CONTANDO LOS HECHOS
Recientemente he publicado dos artículos en esta columna referidos al tema de la importancia de identificar adecuadamente las oportunidades, y tomar acción con ellas. Vendrán dos o tres artículos más sobre el tema, que está siendo dedicado a la juventud temprana de mi país.
Este año, el país celebra el Centenario del nacimiento de la extraordinaria artista dominicana Casandra Damirón. De ahí que resulta pertinente la referencia de una oportunidad que Casandra identificó en su momento y tomó acciones efectivas que cambiarían el curso de su vida profesional y le daría una mayor dimensión, tanto en el orden artístico como personal.
Era el año 1955, y junto a otros aprestos para la celebración de la llamada Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, con que el dictador Trujillo celebraría sus 25 años en el poder, se construía el Hotel El Embajador. Para la administración de ese hotel junto al viejo Hotel Jaragua, que era del Estado y el Hotel Paz, también en construcción que luego se rebautizaría, como Hispaniola, Trujillo contrató a la compañía hotelera Ambassadors International con sede en Nueva York, cuyo presidente era Robert K. Christemberry. Quien manejaría el área de música y espectáculos, era Donald P. Bryan, quien había tocado para Arturo Toscanini en la NBC Simphony Orchestra. El Sr. Christemberry contrató al dominicano Gerónimo Copello, como asistente y traductor para el grupo.
Donald Bryan le preguntó a Copello si en el país existía un grupo folclórico con la suficiente categoría que pudiera presentarse para los turistas que iban a ser traídos al país, en los diferentes hoteles que ellos manejarían. Copello le contestó que no. Bryan entonces dijo, pues tendremos que crearlo. Y esa fue la tarea.
Buscando nombres ligados al folclore, Copello encontró el apellido Damirón y por ahí llego a Casandra. Al escuchar su planteamiento, Casandra, con su inteligencia, se dio cuenta de la puerta grande que se abría, y le dijo, Gerónimo tu problema está resuelto, yo te voy a crear ese grupo para que se luzca al máximo nivel en todos los escenarios de ustedes. Casandra, que ya era llamada la Soberana de la Canción, por su estilo exquisito y su manejo en el escenario, le dio un giro completo a su carrera y se convirtió en la máxima expresión de la música folclórica dominicana, no solo en los escenarios de esos hoteles, sino en diversos países extranjeros.
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