Presidente pierde la vida.

Con la muerte de Desalines, a partir de 1806, empieza el viacrucis de la lucha por el poder. Por un lado, Alexandre Petion que se adueñó la región sur, y por el otro, Henri Cristopher en la región norte. Este ultimo, también se autoproclama como emperador, con el nombre de Enrique I. Los sublevados impidieron que se consolidara el sentimiento nacionalista negro que había promovido Desalines. Desde entonces, hasta nuestros días, la traición, el grupismo, y el vandalismo se ha apoderado del control de lo que pudo haber sido una nación importante del caribe. Hoy, Haití está reducido a menos que nada como país.

La República Dominicana, a diferencia de Haití con quien comparte la isla, desde el año 1821 con la independencia efímera de Núñez de Cáceres, pasando por la independencia nacional de Juan Pablo Duarte en 1844, y la restauración de la república de Gregorio Luperón en 1863, sus ciudadanos han hecho suya la idea y concepto de nacionalidad. A nuestro pueblo, le brota por los poros el nacionalismo y la dominicanidad. No importa el grupo social a que pertenezca, ni el nivel de educación que haya alcanzado. Ser dominicano nos enorgullece. Este espíritu nacionalista que caracteriza a nuestra gente, desde siempre ha sido impulsado por instituciones, tanto públicas, como privadas que se encargan de promover y resaltar nuestros símbolos patrios y el himno nacional.

En cambio, el liderazgo político que ha dirigido a nuestros vecinos desde su independencia, sacó de su vocablo la palabra nacionalismo. Se limitan a defender sus intereses particulares y personales. No se han preocupado por dotar a sus ciudadanos de un documento que los identifique, y sin una identidad, poco les importa enarbolar el sagrado lugar que los vio nacer. Para ellos, es mucho más importante adquirir la nacionalidad de otro país, porque eso es lo que les han enseñado sus líderes políticos. La migración, es el fin último de la esperanza de la juventud haitiana. Por consiguiente, la maltrecha y débil actividad económica de ese pueblo, empuja a su gente a buscar mejor suerte en otros países.

La migración haitiana se ha convertido en la base de sustentación de ese pueblo, y el dolor de cabeza de sus vecinos. La República Dominicana ha cargado con la parte más pesada de la miseria en que los gobernantes han convertido a Haití. No es un secreto para nadie que más de 2 millones de inmigrantes haitianos viven y trabajan en República Dominicana, creando grandes distenciones al presupuesto nacional. El servicio de salud, por poner un ejemplo, gasta un porcentaje considerable de su asignación presupuestaria en las labores de parto de las mujeres haitianas. Y las calles dominicanas están inundadas de inmigrantes haitianos sin documentación que los identifique.

Esta situación se torna insostenible para el pueblo dominicano. Es por esta, entre otras razones, que el Presidente Abinader ha asumido con responsabilidad, no solo el endurecimiento de las medidas para repatriar a los inmigrantes haitianos indocumentados, sino que ha llamado a la comunidad internacional para que se busque una salida a la crisis que sacude a ese pueblo. En ese tenor, las autoridades norteamericanas fijaron su posición diciendo que los problemas Haití deben resolverlo los haitianos.

Sin embargo, todo parece indicar que se vislumbra un rayo de luz al final del túnel. En los últimos días, el Presidente de Haití, Ariel Henry, está dando señales positivas en procura de solucionar la crisis política generada luego del asesinato del Presidente Moise. La designación de un nuevo gabinete, la destitución del Ministro de Relaciones Exteriores, el Canciller Claude Joseph, quien estaba creando una situación hostil con la República Dominicana, así como la convocatoria a los partidos políticos de oposición para la celebración de elecciones a finales del año 2022, y el llamado del Presidente de Haití al líder de las bandas de secuestradores, para que pare sus actos delincuenciales, sopena de ser enfrentado por el gobierno, son decisones oportunas y certeferas para buscar un bajadero a la crísis.

Estas tres iniciativas pudieran marcar un cambio de rumbo al desorden generalizado que impera en haití. No obstante a esto, es oportuno aclarar que, no estamos diciendo que la crisis haitiana quedará resuelta con dichas medidas, sino que puede contribuir a bajar la tensión reinante después del asesinato del Presidente Moise. Es conocido por todos que la crisis haitiana es mucho más compleja, que debe ser atacada desde su raíz. Por consiguiente, cuando las autoridades tomen el control de su territorio, entonces si estaremos asistiendo al inicio de una solución creíble de la crisis de ese pueblo.

El premier haitiano, aparentemente está actuando con prudencia y determinación. El repentino giro en el manejo de la política tanto interna como externa, no es posible sin el apoyo, aunque sea detrás del telón, de los Estados Unidos de Norte América. No cabe dudas que, decisiones como estas no se ponen en marcha sin tener el respaldo del imperio del Norte. En consecuencia, si la traición que es parte del ADN del liderazgo político haitiano no se pone de manifiesto, como ha ocurrido a lo largo de su historia, ese país daría un salto significativo en procura de allanar el camino para devolver la paz a la región. Ante este panorama, la República Dominicana estaría en la mejor disposición de continuar colaborando con el pueblo haitiano, sin violentar el estricto apego a lo que establecen nuestras leyes migratorias.

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