Expansión universitaria: entre la democratización y la calidad

Por Carlos Manuel Diloné

La educación superior ha vivido en las últimas décadas un proceso de expansión sin precedentes. Las universidades, impulsadas por la legítima aspiración de democratizar el conocimiento, han extendido sus aulas más allá de los grandes centros urbanos. Este fenómeno, que en apariencia encarna un avance social, plantea un desafío de fondo: cómo garantizar la calidad académica sin frenar la apertura democrática de la enseñanza universitaria.

El caso dominicano

En la República Dominicana, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) se ha convertido en el símbolo más visible de esa expansión. Hoy cuenta con dieciocho extensiones principales, además de su sede central en Santo Domingo, distribuidas en ciudades como Azua, Baní, Barahona, Bonao, Higüey, La Vega, La Romana, Mao y San Cristóbal. Este crecimiento ha permitido que miles de jóvenes cursen estudios universitarios sin abandonar su entorno familiar ni enfrentar los costos que implica trasladarse a la capital.

Sin embargo, la expansión también ha revelado una dificultad estructural: no existen suficientes docentes altamente capacitados para sostener tantas sedes con el mismo nivel de exigencia académica. La falta de profesores con formación de posgrado, laboratorios, bibliotecas especializadas o investigación activa amenaza con debilitar la enseñanza, y con ella, la competencia profesional de los egresados.

Comparaciones internacionales

El dilema no es exclusivo de nuestro país. Otras universidades estatales de gran prestigio han tenido que equilibrar el acceso con la excelencia. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por ejemplo, expandió su acción mediante un número limitado de unidades académicas foráneas: las cinco Facultades de Estudios Superiores (FES) y las cuatro Escuelas Nacionales de Estudios Superiores (ENES). Cada una funciona bajo los mismos estándares de la sede central y cuenta con profesores de planta, laboratorios y programas acreditados. En el otro extremo de este espectro de expansión se encuentra la Indira Gandhi National Open University (IGNOU), cuya magnitud y alcance representan el modelo más masivo de educación abierta en el mundo.

El caso de la India: el modelo masivo de la IGNOU

La Indira Gandhi National Open University (IGNOU) representa uno de los modelos más ambiciosos de educación universitaria abierta en el mundo. Fundada en 1985, su objetivo fue democratizar el acceso a la educación superior en un país con vastas diferencias sociales y geográficas. Hoy tiene 21 Escuelas de Estudios, 67 centros regionales y más de 2,250 centros de apoyo al aprendizaje (Learner Support Centres), además de 20 instituciones en el extranjero. Esta vasta red le permite atender a millones de estudiantes tanto en la India como en otros países. 

Su matrícula supera los tres millones de estudiantes, lo que la convierte en la universidad con mayor número de alumnos del planeta. Opera mediante un sistema mixto de enseñanza a distancia, recursos digitales, tutorías regionales y evaluaciones centralizadas. Este modelo ha permitido llegar a las zonas más remotas de la India, ofreciendo programas desde certificados técnicos hasta doctorados.

Sin embargo, el desafío principal de la IGNOU es la supervisión de la calidad académica en un sistema de dimensiones continentales. Mantener la coherencia curricular, evaluar a millones de estudiantes y garantizar la validez de la enseñanza son tareas que requieren una estructura administrativa enorme y una coordinación constante entre los niveles regionales y la sede central. La experiencia india demuestra que la masificación del acceso puede lograrse sin presencia física en todas las provincias, pero también revela los límites de la educación a distancia cuando no se cuenta con recursos tecnológicos y mecanismos de evaluación suficientes.

Tabla comparativa de expansión universitaria

UniversidadTipo de expansiónNúmero de extensionesCaracterísticas principalesDesafíos de calidad
UASD (Rep. Dom.)Extensiones nacionales presenciales~18 recintosFacilita acceso regional; fuerte demanda socialEscasez de profesores con posgrado; limitaciones de recursos e infraestructura
UNAM (México)FES (5) y ENES (4)9 sedes principalesMantiene estándares académicos homogéneos; sólida planta docenteAlto costo de mantenimiento y concentración de recursos en la sede central
IGNOU (India)Educación abierta con centros regionales67 regionales + 2,000 centros de apoyoAmplia cobertura nacional e internacional; educación a distanciaSupervisión y control de calidad extremadamente complejos

Al observar la relación entre el número de extensiones universitarias, la población y la extensión territorial de cada país, se evidencian diferencias notables que ayudan a dimensionar el impacto de la expansión. La República Dominicana, con una población cercana a los 11 millones de habitantes y una superficie de apenas 48,000 km², cuenta con 18 extensiones de la UASD, lo que representa una densidad aproximada de una extensión por cada 2,600 km², o una por cada 600,000 habitantes. En contraste, México —con más de 126 millones de habitantes y una extensión territorial de 1.96 millones de km²— mantiene solo nueve sedes principales de la UNAM, lo que equivale a una por cada 14 millones de habitantes o una por cada 217,000 km². India, por su parte, con una población superior a 1,400 millones y 3.28 millones de km², sostiene su sistema de educación abierta con miles de centros bajo la IGNOU, un modelo que responde a la magnitud continental del país, pero que también enfrenta retos inmensos de seguimiento y calidad.

Estas proporciones muestran que la República Dominicana posee, en relación con su tamaño y población, una de las mayores densidades de extensiones universitarias del continente, lo cual resalta tanto su compromiso con la democratización de la enseñanza como la urgencia de asegurar que esa expansión no sacrifique la calidad formativa.

Democratizar sí, pero con responsabilidad

La expansión universitaria no debe verse como un error, sino como un acto de justicia social que abre las puertas del saber a sectores antes marginados. Sin embargo, democratizar no puede significar degradar. La apertura educativa debe ir acompañada de una política seria de formación docente, financiamiento suficiente, infraestructura adecuada y mecanismos de evaluación permanentes.

La experiencia internacional demuestra que la excelencia académica no es incompatible con la inclusión, siempre que existan normas claras y voluntad institucional para mantener el rigor. Lo contrario —multiplicar aulas sin asegurar la calidad del aprendizaje— sería transformar el sueño de la educación en un espejismo.

Conclusión

La educación superior es, ante todo, una inversión en el futuro. Su expansión debe basarse en la planificación, la calidad y la responsabilidad académica. Abrir una extensión universitaria implica mucho más que inaugurar un edificio; es comprometerse con una formación de excelencia que responda a las necesidades reales del país.

Garantizar la calidad sin cerrar las puertas del acceso es el equilibrio que toda nación debe buscar si aspira a que su universidad sea no solo más grande, sino verdaderamente mejor.

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