Por: Carlos Manuel Diloné
A través de los tiempos, las locomotoras han sido las responsables de generar un gran avance para la humanidad. La palabra «locomotora» proviene del latín «loco«, ablativo de «locus», que significa lugar y del latín medieval «motivus», que significa provocar movimiento.
La invención de la Locomotora le es atribuida a Richard Trevithick, quien patentó el invento de la primera locomotora de vapor en 1803.
“Una locomotora de vapor es una máquina que, mediante la combustión de un elemento (carbón, fuel oil, madera, biomasa, etc.) en una caldera, calienta agua, el vapor resultante de la ebullición de ésta genera presión y mueve pistones que impulsan las ruedas mediante un juego de bielas (por esta razón se llaman motores de combustión externa). Las locomotoras debían ser reabastecidas de agua cada determinado tiempo, ya que sin ella no funcionaría el sistema”.
Para los BATEYEROS, esta máquina es un emblema, es un hito en nuestras vidas, ella desplazaba constantemente nuestros sueños, arrastraba nuestros miedos, descargaba nuestras alegrías y todos corríamos tras ella, para sacar de sus bandullos, delgadas costillas de cañas que con buen arte lográbamos arrebatar, para con ansias, satisfacer nuestros inocentes apetitos del paladar.
Imaginar nuestro Batey sin la Chanqui, es como si imagináramos la vida sin oxígeno, por eso hoy queremos mostrar con todo el orgullo de un Bateyero, esta fotografía de la Locomotora No.7 que data del año 1952, mostrando el combustible utilizado por la misma (leña) y observando la fuerza, el poderío de sus entrañas al contemplar cómo sale el humo de sus pesadas ruedas, las mismas que tantas veces permitieron su baile entre cañaverales, sueños, pitidos y esperanzas.
Esta gran locomotora Baldwin, formó parte del comboy de 8 locomotoras (cuatro grandes y cuatro pequeñas), doscientos setenta y un vagones (carros para caña) y 30 plataformas, que se desplazaban por los campos de caña del ingenio Barahona, utilizando una línea férrea con una extensión de unos 105 kilómetros, a partir del año 1922, fecha en que el Ingenio inicia su primera zafra azucarera.
Esta locomotora de vapor, de unas 60 toneladas de peso, lograba alcanzar una velocidad máxima de unos 40 kilómetros por hora (con los carros de cañas vacíos), fabricada a partir de 1920, llega a Barahona en el año de 1921, siendo parte esencial del tren de transporte de la Barahona Company.
«La locomotora “Baldwin” debe este apelativo a su fabricante, la prestigiosa empresa americana de material ferroviario “Baldwin Locomotive Works“, que en el año 1920 fabricó esta máquina en sus instalaciones de Philadelphia (USA) con el número de fábrica 53437. Su procedencia estadounidense es fácilmente reconocible en su silueta, pues el clásico diseño de la casa Baldwin representa la típica locomotora que tantas veces hemos visto en las películas del oeste».
Desde hace mucho tiempo, esta vieja locomotora dejó de realizar sus travesías por los campos de cañas del central azucarero, hombres conocedores de su historia la convirtieron en uno de los símbolos primordiales de nuestra comunidad. Fue exhibida con gallardía y orgullo al llegar al Batey Central, era multitudinariamente visitada, recibiendo sus mantenimientos adecuados, siempre estaba bien pintada y delicadamente cuidada.
De repente, unas nefastas “autoridades locales”, trasladan NUESTRA LOCOMOTORA al parque litoral María Montés, parece como si les molestara la existencia de este tren, que en lugar de cañas, carga nuestros recuerdos. La han sometido al abandono más abyecto, en un ambiente húmedo, donde el agua salada produce una reacción electroquímica más virulenta, de modo que el salitre y la corrosión, mediante el depósito de partículas salinas sobre la superficie de sus metales, acelere el proceso de oxidación de sus partes metálicas.
Aun así, esta vieja locomotora continúa de pie, sus 99 años de existencia siguen rodando por la conciencia de cada barahonero. Ojalá alguien se apiade, y comience por adecentar la plaga, que en los últimos tiempos se venía carcomiendo a nuestra ciudad, despojándole la perla a Barahona, abandonando el viejo remolcador Tanac, abandonado el cañón, cómo símbolo de la guerra restauradora, olvidándose de playa Saladilla, etc. Con pequeñas cosas se producen grandes cambios.
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