«PEDRO SANTANA
A los habitantes de Barahona.
CONCIUDADANOS: Va para diez años que cansados de sufrir el insoportable yugo haitiano, dimos el grito de separación, independencia y libertad. En este transcurso de tiempo he recorrido nuestro territorio en todas direcciones, unas veces en persecución del enemigo, otras para mejorar la suerte de algunos pueblos distantes de) centro del Gobierno, y siempre guiado por el interés de la Patria, que es mi única y constante ocupación; y sin embargo, hasta hoy nunca había tenido el placer de verme en este pintoresco lugar.
En este momento, queridos compatriotas, mi corazón reboza de la más pura alegría. Sí, barahoneses: pláceme el aspecto de dicha y prosperidad que reina en este pueblo salido como por encanto de un montón de malezas, única cosa que se presentaba a la vista del viajero pocos años ha. Pláceme el orden y policía que se nota hoy en todos estos alrededores, obra sin duda de vuestras autoridades locales. Pláceme la certeza que tengo de que este estado de prosperidad, que sin duda irá en aumento de día en día, data de la época de nuestra emancipación política; lo que justifica más y más a los ojos del mundo los poderosos motivos que tuvimos para separarnos de los haitianos, quienes en todo pensaban menos en labrar la felicidad del pueblo dominicano, al que trataban como conquistado y cuya sangre apenas bastaba para saciar la codicia de los jefes que nos ponían más bien para humillarnos y sofocar el instinto de independencia tan natural en el hombre, que para dirigirnos y protegernos, no obstante ser esta la condición esencial de todo Gobierno, Pláceme el saber que la justicia, esa gran necesidad social, se administra recta y cumplidamente en este puesto militar. En fin y sobre todo, pláceme la unión y fraternidad que reina al presente entre vosotros.
Una sola cosa noto que os falta, habitantes de Barahona, y esa es un templo en que podáis reuniros para dar gracias al Todopoderoso por los beneficios recibidos y cumplir con los demás deberes del cristiano. No es a dominicanos a quienes deben encarecerse las ventajas de la Religión, porque la piedad es una de las virtudes que más los caracterizan; por tanto me limitaré a esta breve indicación, asegurándoos que el día que tengáis ese templo, no os faltarán párrocos, pues el Gobierno vela constantemente por el bienestar de todos los asociados por muy distantes que vivan de la capital.
Compatriotas: nuestra joven Nación me ha confiado la gloriosa misión de defenderla de nuestros tenaces enemigos y de encaminarla hacia la felicidad, que es a lo que aspira el hombre sobre la tierra. No sé si me será dado el alcanzarla; pero puedo aseguraros que cuantos sacrificios sean imaginables, incluso el de mi propia existencia, estoy dispuesto a hacerlos para justificar tan alta confianza de parte de un pueblo que puede citarse en estos tiempos como un modelo de patriotismo y que por esta causa es digno de las simpatías que le muestran las naciones extranjeras y de la admiración del mundo entero.
Barahoneses: para llevar a cabo tan grande obra cuento con vuestra cooperación; cuento con la ayuda del pueblo de quien soy fiel mandatario. Permaneced unidos como hasta aquí, ocupados en la educación de vuestros hijos y en labrar vuestra propia dicha. Estad siempre dispuestos a volar al encuentro del enemigo cada vez que se presente en nuestras fronteras y a llenar los demás deberes del ciudadano, y los dominicanos podremos decir con toda satisfacción y sin temor de ser desmentidos por los hechos en lo futuro: Sí, tenemos patria!
Viva la Religión!
Viva la Libertad!
Viva la Independencia!
Viva la República Dominicana!
Dado en el Puesto Militar de Barahona a 10 de agosto de 1853 y 10”.
Ver DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DOMINICANA, Archivo General de la Nación Pág. 289 a 291
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