Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
Mediante la desclasificación, de fecha 1-11-72, la División de Asuntos de América Latina, del Departamento de Estado de los Estados Unidos, da a conocer el Memorándum del 19 de julio del año 1934, mediante el cual un ciudadano Francés, natural de la Colonia de Martinique, denuncia los aprestos de Trujillo, de instalar unas maquinarias en Barahona con el fin de falsificar Billetes Americanos (dólares)[1].
Según lo narrado, en el mes de marzo del año 1934, este ciudadano fue llamado por uno de los encargados del actual Presidente Dominicano, para hacerle un trabajo de albañilería en una de las Haciendas, en la Provincia Barahona, cuyo trabajo terminó el 18 de Abril de 1934.
“Según lo que vi en esa Hacienda, y por conversación privada que hubo allí, entre el Presidente Trujillo y un Señor alemán, creo no equivocarme, pero se trata de instalar unas maquinarias con el fin de falsificar los Billetes Americanos y lanzar dentro de poco tiempo varios millones de Dólares, en combinación con ciertos personajes jerárquicos de Bancos. Esa conversación tuvo efecto el 6 de Abril entre 4 o 4 1/2 de la tarde, y yo pude entender gran parte de las palabras que allí sostuvieron el Presidente Trujillo y el señor que según su manera de hablar, es un ciudadano alemán.
Mientras hablaban, examinaban unos aparatos que tres días antes había llevado a ese sitio un Camión de la Armada, el señor alemán le explicaba y le señalaba con la mano para qué serviría cada una de las piezas de la maquinaria. Pude entender, claramente, cuando el Presidente Trujillo le preguntó; ¿Cuántos Billetes puede sacar esa máquina diario? Y el señor le contestó, esto depende de la cantidad de cliché que tengamos preparado, y continuó el señor alemán explicándole: Lo primero que tengo que hacer, es fotografiar cada Billete según su valor, esto es, hacer un Cliché para Billetes de mil dólares, de quinientos, de cien, de cincuenta, de veinte hasta de un dólar. Luego el alemán le mostró otra caja que contenía papel de la misma dimensión que los Billetes Americanos, pero ese papel es de color blanco.
El presidente le dijo estas palabras: Usted, tendrá un avión a su disposición para cuando tenga algo que consultarme, usted tendrá la llave de esta casa y a nadie confiará, a nadie, y le hago saber, que aunque yo soy íntimo amigo del Cónsul alemán, como usted bien lo sabe, en caso de que él le pregunte cuan ha sido la protección que yo le he dado, dígale que yo lo he encargado cómo Inspector de Agricultura.
Otra cosa le dijo Trujillo al alemán, con usted, trabajarán dos hermanos míos, usted puede utilizarlos en todo lo que necesite para nuestro trabajo, pero no les haga saber los puntos más importantes, también le dijo, ¿Cree usted estar seguro que tiene todos sus materiales para dar principio? El alemán le contestó, no, me faltan tres cosas muy importantes, por esa razón me embarcaré en el próximo vapor vía Curazao, pero de seguro que a fines de Mayo daremos principio, y créame Señor Presidente, que nuestro éxito es seguro, puesto que soy experto en este asunto.
Nunca creyeron ellos que alguien estaba cerca, y que pudiera entender la conversación, pero por azar de la vida, yo me encontraba en una de las habitaciones de la casa, dándole un repaso al trabajo para el cual fui contratado. Yo no pude comprender todo lo que ellos trataron, pues aunque permanecí muchos años en ese país, sólo aprendí el idioma por rutina. A los pocos momentos hicieron venir unos soldados, y le ordenaron entrar las cajas que contenían las maquinarias, en el subterráneo de la casa, y luego de entrar esos efectos, cerraron la puerta la puerta de subterráneo con llaves, y el Presidente ordenó que tan pronto terminaran de pintar la casa, lavaran los pisos y pegaran llave inmediatamente.
Yo salí del país en el vapor de la “SALLE” y al llegar a mi tierra, consulté eso con dos amigos míos, y estos me aconsejaron de hacerlo saber al Gobierno Americano sin pérdida de tiempo, por esa razón me he decidido a poner al Departamento de Estado en Guardia, sobre la falsificación de su moneda que dentro de poco tiempo lanzará al mundo el bien conocido Trujillo, pues según su conversación con el alemán, dijo: Me vengaré de los americanos por su negativa al empréstito que me negaron”.
Dentro de las
megalomanías de Trujillo, donde en realidad se creía un Dios, un predestinado,
que podía hacer y deshacer todo cuanto quisiese, que lograba disponer de las
costumbres y deseos de los ciudadanos, incluso pretendía controlar hasta los
sentimientos del corazón. De un hombre así, nada se podía dudar.
[1] AGN. Colección Bernardo Vega. Documentos sobre la denuncia hecha por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, sobre el intento del presidente Rafael L. Trujillo de falsificar monedas estadounidenses. Contiene: oficio y carta.
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